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EL ENÉSIMO REVIVAL

Novéntame otra vez: The Pains of Being Pure At Heart y otras bandas actuales para revisitar los 90

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 31/05/2014 La banda de Brooklyn nos visita de nuevo esta semana. Son una de las puntas de lanza más visibles de una legión de grupos que recrean los sonidos de hace dos décadas, y que abordamos esta semana

VALENCIA. Como un péndulo que oscila con una cadencia regular e insistente, la historia del rock repite los mismos movimientos cíclicos con una periodicidad aproximada de veinte años. Los recurrentes revivals generan nuevas hornadas de practicantes de sonidos pretéritos, y aunque el término puede evocar un sesgo peyorativo, esa retroalimentación en torno a su propio pasado también contribuye a mantener la llama del género vivo, décadas tras década. Como en botica, hay de todo: meros copistas, imaginativos actualizadores e incluso algún (pocos, todo sea dicho) espíritu rupturista. Y al igual que hace algo más de una década eran los géneros emblemáticos de los 80 los que experimentaban un nuevo repunte gracias a generaciones de nuevos devotos (synth pop, electro, post punk), son en las últimas temporadas los revisionistas del rock de los 90 quienes están acaparando la atención de gran parte de los medios especializados.

Se puede considerar a los neoyorquinos The Pains Of Being Pure At Heart  como parte de esa pléyade de bandas. Los de Brooklyn (una de esas barriadas con sello marcadamente cool) actúan en Barcelona el martes 3 (La [2] de Apolo), el 4 en Valencia (Espai Rambleta), el 5 en Madrid (Sala But), el 6 en Sevilla (Teatro Central) y el 7 en Badajoz (Contempopranea). Y aunque con Days of Abandon, su tercer y nuevo álbum, se escoran ligeramente hacia estilos aún más lejanos en el tiempo (el twee pop o el sophisti-pop de mitad de los 80), se granjearon hace cinco años una considerable base de fans a fuerza, principalmente, de evocar el pop post-C 86 de finales de los 80 y las azucaradas melodías recubiertas de distorsión que tanto predicamento obtuvieron a principios de los 90. A este último estilo se le dio en llamar shoegazing, por aquello de que la aparente desidia escénica de sus miembros les hacía tocar impávidos y con la cabeza gacha, como mirándose los pies. Lo importante era el derroche de tonadas cegadoras y decibelios. Y los británicos My Bloody Valentine eran sus sumos profetas.

RELEYENDO LA HISTORIA

No eran The Pains Of Being Pure At Heart (en la imagen superior) los primeros en recuperar aquel sonido: desde diferentes puntos cardinales, bandas como Asobi Seksu, Sad Day For Puppets, Amusement Parks On Fire o Serena Maneesh llevaban ya algunos meses (e incluso años) haciendo lo mismo. Fue aquella la avanzadilla de un revival 90s de cuya existencia ya no cabe la menor duda desde hace al menos un par de años. Siempre resulta un apetecible bocado comercial el nicho de mercado sustentado por aquellos que hace veinte años aún eran post adolescentes, un target que ahora está en disposición de gastarse sus ahorros en discos, conciertos o festivales, con mayor holgura que en aquel entonces. Así que tiene plena lógica. Si acaso, estas bandas han de competir también por el favor de público (y medios) con el interminable lustre que aún detentan las bandas que evocan el synth pop de los 80, y ahí está el caso de Future Islands para certificarlo. Quizá sea una consecuencia más del ocaso del pop y el rock como géneros evolutivos, condenados a prolongar la duración de sus revivals en un bucle sin fin: de hecho, cuesta mucho ahora imaginar cómo sería uno que recuperase los sonidos de los 00s (o los noughties, que dicen los sajones).

El caso es que nos debatimos entre estilos masivos de aquella época que hacen notar su onda expansiva de forma epidérmica en otros músicos, y géneros bastante más minoritarios en su momento, que generan toda una legión de jóvenes conversos. Nos explicamos: el grunge dejó su huella en la posterior generación stoner, de forma algo licuada; las cadencias del trip hop se hacen notar hoy día en la música de Damon AlbarnJames Blake o Neneh Cherry (porque Portishead, punto y aparte del género, se renovaron brillantemente con inyecciones de botox de rock industrial y kraut rock); el post rock nunca se fue, preservado por Mogwai, Godspeed You Black Emperor! o Explosions In The Sky, y la dichosa EDM no deja de responder a la práctica imposibilidad de que el discurso electrónico de The Prodigy, Chemical Brothers, Orbital o Fatboy Slim (todos británicos) vuelva a renovar su fachada algún día: por eso triunfa ahora en EEUU, donde la cultura rave no terminó nunca de arraigar. Y el emo, qué decir del emo: revitalizante género-hijo del hardcore melódico-en los 90 (emocore), convertido en indigesto cóctel de motivos góticos de cartón piedra para adolescentes inadaptados, una década después. Y el revival punk rock californiano ya era revival en los 90, así que poco margen le queda para terceros refritos con algo de fuste. Pero ningún movimiento genera hoy en día mayor número de nuevos predicadores que el rock de corte indie de los 90, en sus múltiples acepciones. Quizá los otros géneros antes mentados sean más propensos a la obsolescencia, o más susceptibles de quedar marcados por lo coyuntural de un modus operandi en el que el encaje, la forma, cobra especial relevancia. 

DAME (OTRA VEZ) INDIE ROCK 

Resulta curioso, sobre todo si tenemos en cuenta que lo que un día se perfiló como alternativa real al rock corporativo de las grandes multinacionales, acabó reducido a agua de borrajas. Pocas de las bandas del fenómeno post Nirvana acabaron respondiendo con sus cifras de ventas a la expectación generada (Geffen mantuvo a Sonic Youth en nómina por mero prestigio). El rock alternativo, pues, nunca llegó a serlo de verdad. Porque nunca llegó a amenazar seriamente a lo que entendemos por mainstream. Si es que algo así era posible. Pese a ello, los modos de la independencia norteamericana de los 90 (y el ya mentado fulgor shoegazer o las atmósferas dream pop) han gozado de una reverberación enorme en los últimos tres o cuatro años.

Ya sea por la economía de medios que permiten el indie tradicional o lo que se entiende por baja fidelidad, el lo fi (hace unos tres años hay incluso glo fi). Ya sea por la fulgurante herramienta de difusión que han supuestos las redes, que han favorecido el cultivo de esos sonidos en la más insospechada de las latitudes, muchas veces por jóvenes que ni habían nacido cuando My Bloody Valentine, Dinosaur Jr, Pixies, Guided By Voices, Sonic Youth, Sebadoh, Yo La Tengo, Pavement, Archers of Loaf  o Superchunk destrozaban guitarras.

Algunas de aquellas bandas de los 90 (aunque algunas se formasen en la segunda mitad de los 80), como Sebadoh, Dinosaur Jr., Mazzy Star, My Bloody Valentine o Guided By Voices, han vuelto en los últimos años con el orgullo intacto gracias a solventes nuevos trabajos. Otros, como Pavement, Girls Against Boys o incluso Stone Roses (aunque su mejor álbum data del 89), lo han hecho por el simple reclamo nostálgico. Y otros, como Yo La Tengo o Superchunk, nunca se fueron ni bajaron el listón. Por su parte, Sonic Youth (aunque también nacidos en los 80, obtuvieron también su madurez y pico de popularidad en los 90) solo lo hicieron cuando el matrimonio Moore-Gordon se resquebrajó, y actualmente se bifurcan en Body/Head, Thurston Moore y Lee Ranaldo & The Dust.

Sus enseñanzas han sido aplicadamente recogidas por nuevos grupos que las suelen interpretar desde postulados quizá excesivamente miméticos. Aun a riesgo de generalizar, podríamos decir que todo lo que han ganado en brillantez interpretativa quizá lo pierdan en unos contornos que no siempre son todo lo marcadamente personales que deberían. Pero cuesta resistirse, no obstante, a los ilusionantes ejercicios de estilo que perpetran, a esos fuegos de artificio que no siempre preludian carreras de entidad a largo plazo, pero deparan argumentos tan carnosos y vivificantes que hacen olvidar, por momentos, la distancia temporal que les separa de sus mentores. Quizá las emociones que provocan no terminen de quitarse de encima el envoltorio de los productos de segunda mano, pero hay que ver lo bien que lo disimulan muchos de ellos. Y lucen estupendamente en las páginas de Pitchfork, Vice o Spin. O incluso en las de Uncut y Mojo. 

 Japandroids

NOMBRES PARA UN FUTURO IMPERFECTO

Haremos un ejercicio de simplificación, porque ni todas las bandas que a continuación figuran son precisamente nuevas (algunas llevan más de un lustro batiéndose el cobre) ni todas comparten las mismas trazas. Tampoco todas son al cien por cien 90s. Pero no está de más establecer un breve censo que permita picotear a cualquiera que se considere neófito. Al fin y al cabo, el underground de hace dos décadas fue su caldo de cultivo.

De entre quienes hacen de las canciones ruidosas y anfetamínicas su principal leit motiv, es obligado citar a Japandroids, No Age, Yuck, Ringo Deathstar, Crocodiles, Surfer Blood, Fucked Up, Titus Andronicus, Smith Westerns, Wavves, King Tuff, Cloud Nothings, Male Bonding o los austriacos Sex Jams.

Hay quienes se aventuran por ambientes más vaporosos y etéreos, cercanos en fondo y forma al dream pop, al tardo indie de los 80 y a veces a una suerte de garage rock amanerado , como Wild Nothing, Youth Lagoon, Beach Fossils, Crystal Stilts, Avi Buffalo o Splassh.

Dum Dum Girls

Y finalmente, en el pelotón de quienes filtran sus azucaradas melodías a través de guitarras que chorrean fuzz, algunas con guiños a las melodías de los 60 tal y como las licuaron los primeros The Jesus and Mary Chain, es de ley citar a Vivian Girls, The History of Apple Pie, Best Coast o Dum Dum Girls. Sobre ellas pesa de forma innegable el factor femenino y una adscripción genérica que no puede limitarse, ni mucho menos, a la década de los 90, aunque comparta rasgos comunes.

No faltan los ejemplos también en nuestro país, generalmente alejados del uso del inglés y de determinados clichés que pregonaba la ya lejana (y seminal) generación indie hispana de los 90. Con bandas que hunden sus raíces en el indie rock, el post hardcore, el riot grrrl o el shoegaze de los 90 con sumo desparpajo, como Triángulo de Amor Bizarro, L'Hereu Escampa, Disco Las Palmeras!, Unicornibot, Betunizer , Perro, Les Sueques, Mequetrefe, Cuello, Univers, Hazte Lapón, Mox Nox, Furguson, Mee & The Bees, No More Lies, Tigres Leones, Juventud Juché, Alborotador Gomasio, Súper Gegant, Trajano!,  BeginEnd o Nueva Internacional. Incluso lo último de Senior i El Cor Brutal tiene un cariz confesamente 90s, tal y como lo entendieron en su momento desde la independencia norteamericana.

Solo queda preguntarse hasta cuándo durará esta fijación por los sonidos de hace dos décadas. Aunque quizá lo mejor sea simplemente dejarse llevar y disfrutar de los momentos de excitación que aún nos puede deparar.

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