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VALENCIA. Con una imagen a mitad de camino entre Ernesto ‘Ché' Guevara y un defensor del Amazonas, Pablo Iglesias (1978), se ha convertido en el triunfador de las elecciones europeas del 25 de mayo. Otros habrán recogido más votos, pero la rentabilidad de la presencia mediática y la inversión económica realizada en la campaña no tiene comparación en la historia reciente de la democracia española.

Sin embargo, este ‘milagro' electoral tiene sus motivos y sus claves. Aunque Podemos solo lleva inscrito en el registro de partidos políticos desde marzo de este año, Iglesias es un viejo conocido entre su target electoral y ha sabido construir una imagen de firmeza sin caer en la agresividad con una argumentación discursiva sencilla pero eficaz y un cuidado descuido en lo estético de un hombre que se sabe atractivo.

Desde un punto de vista simbólico, su nombre es una pieza clave, al ser fácil de recordar por coincidir con el del padre del movimiento socialista de masas en España: Pablo Iglesias Posse, fundador de la UGT y del PSOE a finales del siglo XIX.

Lejos de quedar encadenado a la imagen de los actuales herederos de estas formaciones, para muchos votante progresista transmite una vuelta a los orígenes, a la esencia y el mensaje ideológico menos marcado por el pragmatismo de la gestión de gobierno, algo que ha sabido aprovechar.

UN CUIDADO DESCUIDO ESTÉTICO

Su apariencia es otra de sus mejores armas al ser fácilmente reconocible y mantenerse alejada de la típica imagen del político profesional. La elección de su rostro como logotipo para estampar en las papeletas ha facilitado también la identificación de su candidatura ente muchos de sus electores, una decisión que transmite vanidad a vez que un contundente liderazgo.

Este personalismo es coherente con su admiración hacia los movimientos izquierdistas latinoamericanos, entre los que el movimiento bolivariano de Hugo Chávez ha sido uno de los más relevantes tras la generación de ‘los barbudos' entre los que Fidel Castro es ya el único superviviente político.

En lo estético, su peinado tampoco está dejado al azar. La elección de la melena recogida facilita mantener una imagen más ordenada en los actos públicos en los que el viento puede gastar una mala pasada y acabar dejando al orador con pelo ‘de loco'. Por contra, la elección de la perilla o barba española estiliza el rostro y reequilibra el efecto de su amplia frente, agudizado con la melena recogida.

MUCHAS HORAS DE TELEVISIÓN Y POLÉMICA

El contenido de sus mensajes es sencillo, claro y marcado por juegos deductivos que le permiten exponer un problema, contextualizarlo en una dialéctica de lucha de clases con ejemplos cotidianos y llevar, de un modo en apariencia natural, hacia su propuesta de solución.

Lejos de perderse en largas diatribas, con una voz cálida y un punto sensual sabe hacer titulares efectivos (y en ocasiones efectistas) que fácilmente pueden convertirse en un tuit o en una frase para ser sobreimpresionada en pantalla durante su intervención. Un excelente dominio de las pausas (especialmente en sus mítines) le permiten gestionar la emotividad del público y arrancar aplausos que refuerzan el éxito de sus intervenciones.

En todo caso, estos atributos no tendrían un peso decisivo si no fueran acompañados de un andamiaje intelectual en el campo de la sociología y el pensamiento político, y un profundo conocimiento de la mecánica de los medios de comunicación.

CONTROL DE LA MECÁNICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Este profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid inició su activismo en los medios de comunicación en 2003, cuando empezó a colaborar en distintos programas de televisión, como La Tuerka de la productora Con mano izquierda, emitidos en cadenas locales vinculadas al activismo social de izquierdas como Tele K, de la Federación de Asociaciones del barrio de Vallecas (Madrid), y la también madrileña Canal 33.

Sin embargo, su acceso a un público más amplio se produjo en 2013, cuando la televisión de capital iraní Hispan TV comenzó las emisiones de su programa Fort Apache y se convirtieron en habituales sus colaboraciones en prensa escrita a través de diarios como Público, al que llegó tras haber colaborado en otros de menor alcance como Kaosenlared, Diagonal y Rebelión.

Es en ese momento cuando se convierte en uno de los rostros habituales de las protestas contra la organización del sistema político español con iniciativas como Rodea el Congreso, que empezó a defender en las tertulias de televisiones de marcado perfil conservador como Intereconomía y su programa El gato al agua.

Es precisamente en este marco contrario a sus propuestas donde demuestra su capacidad de polemista con los primeros espadas del llamado TDT Party. La viralidad que alcanzan en Youtube sus intervenciones, al igual que el predicamento que va consiguiendo a través de las redes sociales, le permiten ir fidelizando un público que, sin ser masivo, siente por él una empatía fruto de su defensa de los postulados del movimiento del 15M.

En pocos meses empieza a ser habitual en otros medios conservadores, pero también en los progresistas. Así colabora en la tertulia de 13 TV El cascabel al gato, La Sexta Noche, Las mañanas de Cuatro y La noche en 24 horas de TVE. Es en función de esta relevancia social que justifica su paso a la primera fila política al ser consciente de que él podía vender mejor los mensajes de la formación que ha sabido abrir un hueco en hasta ahora previsible escenario de la izquierda española.