MADRID (EP). Desde los ámbitos científicos la respuesta es definitivamente no, la obesidad no es saludable aunque un 25% de los sujetos que la sufren no padecen las enfermedades metabólicas asociadas a la considerada ya epidemia en el siglo XXI. El estudio de estas personas obesas aunque sanas puede conducir al descubrimiento de posibles dianas terapéuticas para la diabetes o la hipercolesterolemia.
La expresión 'obesidad saludable' circula en muchas de las secciones de salud de los medios internacionales presentes en Internet pero según explica a Infosalus Francisco J. Tinahones, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), en realidad se debería hablar de obesos metabólicamente sanos.
Hasta una cuarta parte de los enfermos con obesidad mórbida pueden pertenecer a este 'privilegiado' segmento poblacional en los que no se detecta hipertensión, diabetes o hipercolesterolemia. Además, son individuos que se han mantenido en este estatus 'saludable' durante mucho tiempo, explica Tinahones. Este número de personas aumenta en el caso de la población que padece sobrepeso.
Aunque, como dice Tinahones, no se puede transmitir que la obesidad sea sana sí es cierto que el reconocimiento de que existen personas obesas saludables en este sentido supone para este colectivo un respiro para hacer frente al estigma de la gordura. "No se puede etiquetar al obeso como sujeto de todas las enfermedades del mundo", aclara el investigador.
En este sentido, el investigador, jefe también del Servicio de Endocrinología del Hospital Clínico Virgen de la Victoria de Málaga, señala que hay todo un cuerpo de investigación actual centrado en el estudio de estos individuos así como en el de los delgados metabolicamente enfermos. Porque, como apunta Tinahones, también existen personas que a pesar de estar delgadas padecen las mismas enfermedades metabólicas que los obesos.
Precisamente, existen líneas de investigación abiertas que intentan descubrir los mecanismos que protegen a estos individuos frente a las enfermedades metabólicas o en el caso de los delgados qué mecanismos están funcionando mal y ocasionan la enfermedad en personas que deberían estar sanas.
Dieta, genes y ambiente
Con independencia de la forma en la que un individuo alcanza la categoría de obeso, es un hecho que la obesidad va ligada a la enfermedad, apunta Tinahones. Una dieta equilibrada constituye la vía más directa para prevenir las enfermedades aunque existen personas en las que la dieta es pésima y sin embargo el colesterol se mantiene dentro de unos niveles adecuados, aclara el investigador.
La actividad física es también una herramienta clave para mantener la salud y la investigación ha mostrado que aquellas personas con obesidad que lo realizan se encuentran en mejores condiciones físicas y de salud que quienes con el mismo peso son más sedentarios.
La dieta mediterránea parece ejercer un efecto protector sobre el organismo de forma independiente al mayor peso de la persona. Los estudios muestran que con un mismo peso, quienes siguen una dieta mediterránea tienen un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.
En lo que se refiere a los genes involucrados en la obesidad, Tinahones señala que éstos aún no se han podido determinar con seguridad y que todo apunta a una mezcla de genes.
El investigador señala que es en el estudio de la epigenética, cómo interaccionan genes, ambiente y determinados contaminantes denominados disruptores endocrinos que modifican los genes, donde se encuentran las claves sobre los mecanismos implicados en esta y otras enfermedades metabólicas humanas.
¿Qué protege al metabólicamente sano?
Es la pregunta que intentan responder muchos grupos de investigación e instituciones, entre ellas el CIBERobn y el grupo de Tinahones. La dieta o el ejercicio físico no son lo único que protege a estos individuos obesos pero sanos.
La respuesta a esta cuestión podría encontrarse en el tejido adiposo de estas personas. Según señala Tinahones, se ha descubierto que en el obeso metabólicamente sano los adipositos son más pequeños y funcionan mejor que en los obesos con enfermedades metabólicas como la diabetes.
Además, estos mecanismos de protección parecen también residir en los microorganismos que viven en nuestro intestino y que influyen en las funciones metabólicas e inmunológicas, la denominada microbiota intestinal. El equipo de Tinahones estudia precisamente las relaciones entre microbiota, obesidad y diabetes.
Los probióticos podrían convertirse en un importante aliado para la salud aunque no deberían constituir la alternativa a una dieta adecuada capaz de ejercer de herramienta de prevención, señala el investigador.
Descubrir los mecanismos que protegen a los obesos metabólicamente sanos o aquellos implicados en la enfermedad de los delgados metabólicamente enfermos puede convertirse en el punto de partida para el desarrollo de nuevos tratamientos para trastornos como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemia, concluye Tinahones.
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