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REFLEXIONES EN TORNO A LOS GALARDONES

Los Max abren el debate escénico entre los premiados valencianos

BEGOÑA DONAT. 21/05/2014 El próximo 26 de mayo se entregan los Premios Max y hemos hablado con una selección de valencianos tocados con el galardón para saber si son o no impulso a la trayectoria profesional

VALENCIA. Un año más, y van 16, la profesión escénica se prepara para la entrega de los premios españoles del teatro, los Max. Entre los valencianos galardonados en anteriores ediciones, hay disparidad a la hora de juzgar si ser merecedor de la manzana diseñada por Joan Brossa es un acicate a la carrera.

José Sanchis Sinisterra, Carles Alfaro, Rosángeles Valls, Roberto García, Rafael Pla y Toni Aparisi juzgan unos reconocimientos que este año vienen marcados por un cambio del sistema tradicional de votación. Según considera la cofundadora de la compañía Ananda Dansa, miembro de la comisión organizadora de los premios, esta modificación "implica una estructura más seria y coherente, que permite un mayor riesgo y diversidad".

Valls explica que esta primera experiencia ha supuesto, de partida, la formación de tres jurados, uno en Madrid, otro en Barcelona y un tercero para considerar las producciones estrenadas en el resto de España. Cada grupo ha elegido 12 candidatos por especialidad, de los que un cuarto jurado ha decidido 12 nominados por categoría. Finalmente, el día 19, un último comité decidió a los ganadores, que serán públicos el lunes próximo.

"Con esta revolución, lo que intentamos es que los encargados de fallar los premios respondan más al criterio profesional que al de los afectos, y darle visibilidad a los espectáculos que están girando y todavía no han llegado a Barcelona y Madrid", expone la coreógrafa. 

Rosángeles Valls, de Ananda Dansa.

Su compañía suma tres premios Max, dos de ellos en el apartado de mejor espectáculo infantil, El mago de Oz en 2001 y Peter Pan en 2003, y el último, concedido a Toni Aparisi como intérprete masculino de danza en 2007 por Alma, pieza que conmemoraba el 25 aniversario de Ananda.

El bailarín opina que haber sido nominado en ocho ocasiones "supone casi más reconocimiento que ganarlo". Y, de hecho, especula con que cuando finalmente se alzó con la distinción, "no fue porque ese año fuera el mejor, sino porque mucha gente coincidió en que al fin debía subir".

Aparisi considera que un premio de este nivel "refrenda la elección vocacional", pero asegura no haberse dormido en los laureles tras el fallo del jurado. En paralelo a su trayectoria junto a Ananda Dansa, compañía a la que lleva unido desde 1998, el bailarín ha forjado su propia formación, que en estos momento alterna dos espectáculos, Historia de un soldado, junto a la Orquesta Ciutat de Llíria, que visita el Teatro Rialto los días 7 y 8 de junio, y Oblig-acciones, en la que su baile interactúa con un conjunto de esculturas realizadas por el artista italiano Claudio Zirotti.

Si algo le reprocha a los Max es la inexistencia de los galardones a la mejor dirección de espectáculo de danza y, como sucede en la interpretación, a los bailarines de reparto, "pues en obras corales, el bailarín secundario puede tener el mismo peso escénico que el principal".

EL CIRCO EN EL LIMBO

En el caso del circo, la situación empeora, porque esta categoría fue eliminada del palmarés. La última compañía en alzarse con el galardón fue la valenciana Circo Gran Fele en 2002. "Los Max no reconocen ni los artes circenses ni los títeres ni el teatro de calle, se reducen a los espectáculos de teatro de sala", lamenta el director de la compañía, Rafael Pla.

Un momento de 'Viaje a la Luna', del Circo Gran Fele. FOTO: Beatriz González.

El maestro de ceremonias del combo destaca que aquel premio supuso su entrada en Redescena. "Con el Max nos conocieron fuera de la Comunidad y tuvieron noticia de que realizábamos tanto giras con carpa como espectáculos en sala, lo que nos abrió las puertas de los teatros de la Red Nacional".

El dramaturgo Roberto García, coganador en 2001 junto a Carles Alberola del Max al mejor texto en catalán por Besos, discrepa de la ampliación de categorías que demandan otros profesionales. "Existe un afán de que esté todo el mundo representado, pero es un arte tan complicado, donde hay tantas categorías técnicas, que las posibles nominaciones extra rozarían el surrealismo, porque puestos a jugar ese juego, ¿por qué no premiar, por ejemplo, al mejor diseñador de pelucas en obras de corte clásico? Se lo merecerían también. Siempre he tenido la sensación de que hay demasiados apartados, las galas se hacen larguísimas".

Habla con conocimiento de causa. En 2000, Alberola y García fueron responsables de la dirección de la tercera edición de los premios en el Teatro Maestranza de Sevilla. El premio concedido a Besos el año siguiente fue el broche de oro al espectáculo que más éxito ha deparado a ambos dramaturgos. El Max corroboró la repercusión de la comedia musical. De hecho, García reconoce que en ocasiones se ha preguntado si su trayectoria posterior hubiera sido diferente de no haberse alzado con la estatuilla. Y ha llegado a la conclusión de que no, de que hubiera seguido idénticos derroteros.

TEATRO DE PROVINCIAS

El cambio en el sistema de votación le resulta "interesante". En su opinión, el proceso anterior, "siendo aparentemente más democrático, implica que los espectáculos que más nominaciones y premios acumulan son de Madrid y Barcelona", y prevé que la nueva dinámica repercutirá en "el conocimiento de un mayor número de profesionales y piezas producidas en la periferia de España".

Carles Alfaro, dos veces galardonado, ahonda en el agravio comparativo entre el teatro facturado en la periferia con respecto al provinente de las principales capitales de España. "Regirse por baremos de aceptación no es la manera más objetiva de valorar un trabajo, y hay espectáculos en Galicia, Andalucía y Valencia a los que han podido acceder muy pocas personas, de modo que difícilmente van a tener ninguna opción. Esta situación crea una sensación extraña".

Carles Alfaro, durante una rueda de prensa en Madrid. FOTO: EFE.

El valenciano va más allá en su crítica y cuestiona la naturaleza misma de los galardones. "Los premios en cualquiera expresión artística tendrían que ser exclusivamente reconocimientos a una trayectoria de largo recorrido. Los concedidos bajo la etiqueta de "mejor" me incomodan, porque es un sentido competitivo ajeno a nuestra dedicación. Nadie pinta un cuadro pensando en lo que ganara, sino que parte de la honestidad y de la necesidad íntima. Competir es anacrónico con respecto a la creación".

Su obra Nascuts culpables se hizo en 2001 con el premio al mejor espectáculo revelación y la escenografía de La caiguda fue reconocida el año pasado. "En momentos incipientes un reconocimiento de la profesión te da un apoyo y un empuje, pero lo que cuenta es seguir, trabajar, trabajar y trabajar. El teatro es un arte que por efímero es cruel, porque lo único que queda al final es la memoria colectiva, pero la memoria es muy perezosa, de modo que los éxitos de un momento no van a ningún lado sin una carrera de fondo".

A ese respecto, Alfaro sigue en la brecha. En la actualidad tiene en gira dos espectáculos, la delicada pieza de teatro de objetos Petit Pierre, de la compañía Bambalina, donde dirige a Adriana Ozores y a Jaume Policarpo, y Éramos tres hermanas, una revisión del clásico Tres hermanas a partir de un texto de José Sanchis Sinisterra.

José Sanchis Sinisterra, cinco premios Max le contemplan.

El autor de la relectura de Chéjov es el más premiado de los entrevistados. Sinisterra suma cinco galardones, tres individuales al mejor autor teatral en castellano en 1999, 2000 y 2005 por ¡Ay, Carmela!, El lector por horas y El cerco de Leningrado, respectivamente, y dos colectivos, el premio especial a las nuevas tendencias en 2004 a Teatro de lo Común y el Max de la Crítica en 2012 a su Nuevo Teatro Fronterizo. 

Al gran renovador del teatro español le gusta destacar estos últimos. Teatro del Común partió de la iniciativa de 18 profesores de instituto que montaron el texto Terror y miseria del franquismo. Sinisterra dirigió a un grupo de 26 actores entre docentes y alumnos de varios institutos de bachillerato de Madrid. De modo que la concesión del premio lo llenó de felicidad "por la alegría de los profesores y de los muchachos". Nuevo Teatro Fronterizo es su nueva aventura, un proyecto de investigación teatral en Lavapiés. "El Max fue un reconocimiento muy gratificante, porque es un espacio que he abierto en el peor momento. Se trata de una iniciativa muy marginal, que ni siquiera es de producción de espectáculos ni sala alternativa. La relación con el barrio atrajo la atención de la crítica, así que más que voto de confianza ha sido de fe, porque no habían pisado el local".

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