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'LA PANTALLA GLOBAL'

'Nostalgia de la luz': una oportunidad única en la Filmoteca de Valencia

EDUARDO GUILLOT. 20/05/2014 Dos sesiones para ver uno de los documentales más galardonados de los últimos años, dirigido por el veterano cineasta chileno Patricio Guzmán

VALENCIA. Es evidente que sin rendimiento en taquilla es imposible mantener la industria cinematográfica, y que esa circunstancia ha ido acercando cada vez más la filosofía de las productoras y distribuidoras independientes a la de las grandes compañías. No se explica de otro modo que una marca de prestigio como Avalon acabe estrenando en nuestro país un engendro como Brick Mansions (Camille Delamarre, 2014), en busca de un público ajeno al cine de autor que, sería absurdo negarlo, es el que dicta el éxito o el fracaso de una película a nivel comercial.

Bien es cierto que no todo está perdido. Algunas pequeñas empresas siguen apostando por hacer llegar a la audiencia joyas como La imagen perdida (L'image manquante, Rithy Panh, 2013), magnífica coproducción franco-camboyana premiada en Cannes y nominada al Oscar que, si no fuera por el esfuerzo de la modesta Abordar Distribución, no hubiera accedido a las pantallas españolas. Eso sí: No a todas. En Valencia, por ejemplo, ha sido imposible verla. Por eso es fundamental el papel que juega la Filmoteca estrenando en la ciudad algunos títulos que, de otro modo, nunca encontrarían a su público.


CITA INELUDIBLE EN VALENCIA

Otro caso flagrante es el de Nostalgia de la luz (Patricio Guzmán, 2010), una película proyectada en Cannes, ganadora del Premio del Cine Europeo al Mejor Documental, que ha pasado por algún certamen español (San Sebastián, Huelva, Lleida), pero nunca logró despertar el interés de una distribuidora que se arriesgara a proyectarla en las pantallas comerciales. Ahora, la Filmoteca la recupera en dos sesiones que deberían ser cita ineludible no solo para cinéfilos y amantes del documental, sino también para todos aquellos que consideran el cine como una herramienta imprescindible en el proceso de recuperación de la memoria histórica. 



En palabras de su autor, se trata de una película "sobre la distancia entre el cielo y la tierra, entre la luz y los seres humanos, y las misteriosas idas y vueltas que se crean entre ellos". Un film escalofriante localizado en el desierto de Atacama, al Norte de Chile, a tres mil metros de altura, donde astrónomos procedentes de todos los rincones del mundo se reúnen para observar las estrellas desde un enclave privilegiado, ya que la transparencia del cielo permite ver hasta los confines del universo. Sin embargo, abajo, en la tierra, la sequedad del suelo preserva restos humanos intactos para siempre: momias, exploradores, mineros, indígenas y osamentas de los prisioneros políticos de la dictadura. Al mismo tiempo que los astrónomos buscan vida extraterrestre, un grupo de mujeres remueve las piedras del desierto en busca de sus familiares desaparecidos durante el régimen de Augusto Pinochet.

Mediante unos testimonios poderosísimos, capaces de llegar al corazón del espectador con una fuerza emocional extraordinaria, Patricio Guzmán articula un duro alegato contra el olvido que no solo resulta necesario en la actualidad, sino que sigue resultando incómodo en ciertos sectores: Pese al amplio reconocimiento internacional de la película, cuando se proyectó en la Televisión Nacional de Chile, en 2013, fue mutilada considerablemente, en un acto de censura que provocó el rechazo de los medios de comunicación independientes y el envío de una carta por parte de Guzmán a Mauro Valdés, director del canal.

Patricio Guzmán

Más aún: en octubre del año pasado, el documental volvió a ser censurado, esta vez durante una proyección educativa en un instituto de Curacaví. La directora del centro interrumpió la sesión alegando que los temas relacionados con la dictadura "son cosas que no se pueden tratar en los colegios". De nuevo, el director escribió una carta, esta vez a la ministra de Educación chilena, Carolina Schmidt. Las heridas en Chile siguen abiertas, y no faltan quienes prefieren echar (más) tierra sobre los sucesos del pasado en lugar de restituir la memoria de aquellos que sufrieron persecución y muerte a manos de una dictadura asesina. La tentación de establecer paralelismos con la realidad más cercana es demasiado evidente.

CINE MILITANTE

Patricio Guzmán nació en agosto de 1941. Tiene 72 años. Toda su carrera cinematográfica ha estado centrada en el desarrollo de un cine documental de carácter político. "Las escuelas de cine latinoamericanas están volcadas a la ficción. Casi nadie enseña documental", declaró recientemente. "Ahora hay más alumnos que se interesan por el documental. Pero también hay una actitud oportunista: muchos jóvenes se decantan por el documental porque es más 'fácil' de producir que una ficción. Ignoran que el documental pide una actitud distinta y que no es solamente una 'especialidad', sino una vocación que exige mucha más energía y ética que la ficción".

Sabe de qué habla: Su primer largomatraje, El primer año, data de 1972, aunque llevaba realizando cortos desde 1965. Andrés Linares, en su valioso ensayo "El cine militante" (Castellote Editor, 1976), sitúa a Guzmán en la misma línea de cine político preconizada por el Comité de Cineastas de la Unidad Popular, con Miguel Littin a la cabeza. Procedente de la Universidad Católica de Chile y graduado en la Escuela Oficial de Cine, Patricio Guzmán presenta en su opera prima "una amplia panorámica de la hitoria reciente de Chile, con la continua lucha de sus masas oprimidas por alcanzar la liberación económica y política".


El maestro Chris Marker vio la película y se ofreció a estrenarla en Bélgica y Francia, aunque su colaboración con el chileno sería aún más importante en 1973, cuando le proporcionó los rollos de película necesarios para que pudiera filmar La batalla de Chile, su obra más importante, una trilogía cinematográfica sobre el último año de Salvador Allende en el gobierno. El rodaje terminó el 11 de septiembre, el día del golpe de estado de Pinochet, y Guzmán fue detenido y recluido durante dos semanas en el Estadio Nacional. En cuanto pudo salir, recogió el celuloide y huyó a Europa, donde pudo montar un documental que es un hito en la historia del cine latinoamericano. Nadie más capacitado que él para contar una historia como la de Nostalgia de la luz.

 

DOS ÚNICAS SESIONES

Solo una vez intentó rodar ficción Patricio Guzmán. Fue en 1983, con La rosa de los vientos, que se presentó en Cannes pero "fue un fracaso completo", según sus propias palabras. "Fue por tratar de hacer una película distinta y ser demasiado ambicioso. En todo caso, nuestra tarea principal es contar buenas historias, ojalá sin efectismos, sencillas y humanas, que hablen por sí solas, donde las imágenes te muestren la realidad, y no a través de un locutor. No me gustan demasiado los documentales donde el locutor ocupa el espacio del relato y después se le cuelgan unas imágenes ilustrativas de todo lo que él dice. Tiene que haber un desarrollo cinematográfico, a base de personajes, y que el espectador mismo vaya extrayendo una conclusión". 

Guzmán apuesta por un documental de creación que impida perder la memoria a la ciudadanía de su país. "Creo que, con los años, las cosas se van a ir aclarando lentamente. Cuando filmé la película, aparecieron tres cuerpos. Y van a seguir apareciendo como un goteo durante años. Nadie habla, pero van a aparecer porque en el desierto se conservan, hay muchas minas, hay mucha gente que excava, no solamente las mujeres. Esto va a durar cincuenta o sesenta años más, y ha causado un importante daño al país, porque la memoria no es solamente un tema intelectual o de profesores universitarios o de gente con formación diferente que lo normal. La memoria es una adquisición de los pueblos modernos y hay que utilizarla para justamente dar más energía a un pueblo".

Él vuelve a hacerlo con una película imprescindible, que la Filmoteca, pese a los recortes en proyecciones y la disminución en los presupuestos asignados a la confección de ciclos y retrospectivas, estrenará en Valencia los próximos 30 de mayo y 1 de junio. No se permitan quedarse en casa.

 

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