VALENCIA. Si las expectativas ante el fondo del debate eran bajas, los resultados desde un punto de vista formal han sido más que mejorables. El pulso entre los cabeza de lista al Parlamento Europeo de Partido Popular (PP) y del PSOE, Miguel Árias Cañete y Elena Valenciano, ha estado plagado de errores de bulto y algunas malas prácticas que poco han contribuido a elevar el nivel de la confrontación.
En un escenario sobrio que se debatía entre el gris, el negro y algunos discretos reflejos azules, Cañete ha preferido ir vestido ‘de ministro': traje azul oscuro, camisa de gemelos y corbata roja (aunque se haya quitado las gafas, pese a ser un elemento distintivo que ha llegado a ser usado como tal en su propia propaganda); mientras que Valenciano ha optado por una versátil blusa azul que, si bien le favorecía, coincide con la gama de colores asociada al Partido Popular.
Cada uno de los dos ha llegado pertrechado con sendos bolígrafo que, en repetidas ocasiones, han adquirido la condición de simbólicas armas, al ser blandidos por los oponentes como en un combate de esgrima. Tanto uno como otro se han acompañado de papeles, pero la cantidad que llevaba Cañete y lo aparatoso que resultaban sus movimientos al pasar las páginas han distraído tanto en sus intervenciones como en las de su contrincante, al colarse en su tiro de cámara.
CAÑETE: POCA EMPATÍA, MUCHAS GRÁFICAS Y DEMASIADAS 'CHULETAS'
Una vez iniciado el debate en sí, de lo poco positivo que se puede citar a favor de Cañete es que ha acudido a la cita en los Estudios Buñuel de TVE con una buena lista de datos y algunas buenas frases para animar a los miembros de su parroquia; si bien parece que agotó su capacidad memorística cuando se sacó la oposición a abogado del Estado.
Entre todo lo que ha leído y la cantidad de gráficas que ha presentado, el candidato popular podría haber hecho el debate por escrito. Los folios rellenados a mano que ha mostrado continuamente (salvo en los temas de agricultura, lo suyos, vamos), y el nulo dominio de la telegenia, que le ha llevado a clavar los codos en la mesa desde el principio hasta el final, han transmitido una inseguridad que ha debilitado la defensa de su línea argumental.
También los nervios le han gastado una mala pasada a la hora de hablar. A pesar de ser un orador experimentado, ha corrido demasiado en muchos momentos de su intervención, llegando a atropellarse en distintas ocasiones o a incluir con calzador determinados temas que no quería dejarse en el tintero, como la denuncia de los "movimientos disgregadores" y antieuropeos en la última sección del debate.
Se ha echado en falta que sonriera más e intentara trabajar la empatía con el espectador. Además, poco ha contribuido a la cercanía y a la confianza con el electorado más joven la elección del "Ustedes" para hacer llamadas de atención o referirse a los problemas más próximos al ciudadano.
VALENCIANO: MUCHAS SONRISAS, ALGUNAS RISAS Y VARIOS DESPLANTES
Al otro lado de la mesa, Elena Valenciano ha demostrado como su entrenamiento ante los medios de comunicación durante su etapa como número dos del PSOE le han permitido conocer algunos trucos, pero también distintas malas artes.
A diferencia de Cañete, la socialista ha sabido mantenerse erguida y, a pesar de los nervios iniciales (que le han llegado a quebrar la voz en varias ocasiones), ha conseguido ir soltándose hasta ofrecer un rostro amable hacia el espectador al incluir sonrisas en las referencias positivas.
Sin embargo, este trabajo se veía seriamente perjudicados cuando rehuía la mirada al ser interpelada por Cañete o por determinados gestos de desprecio hacia las explicaciones del candidato popular que transmitían soberbia y falta de modales.
Desde un punto de vista lingüístico, a diferencia de Cañete, Valenciano ha evitado el "Usted" y se ha referido a los colectivos que más le importaban mirando directamente a la cámara, como ha sido el caso al citar temas empáticos como las mujeres y el aborto, los jóvenes y el empleo o la inmigración y sus derechos.
En varias ocasiones, la cámara ha permitido verla con la barbilla alzada y una sonrisa irónica que bien podría generar empatía entre los propios, pero que también estimula el cierre de filas entre los adversarios. Si el objetivo era no movilizar al votante popular, no parece una buena técnica para lograrlo.
Tampoco han sido de buen tono las continuas interrupciones a Cañete y sus risas y comentarios a media voz, que han logrado desconcentrar a su oponente e interrumpir su discurso en distintos momentos del debate. De hecho, la moderadora, María Casado ha tenido que llamarle amablemente al orden al poco de iniciarse la segunda parte del encuentro.
PD: LAS PISTAS DEL MAKING OFF
Algunos de los trucos usados por uno y otro han sonado a conocidos para los aficionados al estudio de los debates o, simplemente, para los espectadores veteranos y con buena memoria. Este es el caso del repaso de los contenidos del programa rival.
A propuesta de Joaquín Almunia, esta fue una de las carta que usó Felipe González en su segundo debate contra José María Aznar en 1993 y que en esta ocasión ha servido a Valenciano para asegurar que el de Cañete no incluía ni la palabra "mujer" ni "fraude fiscal", como el de Aznar no incluía por aquel entonces "desempleo".
Igualmente, Cañete ha recurrido en los momentos de tensión a pedir calma a su contrincante, algo a lo que también recurrió Aznar hace más de 20 años en un debate, por cierto, bastante más entretenido e interesante que el que ha dejado esta pasado noche de jueves.
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