VALENCIA. Si el hombre en Valencia tiene el gusto por vestir a medida, es dentro de un patrón muy clásico. Con la influencia heredada de los artesanos -todos ellos asomándose al umbral de la jubilación- Ascot apareció en un piso de la calle Moratín hace dos años y medio para sumar, cliente a cliente, a una nueva generación de caballeros que comienzan a dar el salto a la sastrería de nueva hornada.
A Rafa Andrés y Carlos Font, hasta ese momento, el corte, las medidas y las buenas costuras solo les habían supuesto una afición. Del hobby a la pasión, en pleno erial de dinero volátil moviéndose en promociones urbanísticas, pelotazos accionariales y demás burbujas, abrieron en la ciudad de Valencia en busca de un cliente joven, dinámico y necesitado de un trato totalmente personalizado.
El piso ahora ya queda como un recuerdo de sus inicios. En su establecimiento de la calle Redención número 1 (muy próximo a la Plaza del Patriarca) hay quietud y silencio. El espacio exacto para acomodar al cliente, medirlo y dejarle hablar sobre sus intereses tiene un punto de relajación, un status de homenaje: "afortunadamente, nuestros clientes son fieles y evolucionamos con ellos", apunta Andrés.
El primero, más próximo al trabajo artesanal en Ascot, no oculta la intención de la firma por "fomentar la moda masculina clásica y la tradición artesanal en Valencia". Sin embargo, eso genera un espacio en el que ellos han buscado desde el inicio a un cliente capaz de ir integrando con el paso de los años algunos riesgos y un espíritu algo menos encorsetado. La ciudad sin duda presenta una competencia mucho más relajada para estos productos tan exclusivos.
Con telas de primer nivel (Loro Piana, Viale Barberis, Gorina) y complementos como las corbatas de la italiana Altea, los clientes "demandan un tipo de traje cada vez más ligero, más cómodo", apunta Font. Algunos ya van por el sexto diseño, en el que la moda influye sin dejarse llevar hasta las excesivas estrechuras de solapas y pantalones que parecen haberse establecido sobre las pasarelas masculinas.
Para las camisas, por cierto, tejidos de Canclini y Thomas Mason. Si el trato es excelente, las telas no pueden ser menos. Y en un sentido empresarial, con estas composturas, Ascot cumple lentamente con su objetivo: captar a la nueva llegada de caballeros con gusto por la sastrería. Un proceso hecho a mano y que el cliente "solo recibe cuando nosotros estamos totalmente conformes con el trabajo que hemos realizado", como marca de confianza según Andrés.
Cada vez más habituales en blogs próximos a su público, varias veces al trimestre viajan a Madrid para atender a algunos clientes importados de la capital. En Valencia los asiduos van sumándose con algún que otro inconveniente por la edad: "tenemos muchos que están próximos a los 40 y con aquello de la crisis por la edad y la fiebre por el running...". Los arreglos y recomposiciones, dentro de unos límites de tallaje, son "asumidos por la casa".
Desde las camisas, en una horquilla entre los 100 y los 180 euros, hasta los trajes que van desde los 650 euros hasta los 1.200, las telas y la artesanía de cada pieza marcan el valor exacto de cada uno de los encargos personalizados. Pero también los complementos (corbatas, zapatos, tirantes...), chaqués, fracs y esmoquins (a partir de los 900 o 1.000 euros) conforman la oferta creciente de esta sastrería a la medida de una nueva Valencia.
Sin duda en Valencia hay buenos sastres,todos los trajes que me hice a medida en los años 90 y 2000 son de tan buena calidad sus telas que aún los puedo seguir usando.Hace falta profesionales en este sector y el coste de los mismos (a quienes se lo pueden permitir hoy) no es caro entre un Ermenegildo Zegna y uno hecho a tu medida me quedo con los últimos aunque lleguen a rozar los 1200 euros.-Los trajes que hacían en "Mangas de camisa" eran buenos al principio Buenas suerte Alejandro Pillado Marbella 2014
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