Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Heródoto, el clásico que nos enseñó a entender al otro
• Nolan, interesado en un remake ‘humano' de Akira
• Las óperas de Palermo y Montecarlo se suman al festival del Mediterráneo

VALENCIA. Llegó el final de la trilogía sobre los 'erasmus' que Cédric Klapisch inició hace doce años con Una casa de locos. Lo que fue una comedia juvenil al uso, simpática e inteligente, se ha convertido con el paso de los años en una franquicia que ha retratado a la perfección, con un tono informal y una cierta y agradable frivolidad, las andanzas de la primera generación de estudiantes europeos que tuvieron conciencia de serlo.

El fin de la trilogía se titula Nueva vida en Nueva York y sigue las peripecias, líos y amores imposibles del grupo de amigos que se conocieron durante un intercambio de 'erasmus' en el año 2002 en Barcelona en la citada Una casa de locos y que después se reencontraron en Londres y San Petersburgo en Las muñecas rusas en 2005.

Xavier, el aspirante a escritor, ya ha cumplido 40 años y todavía no ha sentado cabeza. Decide instalarse en Nueva York para poder estar cerca de sus dos hijos tras su divorcio de Wendy. Allí su vida como padre, marido, novelista y francés sin permiso de residencia en EE.UU. se convertirá en un rompecabezas.

Para Klapisch, "ha sido interesante esperar diez años", una sensación que, según revela, también compartían los actores que han participado en esta trilogía: Romain Duris, Cécile de France, la cada vez más guapa Kelly Reilly y la siempre encantadora Audrey Tautou.

La película se estrenó en Francia de la mano de Studiocanal donde ha superado el millón y medio de espectadores y las críticas han destacado que, en su ligereza, es una película "viva, alegre y llena de energía; irresistible", según la describió Le Journal du Dimanche.

Cuando Klapisch estrenó en 2002 Una casa de locos no tenía muchas esperanzas en que su liviana comedia funcionara en taquilla. Pero para su sorpresa logró un gran éxito en su país y en el resto de Europa. En una entrevista concedida a Europa Press esta semana aseguró que se sentía "intrigado" acerca de la deriva de sus personajes, así que decidió mostrar hacia dónde habían ido sus ficticias vidas. "La vida es como un árbol, es complicado. Hay raíces, va creciendo, salen ramas y hojas que tratan de buscar la luz del sol y siempre de una forma extraña y complicada, pero en el fondo es hermoso", comparaba el cineasta.

Problemas actuales como las separaciones matrimoniales, que en Francia viven el 60% de los niños menores de diez años, son algunos uno de los temas que aborda esta película, así como un trasfondo en el que se intuye un periodo de crisis. Preguntado acerca de una futura cuarta parte, Klapisch cree que una trilogía funciona bien y que es un número redondo para terminar esta historia, aunque no cierra la puerta y prefiere esperar a que pase de nuevo una década.