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VALENCIA. Llegado este día del año los fanáticos de Eurovisión nos sentimos más nerviosos que si de una final del Mundial de Fútbol se tratara. Y más en esta 59ª edición que se antoja la más disputada de los últimos años. Un repóker de candidatos (Armenia, Suecia, Países Bajos, Ucrania y Dinamarca) se postulan para ganar un certamen para muchos caduco y para otros más vivo que nunca.

Lo que está claro es que la audiencia en España volverá a dejar claro que más allá de fanatismos -y frikismos- hay mucho interés por Eurovisión y más en el momento culmen de las votaciones. Basta recordar que el minuto de oro del pasado año, que se registró a las 23:51 horas, tuvo un share del 41%. O lo que es lo mismo: casi la mitad de los españoles que a esa hora veían la tele estaban contemplando las votaciones. Por no decir que fue el programa no deportivo más visto del año.

En esta ocasión la audiencia responderá y más a la vista de lo reñido que se presenta. Aunque desgraciadamente no será por nuestra candidata Ruth Lorenzo, que se quedará fuera del 'Top 15' -pese a que cuento con los 12 puntos de una Portugal que no participó el año pasado- según mi modesta opinión. La opinión de alguien que lleva pegado a este festival desde que tiene uso de razón. Primero con la familia y después en una dulce soledad ante la incomprensión de unos amigos que no entienden como sigo disfrutando con este festival.

Pero se equivocan. Y mucho. Lo bueno que tiene vivir solo es que nadie te molesta y más si te aislas del mundo en un día como hoy donde desconectas los móviles a las 9 de la noche para poner los cinco sentidos en Eurovisión. Una libreta, un boli y una cena acorde con el evento son la única compañía -y más que suficiente- para volver a rememorar un año más la 'pasión eurovisiva'.

Un año más volveré a echar de menos la voz del mítico José Luis Uribarri, pero que nadie dude que desde las alturas -y con esa privilegiada visión- volverá a seguir un año más un festival que por siempre estará ligado a él. Y es que no es lo mismo José María Iñigo. Nadie duda de su valía y de sus conocimientos musicales -empezó de DJ cuando en España eran cuatro gatos los que trabajaban en ello-, pero después de que no reconociera el pasado año entre el público al líder de los fineses Lordi -el grupo heavy que arrasó en 2006- le hizo perder muchos puntos no solo ante mí sino ante muchos incondicionales eurovisivos.

Pero bueno vayamos a lo que importa de verdad. ¿Quién ganará Eurovisión 2014? Yo lo tengo claro: Armenia. Incluso pese a la metida de pata de su cantante, Aram MP3, al 'aconsejar' al ambiguo representante austríaco Conchita Wurt que "ójala en Copenhague le ayudemos a decidir si es un hombre o una mujer". Unas palabras que catapultaron a Wurst en su semifinal. Pero lo cierto es que la voz de Aram es toda una garantía de éxito y más en una balada de menos a más y con un final épico. Aunque en honor a la verdad Armenia no tenga la experiencia de hacer un buen lobby -algo fundamental- como los países nórdicos.

Tras Armenia veo a la 'todopoderosa' Suecia, la favorita de las casas de apuestas, que prácticamente juega en casa y que fue ganadora en 2012 con el pegadizo 'Euphoria' de Loreen que todavía resuena. Sanna Nielsen, que hasta en siete ocasiones se ha presentado como candidata a su país, cargará sobre sus espaldas la responsabilidad de una nación que vive como pocas Eurovisión. Y más después del triunfo hace 40 años de los míticos Agnetha, Björn, Benny y Anni-Frid. ¿Que no les suena estos nombres? Tal vez si ponemos su acrónimo sí: ABBA. Fue en 1974 cuando su tema 'Waterloo', elegida la mejor canción de la historia del festival, revolucionó Eurovisión y relanzó al grupo sueco al estrellato mundial. Una balada potente in crescendo saldrá de los dulces labios de Nielsen.

¿Quién subirá en tercer puesto al cajón? Aquí me asaltan las dudas entre Ucrania y Países Bajos. Mariya Yaremchuk cuentan con el apoyo generalizado de ser de un país que le está plantando cara a Rusia. De hecho en la primera semifinal la ovación fue mayúscula para Yaremchuk y los pitos todavía retumban en los oídos de las gemelas Tolmachevy, las representantes rusas. Pero a decir verdad también hemos visto repartirse votos entre los países balcánicos que no hace muchos se mataban -literalmente- entre ellos. La melodía pop de Yaremchuk es muy pegadiza y con mucho movimiento.

Países Bajos lo bordó en semifinales de la mano de los Commont Linnes, un grupo country formado por Illse De Lange y Waylon. Sinceramente me recuerda a los ochenteros Fairground Attraction y su mítica 'Perfect' que todavía resuena en mi cabeza. 'Calm After The Storm', la canción de Holanda en este festival, tiene ritmo de principio a fin y la Dirección General de Tráfico tendría en esta canción una buena base de cara a sus siempre fríos anuncios... porque esta canción va precisamente de los accidentes de tráfico.

Para cerrar el 'top cinco' veo a Dinamarca porque cuenta con una doble baza: ser un país nórdico con mucha tradición eurovisiva y ser el país anfitrión. Además van a lo seguro: su representante es Bachim, un joven de origen marroquí que es prácticamente un calco de Bruno Mars -físicamente hasta se parecen-, solista estadounidense de reconocimiento mundial y más tras cantar en la pasada SuperBowl. La puesta en escena de Bachim es idéntica a la de Mars como también lo es su ritmo marchoso, melódico y pegadizo.

¿El resto? El nivel ha subido -¡y de qué forma!- en esta ocasión y no me extrañaría a ver en los puestos de muy arriba a Reino Unido, Hungría e incluso Austria con su ambiguo representante. Todo lo contrario que una España que sigue sin llevar un tema en condiciones de victoria por mucho que haga guiños con estribillos en inglés. Saldremos en la posición 19 de los 26 finalistas donde los 'caprichos' del sorteo han querido que los grandes candidatos a llevarse la victoria bien salgan al principio o al final.