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Sorolla, Velázquez, Pinazo...

Diez obras de arte fundamentales que se atesoran en Valencia

C. AIMEUR /FOTO: EFE. 09/05/2014 La inminente cesión del autorretrato de Velázquez al Louvre pone en valor las obras de arte que se atesoran en Valencia

VALENCIA. A finales de este año está previsto que el autorretrato de Velázquez se exhiba en Viena para después viajar al Louvre de París. La pintura, que forma parte de la colección de la Real Academia de Bellas Artes, y que está depositada en el Museo San Pío V, es una de las piezas más relevantes de la producción del pintor sevillano por su singularidad y constituye una de las principales joyas artísticas depositadas en la Comunidad Valenciana.

Antes de ese viaje, el domingo 18 de mayo se celebrará en todo el mundo el Día Internacional de los Museos. En esa jornada los ciudadanos podrán visitar de manera gratuita los museos valencianos, una buena ocasión para hacer un recorrido por algunos de ellos y ver algunas de las mejores obras que se conservan en la Comunidad Valenciana.

Esta lista de 10 pinturas y esculturas, confeccionada con la ayuda de catedráticos e historiadores, pretende servir de guía para quien quiera conocer el mejor arte que se puede ver ahora en Valencia. Son todas las que están aunque, como bromea el catedrático de arte y director del Consorcio de Museos, Felipe Garín, "seguro que se nos olvida alguna". Y es que cada amante del arte en Valencia tendría sus diez. Algo que vendría a ejemplificar la abundante riqueza artística que atesoran los museos valencianos.

1. EL AUTORRETRATO DE VELÁZQUEZ EN EL SAN PÍO V

El Autorretrato de Velázquez (1599-1660) está valorado en más de 24 millones de euros pero su valor real es incalculable. Como recuerda Garín, junto al autorretrato del pintor en Las Meninas, es el único cuya autoría está confirmada. En él aparece el autor con el aspecto que tendría con unos cincuenta años; es decir, habría sido pintado en torno a 1650, apenas unos años antes de que realizase Las Meninas. En él, el artista sevillano se muestra en busto corto, sobre fondo neutro, tan sólo remarcado por la golilla blanca.

La pintura procede de las colecciones vaticanas de donde fue sacada por las tropas napeolónicas. Con el tiempo llegaría a manos de Francisco Martínez Blanch, quien lo legó a la Real Academia de San Carlos en 1835. Fue tras su restauración en 1986 en los talleres del Prado, trabajo realizado por la especialista Rocío Dávila, que se pudo confirmar su procedencia velazqueña. Según algunos historiadores, durante su azaroso periplo estuvo en manos del famoso cantante Farinelli.  Para Garín, esta obra sería la número 'uno' de cualquier listado por las razones de importancia del autor y singularidad. 

2. CONJUNTO DE LA CAPILLA DE SAN FRANCISCO BORJA EN LA CATEDRAL

No sería un cuadro, sino tres. Dos de Goya (1746-1828). El tercero, de Mariano Salvador Maella (1739-1819). El conjunto de la capilla de San Francisco Borja en la Catedral de Valencia es uno de los espacios más coherentes artísticamente hablando de la seo. Lo preside San Francisco de Borja ante el cadáver de la emperatriz Isabel, de Maella, pintado en el año 1787.

El conjunto lo completan dos obras de Goya. Ambas, lógicamente, en torno a la figura del santo valenciano. Una es San Francisco de Borja despidiéndose de sus familiares en su palacio de Gandía para ingresar en la compañía de Jesús y la otra San Francisco de Borja asistiendo a un moribundo impenitente.

"No son sus mejores cuadros", conviene Garín. De hecho, el catedrático de Historia del Arte, Facundo Tomás, si tiene que elegir un Goya en Valencia prefiere Retrato de Joaquina Candado, presente en el Museo de Bellas Artes, pero las dos pinturas de Goya dedicadas a San Francisco Borja son un ejemplo paradigmático de "arte contextualizado", en palabras de Garín. El pintor aragonés fue contratado ex profeso, estuvo en Valencia y las pintó in situ. Eso ocurrió en el año 1788. 

3. LA ESCULTURA DE SAN MARTÍN EN LA IGLESIA DE SAN MARTÍN 

Para la catedrática de Restauración y subdirectora del Instituto de Restauración de Valencia, Carmen Pérez, "es la pieza escultórica renacentista más importante que existe en España" y su restauración fue "el trabajo más relevante que hemos realizado de este movimiento artístico". La escultura de San Martín es una pieza flamenca importada por encargo de Vicent Penyarroja para la Iglesia Parroquial de San Martín Obispo y San Antonio Abad en Valencia.

Fechada en 1494 y con un peso que llega a los 1461 kilógramos, fue instalada en la iglesia el 3 de junio de 1495. Fue atribuida a Pieter de Beckere por Elías Tormo en 1923 y pese a las reservas lógicas esta autoría sigue siendo válida aún hoy para algunos especialistas.

El conjunto ha sido intervenido en cinco ocasiones, de las que solamente hay dos documentadas. Estuvo expuesto dos años en el Museo de Bellas Artes de Valencia. Después volvió a la iglesia a la que pertenece, la iglesia de San Martín en la calle San Vicente. Históricamente se exhibía en la fachada, pero ahora lo que hay expuesto es una copia. El original está en el interior del templo. 

4. EL GUERRERO DE MOIXENT EN EL MUSEO DE PREHISTORIA

El 21 de julio de 1931, un miembro del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, el obrero Vicente Espí, halló esta pequeña figura de bronce de apenas 7 centímetros durante unos trabajos en el poblado íbero de Moixent.

Es una pequeña joya que está datada en el siglo IV o V antes de Cristo. En ella se puede ver a un guerrero íbero, con un tocado espectacular, a lomos de un caballo mientras sujeta una espada con fuerza. Es, de largo, la pieza más famosa del Museo de Prehistoria de Valencia, que se halla ubicado en el Centre Cultural La Benifència, que gestiona la Diputación de Valencia. Preside las siete salas de la que está considerada como la más amplia colección de piezas íberas del mundo, y se halla acompañado de armas, herramientas y diferentes enseres domésticos como vajillas cerámicas, esculturas funerarias, y adornos personales.

5. ‘TRISTE HERENCIA' DE SOROLLA EN BANCAJA

En cualquier listado que se precie de arte mueble en Valencia hay que incluir una obra de Joaquín Sorolla (1863-1923). Para la mayoría de los expertos consultados, el favorito sería Triste herencia, pintado en 1899 en la playa del Cabanyal de Valencia. Garín destaca que es "una obra clave en la evolución pictórica del artista". Marca un antes y un después.

Tras obtener el premio Grand Prix de la Exposición Universal de París de 1900, el cuadro fue ofrecido al Estado español, que no pagó las 40.000 pesetas que en aquel momento se pidieron por la pieza. Finalmente, se vendió a un coleccionista residente en Nueva York que la cedió a su vez a la Iglesia de la Quinta Avenida de Nueva York donde estuvo depositada durante más de 70 años. En 1981 fue adquirida por la entonces Caja de Ahorros de Valencia, ahora Bankia, por una cantidad nunca alcanzada hasta ese momento por un Sorolla, 240.000 dólares (22,25 millones de pesetas de la época; 133.725 euros). Su regreso a Valencia constituyó todo un acontecimiento.

El título se lo sugirió a Sorolla su buen amigo el periodista y escritor Vicente Blasco Ibáñez. De hecho si Sorolla lo acabó fue por la insistencia de su amigo, quien le recomendó que no lo abandonara. La escena plasma el drama social de los menores acogidos por el hospital de San Juan de Dios, retratados en el momento del baño. "No sería un cuadro naturalista; cabría definirlo como realista a plena luz", dice Garín. Es la joya del patrimonio de la Fundación Bancaja.

6. EL RETABLO DE FRAY BONIFACIO FERRER DE GHERARDO STARNINA EN EL SAN PÍO V

Dice Garín que si hubiera sido valenciano, lo habría incluido en su libro inédito Cien obras maestras valencianas. Este importante retablo es el conjunto más completo elaborado por el florentino Gherardo Starnina (documentado en 1387, muerto antes de 1413). 

Es una de las obras más exquisitas y detallistas del gótico internacional y se halla en el Museo de Bellas Artes de Valencia, que a su vez salvaguarda la mejor colección de gótico internacional de España. Fue encargada por fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer, con motivo de su ingreso en la cartuja de Porta Coeli tras haber enviudado. La tabla central está presidida por una Crucifixión que incluye escenas relativas a los siete Sacramentos.

Para Garín es una "maravilla". El difunto Fernando Benito, quien fuera director del San Pío V, lo citaba como ejemplo de la profunda huella que dejó el italiano en la configuración del gótico internacional en Valencia. "Hay retablos magníficos en el Museo de Bellas Artes de Valencia, obras maestras, pero éste es para mí uno de los mejores", dice Garín.

7. ‘TARDE DE CARNAVAL EN LA ALAMEDA' DE IGNACIO PINAZO EN EL MUSEO NACIONAL GONZÁLEZ MARTÍ

El Museo Nacional de Cerámica, el González Martí, ubicado en el palacio del Marqués de Dos Aguas, además de poseer la mejor colección de cerámica de España contiene algunas obras ornamentales únicas. La más destacada sería la que para muchos es la pintura más completa del valenciano Ignacio Pinazo (1849-1916), Tarde carnaval en la Alameda.

Así lo cree Felipe Garín y así lo conviene el arquitecto valenciano José Ignacio Casar Pinazo, heredero de la familia. Mide más de un metro de alto por cuatro de largo. Fue realizada a finales del siglo XIX en Godella por Pinazo para decorar el local El León de Oro.

De este lienzo destacaba en un escrito el crítico Javier Pérez de Rojas que superaba "el concepto de pintura costumbrista, a la que en cierto sentido esta obra pertenece", para catapultarse "hacia la modernidad". En ella convergen distintas facetas del artista, que en ese instante se hallaba, según Pérez de Rojas, "en su madurez vital y profesional". "Es, sin duda, una de las creaciones en la que su autor más amplifica la técnica informal y matérica, la concepción más o menos impresionista de su obra, con toques abstractos y gestuales", añadía el estudioso.

8. EL RETABLO DE LA CATEDRAL DE VALENCIA DE LOS HERNANDOS

El responsable de Patrimonio de la Catedral de Valencia, Jaime Sancho, dice que el retablo es una obra que no se presta por mucho que se lo pidan. Junto a los ángeles de la bóveda, constituye uno de los primeros ejemplos del Renacimiento en España. Considerado como una obra maestra del siglo XVI, el conjunto fue pintado entre 1506 y 1510 por la pareja formada por Fernando de Los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina.

Lo curioso de esta pintura es que guardaba en su interior un retablo renacentista de plata, casi como un guardapolvos. El retablo de plata fue fundido en Mallorca en 1812 para acuñar moneda en la guerra contra Napoleón Bonaparte y el tiempo ha puesto en valor a esta singular pintura llena de enigmas y mensajes ocultos, en la que los Hernandos dieron rienda suelta a todas las enseñanzas que habían adquirido de su maestro, Leonardo da Vinci.

9. ‘SOROLLA COMO PRETEXTO' DEL EQUIPO CRÓNICA EN EL IVAM

Facundo Tomás aporta un cuadro del siglo XX a la lista, Sorolla como pretexto. Esta pintura fue adquirida en una almoneda por la ex directora del IVAM, Consuelo Ciscar. Su coste no fue muy elevado. El IVAM pagó por él 120.000 euros a la casa de subastas Christie's. Esta venta se produjo con la intermediación del Ministerio de Cultura.

Fue pintado en 1974 y forma parte de la época en la que el dúo formado por Manolo Valdés y Rafael Solbes crearon tomando referentes de la historia del Arte para después llevarlos a su terreno. En este caso el referente sería el inevitable Sorolla, al que reinterpretan en un tríptico que va de la imitación a la abstracción. Para Tomás la compra fue "una ganga". "Este cuadro vale mucho más". La obra se ha incluido en la exposición por el 25 aniversario del IVAM. 

10. ‘EL SAQUE' DE IGNACIO PINAZO HIJO EN VALENCIA Y GENOVÉS

Completaría la lista una escultura de Ignacio Pinazo Martínez (1883 -1970) por una pequeña diferencia frente a otras propuestas de artistas como Mariano Benlliure. La elegida es El saque, una escultura de 1914 que el escultor, hijo del pintor, realizó cuando estaba becado por la Diputación de Valencia.

Se puede contemplar en tres sitios. La escultura original se halla en el interior del Palacio de la Diputación de Valencia, en el patio. Asimismo se realizaron dos copias a tamaño natural en los noventa que se encuentran en la vía pública: una en la Plaza de Nápoles y Sicilia de Valencia y la otra en el pueblo de Genovés.

La obra constituye todo un "ejercicio de anatomía", en palabras de Garín. En este sentido José Ignacio Casar Pinazo, nieto del escultor, considera que su antepasado llevó a la práctica las enseñanzas de su padre de hacer arte sobre lo que les rodeaba sin caer en el costumbrismo; es decir, convertir en protagonista de la escultura al hombre de la calle, hacer de él un personaje.

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2 comentarios

Incoherencia escribió
10/05/2014 02:48

La figura de Benlliure me parece totalmente inherente a Valencia. Patinazo serio excluirlo de la lista...

Ro escribió
09/05/2014 09:45

Asombrado por la ausencia en este artículo del mayor experto en arte valenciano...y que C. Aimeur lo firme junto a Garín, Facundo, Pérez Rojas, Carmen Pérez, etc...Qué felices todas juntas maripuri...!! Anem a més eh??

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