VALENCIA. Una de mis escenas favoritas del cine es cuando el capitán Louis Renault cierra Rick's Café en Casablanca. Cuando el dueño, Rick, le pide explicaciones, el capitán, todo indignado, le dice: "¡Ésto es un escándalo! ¡He descubierto que aquí se juega!". Nada más darse la vuelta Rick, un trabajador del Café se le acerca al capitán con un fajo de dinero, "Sus ganancias, Señor", a lo que el capitán, sin pestañear, las recibe "Muchas gracias" y prosigue a vaciar el local como si nada.
Esta escena la veo repetirse a mi alrededor una y otra vez. Estos días me viene a la mente cuando veo al fiscal de Nueva York indignado porque las bolsas americanas permiten que haya traders que se aprovechan del sistema para ganarle la partida a otros traders. Hoy los malos son los "HFTs" (High-frequency Traders o Traders de alta frecuencia), y los focos recaen sobre ellos sobre todo a raíz de la publicación del nuevo libro de Michael Lewis, "Flash Boys", que describe los intentos de unos traders de defenderse de los HFTs que les estaban (¿están?) robando la cartera.
Para entender lo que está pasando, qué son los HFTs, y por qué el fiscal de Nueva York piensa que hay un problema que merezca su intervención, primero voy a poner el tema en contexto, desmantelando algunos prejuicios erróneos sobre la negociación en bolsa que podamos tener.
En primer lugar, cuando un pequeño inversor quiere invertir en bolsa, nunca se encontrará directamente con los HFTs, ya que lo normal es que la orden del inversor llegue a un corredor, y éste, a su vez, la ejecute internamente o a través de un broker especializado para reducir costes. ¿Y eso? Si tú envías una orden de compra directamente a la bolsa, primero tienes que pagarle a la bolsa y segundo tienes que hacer bastante papeleo (clearing)-la CNMV ofrece una guía con más detalles. Tu broker puede ahorrarse costes si cruza tu orden con otra de otros inversores clientes suyos (si querías vender busca alguien que quiera comprártela), o se la pasa a un especialista que lo hace por él.
Esto les ocurre a los que invierten directamente en acciones, pero la mayor parte de las inversiones en bolsa de los inversores como yo, que como mucho estamos pensando en ahorrar un dinerillo para más adelante, se hacen a través de fondos de inversión y/o fondos de pensiones, y son los gestores de éstos los que tienen que lidiar con lo que esté pasando en la bolsa. Al final, lo que está ocurriendo a cada instante en el parqué queda bastante alejado del pequeño inversor.
En segundo lugar, está el tema de las bolsas ... sí, en plural: En EEUU existen alrededor de 13 bolsas activas, y las más famosas, la bolsa de Nueva York y el NASDAQ solo representan entre un 40 y un 50 por ciento de las transacciones (más detalles aquí). Estas bolsas son propiedad de empresas privadas y cotizadas que han de generar beneficios para sus accionistas. Como veremos más adelante, uno de los pilares del modelo americano es usar la disciplina que impone la competencia entre bolsas para que las cosas vayan bien.
En tercer lugar, cuando hablamos de la bolsa y el parqué todavía tenemos en mente imágenes de una sala llena de gente gritándose entre ellos, rodeados de pantallas electrónicas repletas de gráficos y números. A día de hoy, el parqué de la bolsa de Madrid es un sitio muy tranquilo donde te puedes encontrar algún que otro broker jubilado jugando al solitario en uno de los ordenadores que hay en la sala. Todas las transacciones en la bolsa de Madrid (y el NYSE, NASDAQ, London Stock Exchange, etc.) se hacen de manera electrónica, normalmente en una nave alejada de centros urbanos y repleta de ordenadores, routers, cables y demás aparatos electrónicos. Graham Bowley, las describe como paisajes sacados de la película `Tron' en su artículo “The New Speed of Money” en el New York Times.
Por último, y volviendo a las bolsas americanas, estas bolsas están conectadas entre sí a través de lo que se denomina el Consolidated Tape (CT). El CT es muy importante porque de él se obtiene el precio de referencia (denominado NBBO), que desempeña un papel fundamental: si tú mandas una orden de compra en una bolsa (por ejemplo, NYSE) y hay un precio mejor en otra (por ejemplo, el NASDAQ), hay una norma (Trade Through) para que tú pagues el precio del NASDAQ y no el del NYSE. Por lo tanto, el NBBO es un elemento clave en todo este debate.
Después de estos prolegómenos nos encontramos en un mundo donde las bolsas americanas son empresas privadas que compiten entre sí intentando convencer a los brokers de que les manden sus órdenes de compra y venta. Y ¿cómo compiten? Como cada bolsa es una plataforma electrónica alojada en una nave, compiten facilitando las cosas a sus clientes: el diseño y hardware de las naves, los ordenadores y los programas de la plataforma.
¿Cuál es el problema? Pues que los brokers que más negocio les dan, sus mejores clientes, son los que están encima del mercado todo el tiempo comprando y vendiendo continuamente, y para estar en ese negocio tienes que ser igual o más rápido que la competencia y así pillar al vuelo las ofertas buenas y esquivar las malas.
Con la tecnología que existe hoy en día, esto significa: (1) tener ordenadores que negocien por ti (los ordenadores no se cansan, no necesitan ir al lavabo, y, sobre todo, procesan información y reaccionan muchísimo más rápido que cualquier humano), (2) tener tu ordenador lo mejor conectado al ordenador de la bolsa y con el cable más corto posible ya que cualquier retraso ("latency") en mandar o recibir órdenes es crucial, y (3) recibir la mejor información de lo que pasa en el mercado que puedas-tanto por el detalle de lo que está pasando, el formato en el que lo recibes, como la rapidez con la que lo recibes.
En EE UU la competencia entre bolsas ha llegado hasta tal punto que todas ofrecen (a) colocar tus ordenadores en primera línea-en la nave donde está la plataforma electrónica, con un cable igual de largo que todos los demás que están en primera línea, (b) redes de conexión de última generación (para los `techies': 40Gps con protocolo UDP), (c) información detallada de cada orden que pasa por el mercado (lo que llaman nivel 2)... y más. Y aquí radica el problema.
El fiscal de Nueva York está preocupado porque los ordenadores en primera línea reciben la información antes de que llegue al resto a través del NBBO (entre otras cosas, recogidas en este artículo de Bruno Navarro para CNBC). ¿Tiene esto sentido? Si volvemos a los tiempos en los que había un patio de operaciones, es como preocuparse sobre el hecho de que los traders que estaban en el parqué se enteraban de lo que pasaba con los precios antes que los que estaban en sus despachos o en sus casas. Parece un poco absurdo, si no fuese porque la ley establece el NBBO como precio de referencia y, si las bolsas adelantan información a alguien sobre lo que ocurre en el consolidated tape (y por ende, sobre el NBBO), podría considerarse ilegal.
Además hay otros temas que le preocupan, algunos que también salen en el libro de Michael Lewis. Uno es que hay una bolsa que está más cerca de Nueva York que las demás (en Manhattan no hay ninguna bolsa, la de Nueva York está en una nave en Mahwah, Nueva Jersey). Lo que les pasaba a algunos brokers es que mandaban órdenes a todos los mercados y para cuando llegaban a los mercados más alejados, los precios habían cambiado. Claro, los que estaban en la bolsa más cercana veían que alguien quería comprar muchas acciones y avisaban a sus colegas/ordenadores en las más alejadas que subían el precio.
Éstas y algunas otras cosas más, que no comento para no extenderme demasiado (como la creación de órdenes de mercado complejas que facilitan las estrategias de algunos tipos de brokers) han generado bastante revuelo entre los defensores y detractores de los HFT. Hasta ahora hemos podido identificar cuestiones específicas sin utilizar el término HFT pero todo el mundo lo usa.
¿Quiénes son los HFT? Pues los que negocian rápido, muy muy rápido. Tan rápido que en lo que un humano tarda en pestañear (unos 300ms) ellos (con su tecnología puntera) pueden haber enviado no una, ni dos, ni diez, sino cientos de órdenes de todo tipo. Cuando te pones a pensar en ello da cierto vértigo, y, a algunos, miedo. Ahora bien, si ser HFT es importante, cuando te pones a contar no está claro quién es HFT y quién no. De hecho en el fondo los HFT no son empresas, ni personas, sino los programas que utilizan esa supervelocidad para hacer dinero (por ejemplo, comprando en cuanto hay buenas noticias y vendiendo cuando las noticias son malas).
Para algunos, los HFT son los malos que se aprovechan de su velocidad para robarle a los brokers honestos, aumentar los costes para el pequeño inversor y poner en peligro la bolsa y el mundo capitalista. Para otros, son parte de la tecnología que está ahí y que se utiliza para hacer dinero como hacen todos los participantes en la bolsa, y si hay unos que son más listos y más rápidos pues ¿por qué no pueden sacarle partido? Si no quieres que te roben la cartera no la dejes al alcance de todo el que pasa. Y por último están los que dicen que los HFT son estupendos ya que son más eficientes y los puedes contratar a menor precio para que ejecuten tus órdenes. En el fondo, como siempre, hay buenos y malos pero lo importante es cómo está diseñado el sistema en su conjunto.
La velocidad y el avance tecnológico son hechos con los que tenemos que lidiar. Uno de los problemas es que todo ha ocurrido muy rápidamente. Los reguladores y las bolsas se encuentran desbordados por las demandas de los traders en primera línea y la complejidad de un sistema que evoluciona exponencialmente. La SEC (y su homólogo para los derivados, la CFTC) lleva varios años intentando ponerse al día y han creado el sistema Midas.
En Europa, la Esma (European Securities and Exchange Authority) también lleva años dándole vueltas al tema (los problemas en Europa merecen un post propio... o más de uno). En cambio hay individuos (como E Hunsader de Nanex) que les sacan los colores a los reguladores día si día también.
En EEUU además se encuentran con que tienen un montón de mercados y que han evolucionado más allá de unas normas anticuadas (¡del 2007!). Se promulgó una ley para fijar un precio de referencia, el NBBO, y ahora esa regulación parece haber creado nuevos problemas.
Y con todo esto, los mercados tienen una libertad de acción bastante amplia, compiten ferozmente entre si, y se les encomienda autoregularse. Es como dejar que la principal fuente de ingresos del capitán Louis Renault sea lo que saque de Rick's Café... pues ¡claro que se juega! Y si el fiscal de Nueva York o la SEC les aprietan tendrán que cerrar el chiringuito (un rato por lo menos).
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