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Leticia Valero: "En África hay poblados que reúnen dinero para que uno de los suyos vaya a España"

MARÍA COSTA. 29/04/2014

VALENCIA. De niña pedía a los Reyes Magos muñecas de color y, de joven le gustaba la música tribal africana. Luego, se olvidó. Hasta que un verano, hace doce años, entró en una agencia de viajes, vio un folleto de Senegal y convenció a su marido de que esas eran las vacaciones perfectas. Al volver ya no era la misma.

Leticia Valera trabaja en el Palau de Les Arts en el departamento de protocolo, ha creado su ONG donde enseña a los senegales valencianos a moverse por el mundo occidental y a los valencianos la riqueza de productos artesanales que elaboran, desde la pobreza, en localidades como Mbour.

Ha abierto un dispensario médico, impulsado la construcción de una escuela infantil, otro proyecto para erradicar la malaria y está inmersa en la construcción de salas de parto. Cuando empezó se planteó si el esfuerzo tenía que hacerlo en África o en España, donde la pobreza sigue una gráfica ascendente.

La falta de recursos en el continente vecino inclinó la balanza. Así nació Kassumay, una palabra del lenguaje wolof, que significa "la paz sea contigo"

-¿Qué tiene Senegal que no tengan otros pueblos africanos?

-Senegal es una república en la parte occidental de África en la que conviven multitud de etnias, razas y culturas, principalmente musulmanas. Conviven. No es como en otros países africanos donde se están matando. Practican la Teranga, que en wolof, significa "hospitalidad", pero a la vez son generosos, cariñosos y felices. Viven en pura esencia. Quien es malo, lo es y quien es bueno, lo demuestra. No te llevas desengaños. Otro aspecto que me enamoró es el país. Pura fuerza vital de colores, olores y paisajes donde todo te llama la atención, incluido lo que no te gusta.

-¿Por ejemplo?
-La práctica de la ablación que pese a estar prohibida se sigue realizando y la pobreza. Te sobrecoge. El guía que nos llevó en el primer viaje, hablaba doce idiomas, y nos mostró en un largo recorrido imágenes de lujo en las zonas de resort, de penuria en los suburbios urbanos, hasta entrar en el neolítico lleno de niños, porque la esperanza de vida es de 50 años, de pastoreo nómada, de chozas de paja, mujeres portando quintales de agua en sus cabezas, amamantando en las calles... Y empiezas a ver malaria, falta de alimentación, de higiene.

-¿Y así quedó atrapada y creo la ONG?
-Sí, todo me cautivó, sus gentes, bondadosas y generosas; la luz, los olores y colores. Volví a Valencia emocionada y comencé recogiendo en tiendas excedentes de ropa, material escolar, juguetes etc... y en navidades volví otra vez. En un 4x4 recorrí el país hasta el sur (frontera con Guinea Bissau), visité poblados y a las familias que me habían pedido ayuda. Fue un viaje inolvidable que cambió mi vida y mi forma de ver las cosas.

-¿Cómo consiguió interesar a otras personas dada la cantidad de ONG,s que existen en el mundo?
-Empecé organizando viajes de sensibilización y solidarios de 7 a 12 personas que crearon el vínculo y que hoy seguimos organizando. Compramos un microbús, dimos trabajo a dos familias, la del guía y la del conductor. Al cabo de un tiempo llevé una máquina de coser. Montamos un pequeño taller que hoy es más grande y cuenta con seis máquinas. Y por fin se constituyó formalmente Kassumay ONG, y abrimos el centro social en Valencia e iniciamos la primera aventura de cooperación internacional con un dispensario médico.

-¿Después de casi doce años, pasa más tiempo entre papeles y solicitando ayudas que en el trabajo solidario?
-Si me pregunta si he dejado de sentir, mi respuesta es no, llevo a África en la piel. También es cierto que como presidenta de esta ONG soy el motor que tiene que encontrar la manera de financiar las necesidades que van surgiendo tanto en España como en Senegal y no son pocas.

-¿La crisis ha complicado la tarea de encontrar ayudas?
-No he encontrado muchas dificultades. África es sinónimo de lucha constante por lo que no cabe desanimarse. Kassumay cuenta con una junta directiva de doce voluntarios embarcados en esta tarea y un comité de honor compuesto por Soledad Giménez, Sitapha Savane y Carlos Álvarez. Gente maravillosa con una generosidad desbordante que emociona. El voluntario lo es igual tanto si hay crisis como si no.

-¿Con qué gobierno local es más fácil negociar con el de Senegal o el valenciano?
-Aquí he encontrado apoyo en la Generalitat y mucho en el Ayuntamiento de Valencia. Y allí, partiendo de que todo es un desorden y los políticos están en lo que están, podemos estar satisfechos con los apoyos que vamos recibiendo y los convenios que vamos firmando. También es cierto que no es lo mismo una gran ONG que una más pequeña como la nuestra con 105 asociados. Nosotros vamos haciendo poco a poco y servimos de ejemplo. Recuerdo una acción de limpieza en la playa con nuestros voluntarios que ha sido imitada por el ayuntamiento local en otros tramos de playa.

-Ayudan también a los senegaleses afincados en Valencia, ¿tantos hay?
-Sí, pero ayudamos también a otros africanos. Semanalmente acuden a nuestros talleres de informática, idioma y costura unas 60 personas. Nos hemos convertido en un centro de reuniones para ellos donde les ayudamos como podemos en cuestiones prácticas.

-En estos años no han parado. Han creado un taller, un dispensario médico y una escuela infantil en Senegal... ¿Por qué cree que después de tantos años recibiendo ayudas directas y a través de ONG, África sigue estancada en la pobreza, la suciedad y la escasez?
-África es un continente riquísimo, pero desorientado. El hombre africano es guerrero y su único objetivo ha sido tradicionalmente cazar. No entienden los cambios. Por el contrario las mujeres africanas son ejemplos a seguir. Mujeres fuertes, acostumbradas a las tareas más duras que cuidan a su familia y salen a trabajar. He comprobado que trabajar con mujeres facilita los proyectos, pese a ser las menospreciadas por la sociedad.

 -¿Entonces cuál es el camino del dinero que llega a África?
-La corrupción. Durante la época colonial el hombre negro adoptó todo lo malo que el hombre blanco le transmitió con sus hechos y poco de lo bueno que decían sus palabras. Las administraciones son pesadas, lentas, no solucionan nada. Son una desorganización constante. En las inauguraciones los políticos aparecen por cuestiones de imagen, pero no les pidas más. No están interesados en solucionar problemas, quieren dinero.

-¿Por eso muchos africanos quieren salir y no volver?
-El índice de paro en el Senegal es impresionante. No hay trabajo. Los hombres deambulan por las calles mirándose a la cara. El africano está acostumbrado a la subsistencia diaria. ¿Qué voy a comer hoy y encontraré para dar de comer a los míos?

-Hay agricultura, pesca, etc...
-Totalmente. Industria textil, curtidos... ¡Pero, es que no saben! En la India la influencia británica ha posibilitado la creación de fábricas que funcionan, mal si quieres, pero funcionan y desarrollado una mentalidad comercial impresionante. En África no la tienen. Vas a comerciar con ellos y no saben ni lo que es una venta al por mayor. Para ellos un collar ha costado hacer diez horas y te van a cobrar por ello. Les dices, pero es que te voy a comprar cincuenta. Hazme un precio unitario. No les entra. No saben nada de nada. En Senegal la mayoría de la población es musulmana por lo que muchos practican la poligamia. El hombre espera que las cuatro o cinco mujeres que tiene le traigan a casa las habichuelas. La vida cotidiana te retrotrae al neolítico.

-Sin embargo, casi todos tienen móvil...
-Es verdad. En las zonas urbanas y de costa lo ves, pero en las zonas rurales y prácticamente abandonadas no. Esa gente no tiene de nada, no están ni censadas. Los musulmanes se casan y se divorcian sin contrato oficial, por lo que igual censan a sus hijos como pasan de ello.

-¿Qué opina sobre la masiva entrada de subsaharianos saltando la valla en Ceuta y Melilla?
-Todos somos seres humanos y deberíamos estar ayudándonos, no limitándonos. No me parece bien lo que están haciendo y menos que no les dejen entrar, porque van a entrar igualmente. Evidentemente si en África los países funcionaran la gente no querría irse. El problema actual es la pobreza, la crisis constante y la existencia de mafias que les venden la idea del cuerno de oro al llegar a España. Hay poblados que han puesto dinero para que uno de sus miembros llegara a España, pensando que volvería con fortuna. Cuando la fortuna se la ha quedado la mafia, no vuelven. El gran problema de los africanos es que no se creen lo que son, ni lo que tienen. Echan las culpas al gobierno y no ven que lo único que necesitan es tener iniciativa privada. Hacer.

-¿Cuántas ONG,s se desinflan en el camino?
-No sé cuántas, pero las hay. Alguna por falta de financiación. Meterte en una aventura como una ONG tiene que ser porque te sale del corazón. Si esperas recibir por cada acción que realizas, olvídate. Hay demasiados problemas en África como para resistir por interés.

-Se acaba de celebrar otra cumbre europea para el desarrollo de África en 2017, ¿cree que los políticos españoles conocen este continente?
-Desconozco si han visto la verdadera realidad, no el África turístico. Pero creo que estas cumbres sirven para dar eco a los derechos humanos, aunque no sirven para impulsar el desarrollo económico. Conseguir que Senegal prohíba por ley la práctica de la ablación genital femenina merece la pena, aunque la realidad sea tozuda y cueste que mujeres y hombres aparquen su cultura animista y cambien de mentalidad. Lamentablemente aún tardará.

-¿Cuáles son los proyectos de futuro de Kassumay?
-Hemos puesto en marcha Laetitia Fusión, un proyecto auspiciado por la Unesco, que es una tienda online donde comercializamos los productos que ellas y ellos realizan con sus manos. Esto permitirá crear puestos de trabajo y trabajar en otros proyectos de cooperación.

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1 comentario

JACOBO RIOS-CAPAPE CARPI escribió
30/04/2014 08:18

LETICIA VALERA ES UNA MUJER EXTRAORDINARIA. QUE DIOS LA BENDIGA.

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