MADRID (EP). En algunas personas los tics parecen formar parte de su personalidad y no plantean ninguna interferencia en lo cotidiano. Sin embargo, estos movimientos físicos o interferencias lingüísticas involuntarias pueden en otros casos convertirse en un auténtico lastre para la calidad de vida de quienes los sufren.
Según explica a Infosalus Carmen Ferrer, psicóloga clínica y vicepresidenta de la sección clínica del Colegio de Psicólogos de Cataluña, estos tics tienen en gran medida un significado y una causa inconsciente, se derivan de la relación con una persona con la que existe un importante vínculo de afecto y suelen ser fruto de un funcionamiento o comportamiento rechazado que requiere satisfacción.
Entre un 1% y un 6% de los niños puede desarrollar un tic aunque en muchos casos es transitorio y no necesita de tratamiento específico. Los tics musculares se dan en gran medida en la infancia de forma benigna y pasajera y sólo su cronificación y la existencia de serias dificultades en el desarrollo normal del menor aconsejan acudir a consulta.
En muchos casos, los afectados por un tic nervioso, ya sean menores o adultos, acuden al especialista debido a otros aspectos de su salud mental como ansiedad, depresión o trastornos del aprendizaje. En los adultos, el tic puede ir asociado a situaciones de ansiedad o estrés pero también a traumas por ejemplo acaecidos durante la infancia.
La especialista señala que no hay que confundir estos tics con aquellos que tienen una base física y que son síntomas de trastornos neurológicos, un grupo de pacientes que además es mucho más reducido y que suelen seguir un tratamiento farmacológico derivado de la enfermedad.
Así, Ferrer relata que sus pacientes llegan desde muy distintos ámbitos como el escolar, las recomendaciones de amigos u otros profesionales de la salud. La especialista subraya que cada paciente debe pasar por un análisis exhaustivo y un proceso terapéutico personal, por lo que la mejoría también depende de cada situación.
Entre los tipos de tics más comunes, Ferrer apunta los movimientos involuntarios de ojos, cabeza u hombros, la ecolalia (repetir lo que dice el otro), coprolalia (decir palabras soeces o asociadas a la escatología de forma impulsiva), rascarse de forma compulsiva o el carraspeo repetitivo.
CONSIDERACIONES BÁSICAS
Ferrer, seguidora de la corriente psicoanalista, señala a Infosalus algunas de las consideraciones previas que se plantean ante la presencia de estos tics nerviosos en adultos y menores:
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.