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VALENCIA. Emigrados desde Cantabria hasta Madrid, los amigos que fundaron un día Templeton han ido dejándose llevar por su propia actividad musical hasta convertirse en actores de pleno derecho en la escena de ‘la gran ciudad'. Una ciudad sede del movimiento nacional desde la que exportan, tras más de una década allí, el que es su tercer zarpazo bajo el nombre de Rosi (Sones, 2014). Esta colección de canciones, con su propia identidad, muestra de nuevo las dos corrientes sobre las que navegan manteniendo el equilibrio estos chicos (y, desde hace algún tiempo, también chica): la psicodelia en su visión más luminosa y el background del ruido noventero. Una fricción que, a veces por arte de magia, confluye en las estructuras de la música pop a las que siguen fieles.

Si bien tras el inicial Exposición Universal (Subterfuge, 2010) optaron por bascular hasta un sonido más orgánico con El murmullo (autoeditado, 2012), dando rienda suelta a una versión mucho más imperfecta por el camino de las cuerdas y las vibraciones folk, en el nuevo disco son los sonidos de los 80 (en lo que a cajas de ritmo y sintetizadores se refiere) y 90 (sin olvidar el ruidismo que les precede) los que toman el mando del concepto musical. Aun así, lo más sobresaliente del -seguramente- más sobresaliente trabajo de Templeton son las letras. Un trabajo que, si bien siempre había sido destacado en sus grabaciones, esta vez cruza barreras muy altas, rememorando pasajes tan intachables como los de Golpes Bajos (‘La gran ciudad') o Radio Futura (‘Fucsia'). Estas dos son, por cierto, las canciones más destacadas de la primera mitad del disco.

Todas estas referencias se diluyen por completo con las citadas estructuras pop -un tanto más libres que en El murmullo- y con la instrumentación de las canciones. Con seis miembros sobre el escenario, el bagaje adquirido con el paso de los años no hace más que mejorar el gusto por la selección de sonidos y la labor de acompañamiento en la producción. Producción, por cierto, que es obra nuevamente de Paco Loco donde pasaron más de 20 días en el mes de enero, en el Puerto de Santa María, hospedados y completamente volcados con este disco.

En este sentido, como pudimos desde CulturPlaza.com al hablar por aquel entonces con Javier Carrasco (guitarras y sintetizadores) -uno de los miembros con más peso en la composición junto a Álvaro Martínez (voz) y Santi Castillo (guitarras)-, las sensaciones de libertad durante el proceso parecían determinar el álbum: "es el disco en el que más libres nos hemos sentido, y puede ser que influya que hace mucho tiempo que no vemos a Templeton como el vehículo para ganarnos la vida. Eso nos ha hecho disfrutar mucho más del proceso y volcar una serie de canciones que, finalmente, sentimos más nuestras".

Con una gran tirada de cuatro temas iniciales (‘La gran ciudad', ‘39300', ‘Fucsia', ‘El látigo'), el medio tiempo ‘Quemando el sol' y la ambiental ‘Océnao' (ésta recupera juegos de matices geniales como los de ‘Lalala - Los Niños de San Ildefonso', de Exposición Universal) terminan por hacer buena la mediana ‘Pálida camarada'. Esta canción, publicada antes siquiera de viajar al Puerto de Santa María para grabar el resto del disco, supone un refresco antes de que ‘Cowboy' y ‘Noches blancas' -las más pop del disco- confirmen el estado de gracia sobre el que han culminado el álbum. Un escalón por debajo, muy en la línea de estas dos últimas, cierra el disco ‘Hortensias' que también pone cierre a un cuarteto dedicado a cuatro visiones dispares y a la vez concéntricas del amor.

Todas estas canciones ya se pueden pre-escuchar a través de esta cuenta en Bandcamp, aunque no será hasta el 22 de abril cuando se podrá adquirir el disco. Por el momento la banda solo cuenta con una fecha en la Comunitat Valenciana; será el próximo 1 de agosto en el Arenal Sound de Burriana, en Castellón.