VALENCIA. Algún conocido le ha gastado ya la broma a Jordi Bernàcer (Alcoi, 1976). "Mañana, examen". A estas alturas, nadie cree que esté a prueba de nada. Simplemente es una alusión a la importancia simbólica que tiene que dirija la última función de la ópera Simon Boccanegra dentro de la actual temporada del Palau de les Arts.
Bernàcer llevará la batuta de la Orquesta de la Comunidad Valenciana este miércoles 9 de abril con Plácido Domingo sobre las tablas en el rol principal de Simon Boccanegra. Junto a ellos los solistas Guanqun Yu (Amelia Grimaldi), Vitali Kovaliov (Jacopo Fiesco), Ivan Magrì (Gabriele Adorno), Gevorg Hakobyan (Paolo Albani) y Serguéi Artamonov (Pietro). Actuarán acompañados del Cor de la Generalitat, formación en la que Jordi Bernàcer es director asistente.
Será la segunda ocasión en que el maestro alcoyano dirigirá ópera en la Sala Principal del Palau de les Arts después de Manon, de Massenet y la tercera producción en la que dirige a la Orquesta de la Comunidad Valenciana tras las mencionadas y El rey que rabió, de Chapí, que se interpretó en el Festival de Peralada. Y será la vez, quizás, que más miradas estén atentas a su trabajo, ahora que se le ve como uno de los favoritos para el puesto de director titular de la Orquesta de la Comunidad Valenciana.
UNA CARRERA DESTINADA AL ESTRELLATO
La carrera del maestro alcoyano va en progresión acendente de manera natural. Su talento ha sido cuidado con mimo durante este tiempo. Inició sus estudios musicales a los seis años, y cursó estudios de flauta, dirección de coro y dirección de orquesta en el Conservatorio Joaquín Rodrigo de Valencia.
–Imagínese con 18 años, a punto de iniciar su carrera profesional. ¿Qué se diría usted ahora si viera a ese Jordi de 18 años?
–Para mí la música es todo. No sé si podría ser algo si no fuera músico. Le diría que intentara hacer lo que yo mismo he podido vivir, que intentara enriquecerse con todo lo vivido. La dirección de orquesta es una carrera de fondo, muy larga, en la que se requiera, además de una gran resistencia, la capacidad de reflexión y de asumir todas las experiencias.
–¿Y qué cree que le diría ese Jordi a usted?
–Creo que no he cambiado –sonríe.
–¿A quién le habría gustado dirigir como maestro?
–Rostropóvich. Lo conocí en una masterclass en Viena y me pareció una personalidad extraordinaria. Tengo un recuerdo excepcional de esas clases porque él nos explicaba obras que se habían compuesto ex profeso para él. Lo que nos estaba transmitiendo ese día era mucho más que una mera clase.
Tras asistir en Viena a los cursos internacionales de dirección de orquesta de Ervin Acél en la Universitt für Musik, en 1997 obtuvo el Premio en Dirección de Orquesta del Verein Wiener Musikseminar. En 2004 dirigió en el Beethoven Workshop impartido por Daniel Barenboim en el Musikverein de Viena. Ese mismo año fue nombrado director asistente del Cor de la Generalitat Valenciana. Y después, con la inauguración del Palau de les Arts, vino todo lo demás. Director asistente de Lorin Maazel, conciertos en el extranjero con Plácido Domingo...
–¿Cómo le eligió Maazel?
–Estaba trabajando en el teatro como director asistente del coro de la Generalitat. Estábamos preparando La Bohème, hacía falta un director asistente. Había estudiado la ópera. Surgió la posibilidad de llevar esos ensayos. A raíz de los ensayos después hice Cyrano de Bergerac con Plácido Domingo. Entonces el maestro Maazel me pidió que le acompañara como asistente en Simon Boccanegra.
–¿Cómo era trabajar con el maestro?
–Todos estos años, aquí en el Palau lo sentí como algo intenso. Era vivir los proyectos como un proceso de creación importante: la puesta en escena, la proposición de una ópera, todo es un proceso de work in progress, todo va sumando, todo va creciendo. Es algo mágico. Todo el mundo va trabajando y va aportando. Estar al lado de él era especial, mágico.
–¿Ha sido el mejor aprendizaje?
–Ha sido muy positivo. La carrera de un director tiene que tener largas miras. Recuerdo todo este periodo con Maazel como algo fundamental. Toda experiencia que enriquezca es increíble.
–Entre ustedes había una especial sincronía. ¿De qué hablaban cuándo estaban solos?
–Hablábamos de libros. Las conversaciones con él iban más allá de la música. En algún momento hablamos de Federico García Lorca. El es un amante del teatro. Lo había vivido con su familia. Me contaba que en su casa se juntaban por las noches y leían entre todos una obra, y cada uno de ellos representaba un papel. Yo le hablaba de Lorca y le regalé obras de él en inglés. El teatro lo llevaba en el adn. La ópera, ese mundo, esa manera de entender el drama, no le era desconocido.
–¿Siguen haciéndolo, siguen hablando?
–Hace poco le he mandado un email. Tenemos un contacto bastante activo.
–¿Qué le dice el maestro? ¿Qué escucha de Valencia?
-Sobre este tema nos hemos hablado. Hablamos de su festival, de mi carrera, le pido consejos...
–¿Le gustaría que el maestro Lorin Maazel volviese de vez en cuando en Valencia?
–Sin duda.
–¿Lo necesitaría la Orquesta?
–Lo necesitaría en la medida que es una persona que tiene muchísimo que aportar. Estamos hablando de un grandísimo maestro por el que además siento un aprecio muy especial y el tenerlo de nuevo aquí sería sin duda especial.
La fama y éxito de Bernàcer no han pasado desapercibidos. Desde hace meses se encuentra entre los candidatos valencianos de la Conselleria de Cultura para suceder a Omer Meir Wellber como director titular de la Orquesta de la Comunidad Valenciana. En el caso de que Zubin Mehta diga no, él está en la cada vez más corta lista de candidatos junto a otros músicos como el también valenciano Gustavo Gimeno.
–Hablemos de la Orquesta de la Comunidad Valenciana. La ha visto crecer. ¿La nota ahora más conjuntada?
–Creo que la Orquesta tiene una posición importante y una calidad y un brillo que viene de toda la aportación que han hecho todos los maestros y también los cantantes, porque a diferencia de una orquesta sinfónica, una orquesta de foso es un trabajo distinto y para su consolidación son precisos tanto los cantantes, del coro, de la ópera, como los profesores de la orquesta.
–¿Dirigirla supone algo especial para usted a nivel emocional?
–Por supuesto. Ya lo he hecho en otras ocasiones pero sí, siempre es especial. Me siento ligado a este proyecto desde el inicio y, además, con esta ópera fue la primera vez que colaboré con Lorin Maazel, allá por 2007. De algún modo he crecido con ella todo este tiempo en el Palau de les Arts, junto con los maestros que la han dirigido, los profesores que la componen y los cantantes de coro.
–De nuevo con el maestro Domingo, con quien ya ha trabajado en varias ocasiones; este año sin ir más lejos en Bulgaria. ¿Es más fácil dirigir a él que a otros cantantes?
–Es realmente fácil porque se trata de un artista de tal magnitud que todo lo que hace musicalmente es natural. Es tan poco artificioso, que en cuanto se conecta con él es muy sencillo trabajar. Hace fácil lo difícil.
–La próxima temporada dirigirá zarzuela en el escenario principal, Luisa Fernanda, con Domingo de nuevo como protagonista y dirección escénica de Emilio Sagi. ¿Tenemos mucho trabajo pendiente de divulgación del género chico entre los más jóvenes?
–El reto de la zarzuela es el mismo que el de la ópera: el reto que nos encontramos es llamar la atención, hacer atractivo los teatros de ópera para el público en general, que ir a ellos sea algo habitual. El propio Sagi ha querido romper con muchos clichés de otros tiempos y la ha acercado a nuestros gustos. Los Comediants hicieron una Verbena de la Paloma muy moderna. Creo que nuestra Luisa Fernanda puede ser un buen ejemplo de ese intento de acercar la zarzuela a la gente joven.
–Habla de hacer que la ópera llegue al gran público; hay gente que piensa que la ópera es elitista.
–A pesar de que tengamos el reto de universalizarla, esa pregunta yo creo que está respondida. Hace mucho tiempo quizá sí pasaba eso, pero hoy no estamos en ese punto, no estamos en esa situación. Quien dice eso no conoce al público actual de la ópera.
–¿Valencia se puede permitir un Palau de les Arts?
–No es tanto permitírselo. El verbo ‘permitir' está ligado a una situación complicada. Creo que una ciudad como Valencia, de sus dimensiones, de su actividad cultural, necesita de puntos de referencia en todas las artes. Y creo que la actividad musical que se genera en el Palau de les Arts y también en el Palau de la Música es importante y sobre todo necesaria.
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