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Lo llaman abrefácil y no lo es

Pesadilla en la cocina

XAVI CALVO. 07/04/2014 Esa bolsa traicionera de macarrones, el blister del pavo en lonchas que nunca volverá a cerrar, el pack de salchichas, el paquete de galletas, inventos traídos del infierno para hacernos la vida más difícil

VALENCIA. Un envase que se rompe al abrirlo, si ha de conservar su contenido a posteriori, es un envase mal diseñado. A partir de esta premisa queda claro que a lo largo de las últimas décadas se ha invertido poco tiempo y esfuerzos en mejorar la funcionalidad de algunos de los grandes protagonistas de la cocina. Se ha diseñado mucho, y muy bien, pero más en lo estético (por la evidente necesidad de los productos para estar posicionados con ventaja en los lineales de venta) que en intentar facilitar el uso de envases y utensilios básicos.

Lo llaman abrefácil y no lo es, NO LO ES.

El abrefácil es probablemente la mayor mentira jamás inventada desde la historia de la criogenización de Walt Disney. Rara vez se aplican correctamente estas dos palabras a un envase en el que realmente se ha hecho un estudio y se ha introducido la mejora de que al levantar una solapa el resto del envase se abrirá, como debería ser, con facilidad. Falta de inversión en modelos que funcionen y un exceso de marketing (o subirse al carro de una tendencia comercial) generan a menudo auténticas epidemias de mala utilización de conceptos en el campo de la innovación. Vendehumos hasta en la sopa.

Materiales no testados (¿quién no sé comió de niño más de un palote con papel por ser incapaz de despegarlo?), procesos no innovados en décadas, la bolsa de dentro de la caja de los cereales, o el propio cartón de la caja de cereales con esos troqueles imposibles que prometen el mejor sistema de abre-cierre y terminan en la despensa pareciendo una planta de reciclaje de papel o un mini-tendedero plagado de pinzas de la ropa.

El siglo pasado trajo grandes revoluciones a las cocinas de los hogares, del electrodoméstico a los sistemas de almacenaje, del frigorífico al envase para guardar distintas cantidades de alimentos a conservar, una sucesión en cadena coincidente con el nacimiento de los primeros supermercados y, consecuentemente, también por la necesidad de las marcas de destacar frente a la competencia.

Un buen día alguien pensó que las aceiteras goteaban y manchaban y diseñó un nuevo sistema antigoteo. Y es que el diseño es función y es forma, y la estética sin función (sea una solución a un problema físico o a un problema de comunicación) no sirve de nada.

La huevera de cartón fue inventada en el año 1911 por el canadiense Joseph L Coyle, y el primer Tupperware llega al mercado en 1944. Cabe destacar como gran mejora a la cocina el diseño original (ya copiado hasta la saciedad) del catalán Rafael Marquina de las vinagreras antigoteo en 1961.

Y qué sería de los zumos o de la leche sin el Tetra Brik, introducido en el mercado en 1963 por los suecos Tetra Pak, que en España reemplazó a la bolsa de plástico y a la botella de vidrio como envase hasta entonces.

El Tetra Brik fue primero mancillado con el "abre difícil" que se aventuraba a decir que no se necesitaban más que los dedos para abrirlo, y en los últimos años se ha incluido como gran novedad el tapón de rosca de plástico accesorio (¡wow!), que necesitó varias versiones catastróficas (pitorro que se despegaba, pieza con anilla en el pitorro, rosca y blister de plástico interior y plástico articulado en dos piezas) hasta llegar al sistema más habitual hoy en los supermercados. Este último sistema adoptado por la mayoría de marcas no es mala solución, pero es el usuario el que no siempre sabe interpretar el uso correcto.

Y si el usuario no sabe que con el tapón orientado en la parte superior es cómo entrará aire a la vez que sale el líquido y así no saldrá éste a borbotones, es porque el envase no ha sabido comunicarlo, es decir, un nuevo error de diseño.

El único error del usuario o del consumidor es cuando reniega del progreso en pos de mantener cierto caché que parecen dar a veces las viejas soluciones. Como el tapón de corcho (o caucho) del vino, incapaz de ser desbancado por el tapón de rosca (más cómodo y que no requiere de otro elemento para ser abierto, y aquí es donde los enólogos y sumillers me ponen dos velas -de diseño- negras), o el ketchup en tarro de cristal que ha de ser eliminado a la fuerza de los lineales reemplazado por el de plástico (más higiénico, limpio y fácil de servir). Así es como el Tetra Brik convirtió a la botella de cristal en prácticamente objeto de diseño de culto.

El diseño puede hacernos más felices. Ya lo decía Sagmeister en su conferencia TED titulada Happiness by Design, en la que hablaba de que la mayoría de situaciones y recuerdos que le han hecho feliz están de un modo u otro relacionados con casos de buenos diseños.

Y es que un diseño que cumpla su objetivo y consiga que un elemento sea funcional y bello reducirá las emociones negativas cuando el usuario se relacione con él. Y así se desprende de un reciente estudio realizado por HTC en el que se demostró que quienes utilizan objetos bien diseñados se sienten más alegres y también potencian sus actitudes positivas e incluso la creatividad. Será por esto que un abrefácil que no abre fácil nos pone de tan mal humor...

De hecho, el síndrome de frustración al no poder abrir un envase (o incluso los daños casusados por afilados blisters) ya tiene denominación en inglés: Wrap rage.

Un medidor de espaguetis integrado en el propio envase, un diseño de Neal Fletcher.

La firma catalana Lékué pasó de ser una empresa de cubiteras de silicona a reinventarse como una de las más innovadoras en cuanto a diseño y practicidad en la cocina, y junto a la británica Joseph Joseph (sus productos son ya habituales en la MoMA Store de Nueva York) han conseguido revolucionar las cocinas de todo el mundo.

Productos de Lékué y de Joseph Joseph.

En España tenemos algunos de los mejores profesionales del packaging con decenas de casos de éxito como Pati Núñez, Lavernia&Cienfuegos o Eduardo del Fraile, quienes aportan soluciones estéticas al diseño, que no sólo corresponden a un tema de comunicar o hacer más bonito un envase sino que muchas veces desde el diseño gráfico se resuelven problemas de uso.

 Soluciones conceptuales de Naoto Fukasawa, Backbone Studio y Smirnoff.

Soy una víctima de las etiquetas. Compro por los ojos y por el diseño de los envases, lo reconozco, y por eso espero que de verdad el diseño nos haga más felices.

Quizá el diseño nos sacará de la pesadilla de abrir por primera vez un paquete de macarrones, o quizá la tendencia en packaging sea la desaparición del packaging y volvamos a tiempos de envases reciclables y rellenables por el usuario en una compra a granel de todo tipo de alimentos perecederos. Pero los sectores del envase o de la alimentación, más allá de plantearse a dónde va su sector deberían pensar en cómo solucionar los problemas de uso que llevan décadas arrastrando y así hacer a sus consumidores un poco más felices.

Ojalá llegue un día en que estas mejoras en la funcionalidad no estén reñidas ni con el buen diseño ni con el bolsillo del consumidor.

Por cierto, hablando de mundos de fantasía, Walt Disney fue incinerado y sus cenizas se depositaron en el panteón familiar de un cementerio privado de Glendale (Los Ángeles).

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1 comentario

Inma López escribió
07/04/2014 21:40

estupendo comentario y además, didáctico, pues siempre hemos utilizado los tetra brik al revés. El diseño debe servir para ayudarnos y no tiene por qué ser incómodo o inútil, sino "útil y práctico, a la par que elegante"

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