VALENCIA. A la hora de revisar la historia del cine norteamericano, pocos realizadores resultan tan llamativos como Ernst Lubitsch. Tras despuntar como cineasta de referencia en la Alemania de Weimar, en la década de 1920 se instaló en Estados Unidos para convertirse, a lo largo de veinticinco años, en directivo de los grandes estudios y maestro indiscutible de directores y guionistas. Lubitsch fue una figura de referencia en el Hollywood de los años 30 y 40 que modernizó el lenguaje cinematográfico.
Uno de sus grandes méritos fue construir su carrera con un discurso subversivo y divertidísimo, que cuestionaba desde el centro mismo de los estudios de producción la moral de la sociedad norteamericana, sirviendo de base a los ataques demoledores que, en las décadas sucesivas, lanzaría Billy Wilder. Los films de Lubitsch tenían la apariencia de comedias ingeniosas protagonizadas por simpáticos arribistas y frustrados aristócratas, pero escondían en su interior un pitorreo atroz contra las falacias del sistema norteamericano.
En una de sus películas más demoledoras, Una mujer para dos, una chica conocía a dos amigos aspirantes a artistas (uno a pintor y el otro a escritor) y, al no saber por cuál decidirse, finalizaba viviendo con ellos un ménage à trois. La chica huía de un matrimonio de conveniencia con un multimillonario y optaba por vivir con los dos amigos, lo que suponía todo un puñetazo contra un orden social construido sobre un concepto único de familia.
Poco después, Lubitsch realizaba Lo que piensan las mujeres, otra película fundamental que gira alrededor de una mujer que, aburrida de un matrimonio insípido, emprende una relación con un supuesto pianista, un tipo con un discurso anodino, un ceporro que no dice más que tonterías: un auténtico hipster de los años 40.
Toda esta guasa que desplegaba Lubitsch riéndose del sistema, pero ridiculizando también a quienes van por la vida de alternativos y rebeldes sin haber leído jamás un libro, fue matizándose poco a poco tras su muerte. 30 años después de Una mujer para dos, François Truffaut realizaba Jules y Jim, que presentaba la relación a tres como un modelo de libertad aunque sin la carga de profundidad política de Lubitsch.
La guinda llegó en 2001 cuando otro francés, Jean-Pierre Jeunet, dirigió Amélie, la auténtica guía gafapasta, una película que parecía un anuncio de compresas de Isabel Coixet con tintes de nouvelle vague: el film nos decía que no hay mejor mundo posible que ser una joven francesa que sigue sus sueños en París trabajando lo justo pero viviendo de manera desahogada. Lo que en Lubitsch era una burla de las apariencias sociales en Lo que piensan las mujeres, Amélie lo convertía en la aspiración de cualquier espectador que quería formar parte del mundo mágico que se mostraba en el film.
Ahora llega a nuestras pantallas otra de esas películas más tramposas que un contrato de preferentes de un banco español. Se titula Frances Ha y trata sobre una chica de California que vive en Nueva York y que intenta triunfar en el mundo de la danza. Las distintas críticas que han ido apareciendo han destacado la película por su "magia", su "hechizo" y todas esas palabras tan bonitas como ridículas para describir un proceso de fascinación y despolitización.
Porque, lejos de ser la enésima y definitiva renovación del cine norteamericano, Frances Ha presenta el supuesto retrato del paso a la edad madura de una manera muy sencilla: si tienes mundo interior pero también dinero, puedes vivir tranquilo. Es lo que tienen los sueños, que el dinero no sólo te permite conseguirlos, sino que también te ofrece tiempo y recursos para el hecho mismo de soñar.
En la película, Frances dice que quiere ser bailarina. Tampoco es que se esfuerce mucho, casi menos de lo que se esforzaba Carrie Bradshaw en su durísimo trabajo de periodista. La película arranca cuando Frances rompe con su novio porque éste le propone ir a vivir juntos. ¿Qué le viene a responder ella? Que no sabe, que tiene casi 30 años y claro, necesita espacio, necesita ser ella misma y, sobre todo, la vemos ser ella misma viviendo una eterna adolescencia en un piso compartido con amigos hipsters, eternas promesas de genio en los campos de la literatura o el arte.
Pero Frances vive ese sueño mientras busca su hueco en el mundo gracias al dinero de papá y mamá, que no falta nunca. Hay un momento de la película en que Frances se agobia, necesita más espacio y más aire, y decide irse en avión a París a pasar un par de días. Cuando vuelve, sigue quejándose ante sus amigos de que no tiene trabajo, ni dinero, vamos, que no sabe qué hacer en la vida. Pero poco importa porque al final consigue un trabajillo en la compañía de danza y eso es lo que provoca su paso a la edad adulta: que se pone a trabajar casi sin despeinarse. Jóvenes, aprended: trabajar sólo depende de vosotros, está totalmente a vuestro alcance con voluntad y responsabilidad.
El director Noah Baumbach nos transmite el ansia de libertad de Frances con una idea totalmente revolucionaria: planos de la chica corriendo por las calles de Nueva York al ritmo de música de David Bowie. Es el grito de furia, de libertad, de la niñita de papá que corretea por las calles de la gran ciudad, cruzando los semáforos en verde por los pasos de peatones y sin chocar con ningún viandante. Una auténtica locura.
Al final, todos los amigos hipsters de Frances acaban emparejados. Su mejor amiga supera una crisis matrimonial porque no es feliz con su marido, un alto ejecutivo con el que se traslada a Japón. Es normal porque resulta fascinante vivir experiencias y expandir tu vida, pero siempre dentro de un orden y visitando los países en plan turista una semanita para volver a la calidez del pisazo neoyorquino.
Frances Ha recorre todos los tópicos de lo peor del cine de las nuevas olas de los años 60, la banalización de los discursos más transgresores bajo el disfraz de "alternativo". No es una película para remover conciencias ni renovar nada, sino para que el cartel promocional quede muy bien en la habitación de cualquier eterna adolescente, colgado al lado de los pósters de Audrey Hepburn y Audrey Tautou.
Luego, a tomar unas cervezas con los amigos del barrio para hablar sobre la película, compartiendo en común esos sueños de libertad que no siguen el modelo destructivo de las películas de Lubitsch, sino los deseos de consumo, sueño y juventud que promete la sociedad capitalista. Unos deseos que satisfacen películas como ésta.
Ficha técnica
Frances Ha
EE.UU., 2012, 86'
Director: Noah Baumbach
Intérpretes: Greta Gerwig, Mickey Sumner, Adam Driver
Sinopsis: Frances es una joven que vive en Nueva York. Tiene 27 años y se siente mayor de modo que decide cambiar su vida de modo radical: corta con su novio, se va a París a pensar y, al regresar, decide buscar trabajo
Dudeee te extendiste demasiado y cometiste algunos errores o no viste bien la película. La madre de Frances se lamenta mientras hablan por teléfono, de NO PODER AYUDARLA ECONOMICAMENTE. Ya refue con eso, el 80% de tu crítica. Ahora que no te guste, no es problema, el problema es cuando redactas una opinion mal estructura y deformada de acuerdo a lo que se te ocurre. No problema, ten tu opinión pero de forma inteligente, con coherencia. Por último, querido, bajate de esa nube, que si estamos tan cerrados que solo vemos lo que queremos ver y creemos que lo sabemos todo, no habrá libro ni película que se salve, pues sencillamente pasa que no aprendemos nada. Ni siquiera a redactar. Besos.
Uff, llego tarde, vine rebotao de otro artículo. Pero hombre, menuda crítica. Abueeeelooo, ya se ha tomao la pastilla esta noche?? Me recuerdas a uno de éstos de IU o PSOE, que para ir de modernos hablan de gustos musicales y sólo les gustan cantautores insufribles y absolutamente ahostiables. El cine (o el arte en general) siempre tiene que ser político y/o crítico, renovador o removedor de conciencias? La madre... y luego me hablan de hipsters. Y es algo que no entiendo mucho, ahora está muy de moda, desde un cierto sector que va de intelectual y estar de vuelta de todo, calificar en sentido peyorativo como hipster algo que, simplemente, no te gusta. Una peli en blanco y negro es hipster? Amelie lo es, o no sólo porque ya tiene sus años antes de que se pusiera de moda el palabro? Y Toy Story 3? Otra cosa para darte un premio es comparar la peli con la Nouvelle Vague. Ésta al menos es entretenida, te guste o no, y al margen de tu sentido del entretenimiento, no hay posibilidad de comparación con esos coñazos insufribles franceses. Te comentaría otros detalles específicos que mencionas de la peli y que me parecen, objetivamente, muy sesgados e interesados, pero bueno, para gustos, colores. Debe ser usted un tipo muy serio. Esperaré con ansias una crítica positiva suya, a ver cuándo hacen el remake de Ciudadano Kane o Metrópolis.
vaya critica de mierda
Es el híbrido de Amelie y Clueless.
Pero la crítica es sobre la película o sobre lo que el crítico sabe de Lubitsch
Una birria, una exaltación de la decadencia capitalista, un engañabobos, un film antirrevolucionario, fascista en definitiva.... Vamos, anda, crítico bolchevique, que no hay nada como filmar proletarios sudorosos estajanovistas que sí saben aprovechar dignamente sus vidas.
¿Hacen yoga?
Prefiero a versión proletaria de "Flashdance". Jennifer Beals tuvo que sudar mucho más para conseguir no un trabajo sino apenas una plaza en la escuela de danza.
Una buen contrapunto sería leerse la biografía de Patty Smith "Eramos unos niños" y sus años de juventud en Nueva York. Rebeldía e inconformismo, pero también soledad, hambre, miseria, SIDA y apartamentos húmedos e inhospitos. Deberían hacer una película al respecto.
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