VALENCIA. Hace un año, Espai Rambleta acogió la primera edición de Rambleta Docs, una muestra en colaboración con el festival Docs DF (México), uno de los más importantes del mundo en categoría documental, que permitió ver en Valencia algunos de los títulos más destacables de entre los proyectados en el certamen centroamericano. En la jornada de clausura se proyectó Searching For Sugar Man (Malik Bendjelloul, 2012), película premiada con un Oscar en 2013 y convertida en auténtico fenómeno popular, que reavivó un interés por el rockumental (el modo habitual de calificar al documental rock) que suele reaparecer de manera cíclica, siempre a partir del éxito de algún film singular que consigue acceder a las salas comerciales y se transforma en acontecimiento.
En su segunda edición, que tendrá lugar del 9 al 12 de abril, Rambleta Docs vuelve a contar con el documental rock, en una jornada que servirá para cerrar la muestra y donde se proyectarán dos cintas de reciente producción. Por un lado, El peor Dios, una aproximación al trío barcelonés Desechables dirigida por Alejandro Montes (exbajista de Monstruación), Nicolás Tarela y Daniel Arasanz (quien debutó en 2010 con Venid a las cloacas: La historia de la Banda Trapera del Río). Tildados a menudo de "Cramps españoles", Desechables fueron más que eso. La crudeza punk de su propuesta sonora, acentuada por la ferocidad de su frontwoman, la indomable Tere González, era el reflejo de un modo de vida al límite, salpicado de drogas y epsiodios oscuros, que terminaría cuando, en diciembre de 1983, el guitarrista del grupo intentó atracar una joyería con una pistola de fogueo y fue asesinado por un empleado, que le disparó desde la trastienda con un arma real. Los directores visitarán Valencia para presentar la película y mantener un coloquio con el público tras la proyección.
Completando el programa, The Punk Singer: A Film About Kathleen Hanna (Sini Anderson, 2013), ganadora del Premio a la Mejor Película en la última edición de Beefeater In-Edit, el festival barcelonés dedicado de manera monográfica al documental musical. El film ofrece un magnífico retrato de la cantante y activista americana, líder de grupos como Bikini Kill, Le Tigre y The Julie Ruin. Además, Hanna fue una de las cabezas visibles del movimiento riot grrrl, que introdujo el feminismo militante en la escena del rok alternativo estadounidense de los noventa. La película, que cuenta con la participación de Adam Horovitz (su marido, componente de Beastie Boys), Kim Gordon (Sonic Youth), Corin Tucker (Sleater-Kinney) o Joan Jett, entre otros, también aborda la dura batalla de la vocalista contra la extraña enfermedad de Lyme, que padece desde 2005. Tras la proyección, Rambleta Docs se cerrará con el concierto de dos bandas femeninas herederas de su legado: Carmonas y De Pirámide.
A UN RITMO IMPARABLE
No hay duda: El género vive momentos de auge. Y aunque el fenómeno es distinto al de Searching For Sugar Man, puede decirse que Pussy Riot: Una plegaria punk (Pokazatelnyy protsess: Istoriya Pussy Riot, Mike Lerner y Maxim Pozdorovkin, 2013) le ha tomado el relevo este año. Su contenido va más allá de la música, pero la película sobre el polémico grupo punk antigubernamental ruso ha sido estrenada en salas comerciales (pese a su origen televisivo) y fue preseleccionada para el Oscar, demostrando que el género sigue conservando una pequeña parcela de visibilidad entre productores y distribuidores. De hecho, el film galardonado como Mejor Documental en la última entrega de estatuillas fue A 20 pasos de la fama (20 Feet From Stardom, Morgan Neville, 2013), un notable trabajo sobre las anónimas coristas de las grandes estrellas del pop que, tras pasar por los festivales de San Sebastián e In-Edit, llegará a las pantallas españolas el próximo 23 de mayo.
Son casos aislados, pero cada vez más habituales, producto del importante incremento que se ha producido en la producción de rockumentales durante los últimos años, que también ha propiciado la aparición de certámenes especializados en el género. Un apogeo directamente relacionado con las facilidades que proporcionan las tecnologías digitales: Hoy en día no es necesario un complicado operativo de producción ni un gran presupuesto para emprender un proceso de filmación con un reducido equipo humano y técnico. El factor clave, en tales circunstancias, consiste en enfocar el tema de un modo novedoso, como ocurre en Kurt Cobain: About A Son (AJ Schnak, 2006), un hermoso film en el que la presencia del líder de Nirvana se limita a su voz, escuchada en off a partir de una serie de entrevistas realizadas por Michael Azerrad. O en disponer de un personaje y un material tan valioso que apenas es necesario ordenarlo para conseguir una película extraordinaria, como en el caso de The Devil And Daniel Johnston (Jeff Feuerzeig, 2005).
CON NOMBRE PROPIO
El género, sin embargo, tardó en arrancar. Como ha explicado aquí recientemente Manuel de la Fuente, las primeras relaciones entre cine y rock fueron puramente propagandísticas, y la mirada realista y de corte crítico que proponía el documental no era la más oportuna cuando el objetivo principal era comercializar el producto musical. De hecho, la película que dio carta de nacimiento al rockumental tardó dos años en estrenarse. Era Don't Look Back (D. A. Pennebaker, 1967), rodada durante la gira británica de Bob Dylan de 1965. La cámara de Pennebaker penetra en la intimidad de los personajes como nunca antes había sucedido. Sin filtros. Como invitado de excepción, el espectador asiste a las interioridades de la vida de un artista en camerinos, ante la prensa o en el backstage, y descubre que no es oro todo lo que reluce, y que Dylan puede ser carismático y atractivo, pero también arrogante y presuntuoso. Don't Look Back inauguraba una nueva manera de mostrar a los músicos en el cine, y se convertiría en un modelo imitado, pero rara vez superado.
Aunque ha realizado documentales sobre los temas más diversos, Pennebaker se ha convertido en un especialista del género, gracias a otros títulos como Monterey Pop (1968), Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1973) o 101 (1989). Lo mismo le ocurrió a los hermanos Albert y David Maysles, herederos del cinéma vérité europeo en Estados Unidos (donde se rebautizó como direct cinema), que han pasado a la historia del rockumental gracias a Gimme Shelter (codirigida con Charlotte Zwerin en 1970), cinta sobre la gira americana de los Rolling Stones de 1969 que terminó con el trágico concierto en Altamont donde los Ángeles del Infierno (encargados de la seguridad en el show) asesinaron a un espectador. Un hecho recogido por las cámaras y que da una nueva dimensión a la película, en la que los Maysles enfrentan a la banda con las impactantes imágenes del crimen.
Cineastas de todo tipo se han visto tentados en alguna ocasión por el rockumental. Jonathan Demme, por ejemplo, filmó Stop Making Sense (1984), un espectacular concierto de Talking Heads, y repetiría años después con Storefront Hitchcock (1998), protagonizada por Robyn Hitchcock, y con Neil Young: Heart of Gold (2006). El rockero canadiense fue también el protagonista de Year of the Horse (1997), donde Jim Jarmusch documentaba una gira de 1996 en compañía de su banda habitual, Crazy Horse, intercalando material de archivo de los años setenta y ochenta. Hasta Jean-Luc Godard sucumbió al influjo del rock and roll y rodó Sympathy for the Devil/One Plus One con los Rolling Stones, en 1968. Y ya se sabe de las inclinaciones musicales de Martin Scorsese: No solo fue el montador de Woodstock (Michael Wadleigh, 1970), sino que filmó el acta de defunción oficial de The Band en El último vals (The Last Waltz, 1978) y se puso al servicio de los Rolling Stones (que, como se ve, siempre han tenido buen ojo a la hora de escoger directores) en la reciente Shine a Light (2008).
No obstante, si existe un director en activo identificado con el género es Julien Temple. También ha realizado películas de ficción, pero desde que dio sus primeros pasos como cineasta oficial de los Sex Pistols, su carrera ha estado marcada por su relación con la música y su particular modo de enfocar el rockumental, que ha dado sus mejores resultados en films estrenados en nuestro país como The Filth & The Fury (2000) o Joe Strummer: The Future is Unwritten (2007), y otros que han pasado por certámenes españoles, como Oil City Confidential (2009), excelente repaso a la trayectoria de Dr. Feelgood, o Glastonbury (2006), sobre el famoso festival británico. Siempre ocupado con nuevos proyectos, en estos momentos prepara Sexual Healing, drama biográfico sobre el cantante Marvin Gaye, y Rio 50 Degrees, documental sobre la ciudad brasileña en la estela de los que ya firmara sobre Detroit (Requiem for Detroit?, 2010) y Londres (London. The Modern Babylon, 2012).
DESDE AQUÍ
Rambleta Docs vuelve a traer el rockumental a Valencia, pero no es la única iniciativa local relacionada con el género. En 2005 y 2006, el festival Beefeater In-Edit celebró un par de ediciones en los desaparecidos UGC Ciné Cité, concentradas en sendos fines de semana, que por desgracia no tuvieron continuidad. Y en 2009 y 2010 fue el clausurado Colegio Mayor Luis Vives el que acogió dos ciclos dedicados al tema. El relevo lo tomará próximamente el Loco Club, que tiene previsto comenzar a programar documentales musicales con periodicidad quincenal a partir del mes de mayo.
En el terreno de la producción, destaca el trabajo de Rubén Soler Ferrer, francotirador que en la actualidad prepara un film sobre la trayectoria de los veteranos Doctor Divago (a punto de conmemorar veinticinco años en activo) y que antes fue la mano derecha de Carlos Aimeur en Teología. Perdimos un imperio por esto (2013) y se zambulló en el proceso de gestación del disco Reflexiones, del cantautor Manolo Tarancón, para realizar un documental que también abordaba el estado actual de la música independiente en España, titulado La inercia de la costumbre (2012). Él es lo más cercano que existe en Valencia a un rockumentalista. Apelativo, por cierto, que aborrece el británico Julien Temple: "Cuando lo oigo, me dan ganas de ahorcarme. Yo soy cineasta", asegura. Y no le falta razón.
Gracias por hablar del género del rockumental, es necesario porque, bajo mi punto de vista, hay que plasmar las vidas de los músicos. Es una manera de devolverles lo que nos aportan. Un saludo.
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