MADRID (Efe). El director de cine Pawel Pawlikowski firma la película Ida, un cuento polaco en blanco y negro en la que la fe y la coherencia de una muchacha se alzan contra lo mediocre; una opción nostálgica que el realizador reconoce haber sumergido adrede, "sin didactismo y sin ira", en la Polonia de 1962. "Quería evitar caer en lo que hace el cine polaco de tocar y volver a entrar en viejas heridas. Yo quería mostrar mi país, pero intentar verlo sin ira, sin deseo de explicar, sin didactismo, y simplemente con una mirada más universal e intemporal. No quiero dar lecciones de por qué somos víctimas u opresores, he intentado huir de eso", precisa el director en una entrevista con Efe.
Ida es el verdadero nombre de una joven novicia que está a punto de profesar sus votos y que, por unos días, se ve obligada a convivir con su tía Wanda, el único pariente que le queda tras la invasión nazi y de la que solo sabe que no se hizo cargo de ella cuando murieron sus padres, por lo que acabó acogida en un convento de clausura. La espiritualidad de la muchacha y los secretos que durante años ha enterrado la tía y ahora deben salir a la luz sirven a Pawlikowski para hablar de temas universales.
"Es una reflexión sobre la identidad, sobre la fe, sobre la historia individual, sobre los vínculos familiares", señala, aunque enseguida puntualiza que no hay opciones claras sobre lo que cuenta Ida. Para su creador, autor también del guion, lo único destacable es que ella "tiene una fe muy fuerte, pero no la fe convencional: esa no es la lección de la película, lo es la coherencia del personaje".
Filmada en blanco y negro, en un formato cuadrado que recuerda al del cine mudo, Ida enlaza secuencias con fotogramas tan hermosos que podrían ser enmarcados como cuadros de museo. "Yo no busqué la belleza en sí, quería hacer una película que invitara a la meditación, por eso la fotografía y la forma intenta huir del drama y de las emociones brutales, y busca la mirada distante y con otro tipo de pasión". "Reconozco", añade Pawlikowski, "que siento nostalgia de la Polonia de aquella época y por eso he intentado plasmar ese mundo idealizado, mágico, un poco melancólico y, sí, muy bello".
Nacido en 1957 en Varsovia, Pawlikowski es un director reconocido por sus documentales históricos (su obra Los viajes de Dostoyevski ganó en su categoría en los European Award de 1991), que ha hecho tanto en cine como para la televisión, como el premiado Tripping with Zhirinisvsky para la BBC.
Desde The Stringer (1998), que no se estrenó en España, y después Last Resort (2000), Pawlikowsky hizo las americanas My summer of love (2004) y La femme du Veme (2011), una película que a pesar de estar basada en un best seller él la convirtió en un poema "sobre el hecho de estar perdido", explica, y aclara que "era también muy espiritual, no estaba tan lejos de Ida".
Cita entre sus influencias cintas tan variadas como La dolce vita, de Fellini; ¿Te acuerdas de Dolly Bell?, de Emir Kusturica; Some Like it Hot, de Billy Wilder, o Taxi Driver, de Scorsese. Y todos los westerns de su infancia. Este estudiante de filosofía y literatura, que ha vivido en Alemania, Italia, Inglaterra y es experto en cultura rusa, desvela que, en su interior, su postura es más cercana a la de Wanda, la tía de la protagonista que ni perdona ni olvida y, al final, no soporta la tristeza.
"Pero me da mucha envidia que exista gente como Ida, que necesita probar la vida para descubrir que no hay en ella nada que le sea imprescindible", resume. La película, que ha ganado como mejor cinta en los festivales de Londres, Varsovia, Toronto y Gijón, se estrena en cines de toda España.
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