VALENCIA. Hay un momento en la vida de toda estrella del pop en el que ésta decide ponerle su propio nombre artístico a un disco. La estadística nos revela que no existe un patrón por el cual podamos determinar si ese, precisamente, es su disco más potente ("el más personal", en respuesta a cualquier entrevista) o si, por el contrario, es aquel en el que ha tenido tal dispersión de ideas que ha acabado acuñándolo con su propia marca para darle el único impulso posible de cara al exigente mercado.
Con pocas semanas de diferencia, Beyoncé y Shakira han optado por bautizar a sus primer disco tras la maternidad con su nombre. Y el resultado es dispar. Dispar desde la puesta en marcha (Beyoncé colapsando con 17 videoclips -el discazo tiene 14 canciones- el espacio online; Shakira, con una cadencia promocional más propia de hace una década) hasta el ‘producto final': posiblemente, el mejor disco de la texana; posiblemente, el álbum que más logra desdibujar la música de la colombiana.
LA METEÓRICA CARRERA DE SHAKIRA
El storytelling de Shakira es de lo más sugerente: tras llamar la atención del público latino por su corte rockero y accesible con Pies descalzos (1995), Shakira inició el proceso de creación de una marca global con el genial ¿Dónde están los ladrones? (1998). Voz carismática, frescura a raudales y capacidad para integrar sonidos locales con el resto de armas que las popstar usaban para imitar las carreras de bestias pardas de los 90 como Alanis Morissette. Años luz, pero con el referente colgando del retrovisor delantero.
Los primeros de pasos de Shakira acabaron rematándose de la mejor manera posible con Laundry Service (2001), el disco más complejo desde el punto de vista de la estrategia en torno a la música de esta compositora y cantante. Fue el primero de los discos pensados 100% a la americana, con una promoción de cheque en blanco y de la mano de una extensa nómina de productores, auténticos hacedores de hits, con apellidos que ya empezaban repetirse como los de Noriega y Ochoa. Eso sí, no se perdieron por el camino las manos de Brendan Buckley, que fue clave en ¿Dónde están los ladrones? y supo catapultarla hasta el siguiente escalón.
El reto era golpear disco tras disco el mercado y afianzar los pies descalzos de la de Barranquilla sobre el star system global. Un mercado, por cierto, copado por las teenagers estadounidenses, siempre dispuestas a rebajar centímetros de ropa con cada nuevo álbum y a aumentar el calor sobre sus montajes en escenarios de giras tan internacionales como interminables. Dispuestas también -y aquí había un punto de ruptura en las posibilidades- a un exceso de vida lo suficientemente retratable por el papel (o el píxel) couché. Shakira mantuvo durante toda esta época y hasta casi el final de la primera década del siglo una opaca relación sentimental junto a Antonio de la Rúa, hijo del expresidente de la República Argentina Fernando de la Rúa cuyo mandato al frente de este gobierno acabó de forma abrupta con su dimisión tras numerosas revueltas sociales en plena crisis del 'corralito' financiero.
Frente a lo mucho de sí que pudo haber dado -y no dio- para la prensa rosa la vida personal de Shakira, la artista encontró un filón diferenciándose y adelantándose con la incursión de ritmos e instrumentos del cono sur en las canciones top de las listas de éxitos. Tanto que influyó a la siguiente generación, esa misma que ahora se da la vuelta para compartir videoclip con ella (Rihanna) y sus discos (el último de la barbados o el mismísimo Prism de Kate Perry) parecen haberle pasado como un avión y por la derecha en estos cuatro años sin enfrentarse a la realidad del mercado.
Antes, canciones potentes, rockeras y tanto carisma en la voz como en su presencia sobre el escenario le llevaron a conseguir los millones de dólares suficientes por parte de Sony, grupo al que pertenecía el subsello Epic Records con el que la colombiana se movió en este ascenso meteórico. Y así llegaron los trabajados puñetazos sobre las listas de éxitos de medio mundo: ‘La tortura' (Fijación oral, Vol.1, 2005), ‘Hips don't lie' (Oral Fixation, Vol.2, 2005), ‘She wolf' (del álbum Loba, 2009) o ‘Waka Waka' (Sale El Sol, 2010). Y, entre tanto, una suerte de segundas espadas alcanzando números uno: ‘Las de la intuición', ‘Gypsy' o ‘Rabiosa'.
Con ‘Rabiosa' y ‘Waka Waka', precisamente, se marca el punto de inflexión entre 2010 y 2011 en el que su vida personal da un giro cuando inicia una relación personal junto al jugador del FC Barcelona, Gerard Piqué. En un éxtasis de comunicación que aúna al deporte más popular del mundo y a una de las estrellas más consolidadas del mercado global de la música, se inicia un parón de casi cuatro años para publicar disco -casi tres en cuanto a los conciertos-, eso sí, ya de la mano de Roc Nation desde su éxito mundialista y hasta el nuevo disco.
SHAKIRA.: CANCIONES ‘RANDOM'
Esa productora, discográfica y casi lobby del establishment -y que capitanea el productor y músico Jay-Z-, es el punto de partida de los sinsentidos de su nuevo disco, Shakira., presentado esta misma semana. Porque en el universo del mainstream la promoción arranca mucho antes de que el disco haya acabado de idearse. Es lo que tiene el show business. En este caso, el tema que abre el álbum ‘Nunca me acuerdo de olvidarte' pasa a ser la primera bala para atacar sobre el público adormecido de su música, pero para este fin la artista colombiana comparte la versión en inglés (‘Can't Remember to Forget You') con Rihanna. Es seguramente la mejor canción del disco, por la funcionalidad del dúo y por el valor del propio tema, pero sorprendentemente ocupa... ¡la última posición del mismo! El videoclip, por supuesto, no tiene la menor intención artística ni atiende al mensaje -que era fácil de atender- más allá de mostrar a ambas mujeres en los cánones estéticamente establecidos.
El LP continúa con ‘Empire', una canción que bien podría haber ilustrado los títulos de crédito de alguna adaptación cinematográfica tan penosa como Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003). Efectivamente, once años después. Con una producción musical como los chorros del oro, salvo que exista una sorpresa en la gran pantalla que la adopte o algún spot a la espera que justifique este derroche de trabajo hacia la nada, quedará como otro de los gazapos del disco y que ha sido elevado a la categoría de segundo single del mismo. Queda claro que a nivel interno confían en el tema tras el que encontramos ‘You Don't Care About Me' que junto a ‘Cut Me Deep', situada poco después, son dos de las piezas más luminosas de todo el disco. Canciones cuyo encanto reside en la recuperación de raíces de Shakira, la primera por el lado más femenino, en un medio tiempo con pulsión de rock latino; la segunda, en alegre sintonía con el reggae. Lo más tibio y asumible del nuevo álbum acaban siendo referencias a un pasado muy pasado.
Justo entre estas dos canciones, que bien hubieran ocupado un discreto tercer o cuarto escalón en sus anteriores discos, aparece ‘La La La', la canción oficial del Mundial de Brasil 2014 pero que aquí se muestra en una de esas carambolas que solo Shakira ha sido capaz de vender a lo largo de su carrera: ‘versión del disco', como si la canción no hubiera sido creada para tal evento. En este cuarto corte ‘La la la' tiene su propia letra -que bien parece haber sido escrita en castellano por Geri Halliwell en mitad de un fin de semana de fiesta en Ibiza a mediados de los 90- e inesperadamente funciona mucho peor que la letra creada para el campeonato mundial de fútbol. La versión con Carlinhos Brown, en ese cada vez más interesante vagón de cola del disco, mantiene esa corriente de incursión del techno y el house más primitivo en la música pop. Muy en la línea que perfectamente destilaron en 2011 LMFAO.
Lo más desconcertante de esta jugada que es crear deliberadamente una canción para un macroevento, y que a tan pocos artistas les ha salido tan bien como a ella con su ‘Waka Waka' del Mundial de Sudáfrica de 2010, es que ahora la canción en su ‘versión del disco' en inglés (otra más) sirva para ilustrar un anuncio de yogures capaces de regular el tránsito intestinal. Sin duda, el número de usos que han alcanzado estos pocos más de tres minutos de música se encamina hacia un récord en mitad del cual el público puede visualizar cuestiones muy distintas mientras suena una misma canción.
Tras el atracón de visiones llega el tema más impropio del disco, ‘23'. A sabiendas de que el nivel de exigencia con la lírica ha ido anulándose a medida que su carrera se globalizaba, cuesta imaginarse a la misma artista firmando semejante letra y música más allá de Pies descalzos. La única canción que casa con la portada del disco y que cuenta para concluir el tema con los sonidos de su bebé Milan, hijo también del defensa culé ya mencionado, y las sonrisas de la artista. Un auténtico mal trago para sobrevivir al primer tercio del álbum.
‘The One Thing' es una canción que, tras lo escuchado, puede mantenerse en un logrado término medio dentro del disco. Recuerda a aquellas obsesiones iniciales de Shakira sobre Meredith Brooks y Alanis Morissette, aunque acierta a la hora de intercalar pasajes de reggaeton que la aproximan a su sonido más característico durante los últimos tres discos. Acto seguido suena ‘Medicine', un dúo con Blake Shelton con el que se entiende ha intentado acercarse al público del country pop. El resultado es tan esperable que no varía el interés sobre el disco.
El noveno corte de este disco ha dado mucho que hablar antes siquiera del lanzamiento del álbum: ‘Loca por ti', una versión en castellano del himno generacional catalán ‘Boig per tu' y cuya presencia en el álbum se resume a ser la canción preferida de Piqué. En cualquier caso, la versión en castellano y especialmente la versión original de esta canción del grupo Sau, es de los momentos más interesantes de todo el disco. En cualquier caso, más allá de Cataluña, Baleares o la Comunitat Valenciana, sin duda será una forma de reivindicar a una banda recordada con nostalgia tras el repentino fallecimiento en 1999 de su cantante y letrista Carles Sabater y, de hecho, con la versión en catalán Shakira culmina un inexplicable cuarteto de cola que supone lo mejor del disco: ‘Boig per tu', ‘La La La Brasil 2014', ‘Chasin Shadows' y ‘Can't Remember to Forget You'.
Obviando valoración alguna sobre ‘Spotlight' y ‘Broken Record', ‘Chasin Shadows' parece incluir los riesgos que tomó con singles como ‘Loba' o ‘Las de la intuición' en anteriores discos. Sonidos de los 80, referencias que pueden ir desde Depeche Mode hasta New Order y que funcionan perfectamente con su voz y con una de las letras en inglés más comestibles del álbum. Eso sí, recluida entre las re-versiones de los singles y el quiebro catalán.
La conclusión final es que el disco es tan ingobernable temáticamente que se acaba por entender aquello de que la portada no tenga conexión alguna con lo que se va a escuchar dentro, que el título es la única variable común entre las canciones y el resultado final -si es que a alguien le siguen interesando los LPs o el consumo consciente de música- es bastante decepcionante. El problema ahora es que, al nivel al que están produciendo sus compañeras del star system en el que se consiguió colocar por méritos propios, Shakira se enfrenta a un gran terreno que recuperar de cara al próximo disco. De la vigencia de los shows en directo, por el momento, no cabe tener la menor duda.
Felipe como te atreves a decir que shakira canta mejor que beyonce, eso nunca, mira que shakira solo canta como alaridos de perro. los discos de bejonce son bien argumentados, tienen un buen mensaje, los de shakira son vacios.
Nadie puede decir que Shakira aposto por lo seguro con este album en los 90 mientras casi todas las mujeres de su region hacian salsa o merengue ella hizo pop con sonidos rock. En el 2011 mientras todos hacian electro y reggueton ella lanzaba merengue, es facil reconocer a esta chica en la radio y es justamente cuando un sonido, una cancion y una voz no suena a nadie mas. Confusa Critica.
Creo que si una crítica considera a Can't Remember To forget You como lo mejor del disco, perdio toda credibilidad posible. Lo único realmente bueno del tema es el instrumental, como la letra no lo es, entonces no puede de ninguna manera ser lo mejor. Cut Me Deep, Empire sí que son buenos, creo que entre los discos de Shakira y Beyonce me quedo definitivamente con el de la primera; Beyonces suena igual a siempre, no innova en absolutamente nada, no experimenta con ningún ritmo, siempre se va a la fácil.
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