VALENCIA. Es casi un mantra: La solución a los recortes en Cultura pasa por el patrocinio privado. Hay que cambiar la Ley de Mecenazgo, dicen algunos gestores culturales. Hay que implicar a la sociedad. Pues no. Es mentira. El patrocinio privado no salvará a la Cultura. No hay soluciones mágicas para problemas complejos.
Al menos eso es lo que puede deducirse de las principales conclusiones que han alcanzado los profesores Joaquim Rius, de la Universitat de València, y Arturo Rubio, de la Universidad Antonio de Nebrija, quienes han dirigido un exhaustivo estudio sobre el modelo español de financiación de las artes y la cultura en el contexto europeo. El trabajo lo han efectuado para la Fundación Alternativas y la Fundación SGAE y se presentó este miércoles en Madrid. Es un texto profundo, interesante, denso, de 118 páginas, que deja claras diversas cuestiones.
La primera de ellas es que los esponsors no son precisamente el mejor compañero de viaje para las industrias culturales. Lo explica el propio Rius. "Hay mucha esperanza en el patrocinio y el mecenazgo, pero en realidad en todos los sitios que hemos estudiado, los patrocinios han bajado durante la crisis". Es algo lógico, previsible, hasta de sentido común. Y es que, como advierte Rius, las colaboraciones privadas son procíclicas, "aumentan en el ciclo expansivo y se contraen con la crisis, lo que ayudan a hinchar burbujas y a deprimir y destruir cuando todo entra en crisis", añade. Es más, ni siquiera cabe la componenda de la cuestión cultural, del hábito porque, añade "incluso en los países con más tradición han descendido".
El estudio mismo lo deja bien claro en uno de sus apartados. "El balance de la primera fase de la crisis, pone de relieve que en un contexto de contracción económica, resulta como mínimo muy aventurado esperar que las empresas puedan ya no mantener, sino incrementar sus donaciones a finalidades sociales", se puede leer.
Así, sigue el informe, mientras en Estados Unidos un número importante de instituciones culturales se vieron severamente perjudicadas por los recortes en las donaciones ya desde el principio de la crisis, en Europa el panorama resultaba mucho más estable gracias al mantenimiento de los presupuestos públicos. En la Europa del norte, claro, porque en España, Grecia e Italia los primeros lugares donde se han recortado las ayudas ha sido en materia cultural.
CUANDO LLEGA LA CRISIS, EL MECENAS SALTA POR LA VENTANA
La propuesta de imitar el modelo estadounidense, lanzada principalmente desde los estamentos gubernativos, esos mismos que apoyan las ayudas a la industria del motor o la recolección del lino, es poco menos que un espejismo, una falacia. Volvamos a Estados Unidos. Las donaciones privadas en este país sufrieron ya en 2008 un descenso de cerca del 7%, el primero desde 1998 y a su vez, disminuyó de forma significativa el porcentaje de donaciones con finalidades culturales respecto el total de donaciones.
El Reino Unido y Francia también registraron datos negativos ya desde el inicio de la crisis. Para los profesores Rius y Rubio y el equipo de profesionales que han participado en el estudio, ambos países constituyen casos interesantes de análisis en Europa. El Reino Unido vendría a ser algo así como el epítome del modelo anglosajón convencional, mientras que Francia sería el nuevo modelo emergente de legislación sobre mecenazgo en Europa, gracias a los cambios legislativos que se realizaron en 2003.
Si bajan cuando hay crisis, ¿que solución sería la ideal para futuro? Rius advierte de que es dificil encontrar una forma simple. En el informe se señalan hasta 31 medidas diferentes que van desde la imitación de modelos nórdicos para los servicios básicos (bibliotecas, archivos, centros culturales de proximidad...) hasta la copia de los modelos de cooperación intermunicipales franceses, a la potenciación de plataformas de crowfunding cultural de interés público, pasando por la creación de tarifas planas culturales en internet como alternativa a la piratería ilegal.
Para Rius es fundamental desandar parte del camino de los últimos años. "Hay que recuperar la inversión pública, pero no se debe hacer de cualquier manera". Y aquí entran las matizaciones. "Las inversiones en infraestructuras deberían ser más racionalizadas, habría que hacer una elección de qué se va a invertir y para qué".
Los valencianos, por ejemplo, pueden pensar en la Ciudad de la Luz, un espacio que costó 265 millones de euros y hoy está cerrada. Pero, por desgracia no es un fenómeno exclusivamente local, como recuerda Rius. El Fórum de las Culturas de Barcelona, la fracasada Expo de Zaragoza, el centro Niemeyer de Oviedo, en España las infraestructuras culturales han sido una auténtica moda costosísima.
La elección de los adecuados retos es importante porque, como recuerda Rius, las grandes organizaciones consumen un 30% de los recursos. "Hay que ver si las grandes operas, grandes teatros, cumplen una función o hay que plantear otros tipos de financiación", dice. "Hay que replantearse lo que se está haciendo, lo que está aportando en valor público a la ciudadanía", añade.
¿Y cómo se mide eso? ¿Cuál es el metro de platino para medir lo que es necesario o no? He aquí el nudo gordiano. Sigue Rius: "Los ingleses desde hace veinte años realizan una combinación de datos de público, de público en bruto y de público cualitativo, junto con los análisis de una comisión de expertos", explica Rius.
LAS INVERSIONES EN CULTURA NO PUEDEN BASARSE EN PREVISIONES
Sería un modelo pero, por ejemplo, difícilmente exportable a la Comunidad Valenciana donde hay serias divergencias ideológicas. Primero, por la propia lengua. Y después, por la apuesta por la Cultura que se ha realizado en los últimos veinte años desde la administración valenciana. En este sentido Rius recuerda que en la Comunidad Valenciana la Cultura se ha planteado "como un recurso turístico, búsqueda de inversiones; en Valencia se ha apostado todo en el sentido del espectáculo". "Todo se construyó en base a una perspectiva incrementalista y optimista, demasiado positiva", añade.
Llegó la realidad con las rebajas. Y el resultado han sido los recortes que han trastocado a las industrias culturales. "Ahora la política de moda sería la construcción de clúster culturales. Es una idea muy seductora que gusta a políticos, e incluso a sectores culturales, pero eso es convertir la política cultural en una mera política industrial", explica.
Ahora España es uno de los países en donde la crisis ha tenido mayores efectos negativos que ha hecho entrar en crisis su modelo de Estado del bienestar y, también la política cultural, el modelo de organización territorial en el que se asentaba una frágil relación entre sus diversas culturas, así como su modelo de desarrollo. Y en este campeonato por la destrucción de las industrias culturales, la Comunidad Valenciana ha conseguido una meritoria medalla de bronce, sólo superada por Aragón (que ha reducido sus inversiones públicas en un 79%, en gran parte por el final de la Expo de Zaragoza) y las islas Canarias, donde la reducción de la inversión pública ha alcanzado el 48%.
La Comunidad Valenciana el 34%. Cerca ha quedado Cataluña con un 32% y Navarra, con similar descenso. Madrid, con sólo un 12%, completa el sexteto de autonomías en las que los recortes en materia cultural han sido una prioridad política. Más que signo de los tiempos, cabría hablar de un retrato de los gobernantes.
puestos a utilizar metáforas que sean buenas: el metro patrón es de platino iridiado, (de iridio, un metal) no irradiado
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