A partir de aproximadamente los 50 años hombres y mujeres deben intensificar sus hábitos saludables para seguir disfrutando con calidad de su vida
MADRID (EP). A partir de aproximadamente los 50 años hombres y mujeres deben intensificar sus hábitos saludables para seguir disfrutando con calidad de su vida. En el caso de las mujeres, esta frontera psicológica y física se tiende a situar por economía de pensamiento en la menopausia. Cada vez hay más mujeres que reivindican que los cambios hormonales no deben suponer una excusa fácil para explicar la variabilidad en su cuerpo y en sus emociones.
La menopausia se caracteriza por la ausencia de reglas durante un año entero, desaparece la función ovárica y disminuyen los niveles hormonales. Los síntomas más comunes y que pueden detectar las mujeres son los sofocos, el insomnio o la sequedad vaginal. Estos síntomas son de aparición muy variable, en algunos casos casi imperceptibles y en otros capaces de afectar a la calidad de vida de la mujer.
Según explica a Infosalus Pía Martín, coordinadora de la Unidad de la Mujer de la Clínica La Luz y experta en 'coaching' para la salud, "hay muchos tabúes, no hay que cambiar la vida por la menopausia, las mujeres no somos tan dependientes de las hormonas y somos muy capaces y podemos controlar las emociones".
Entre los síntomas más subjetivos de la menopausia se encuentran la falta de libido, la irritabilidad o el aumento de peso. Síntomas que pueden asociarse a la menopausia pero que según señala Martín, pueden tener otras causas y solucionarse con un estilo de vida más saludable. La doctora apunta a la necesidad de asumir la edad con naturalidad, vigilar la salud ósea y pasar por los controles médicos necesarios para prevenir cualquier tipo de patología.
Según señala Martín, a esta edad en hombres y mujeres se producen cambios físicos que pueden deberse al avance natural de los años o al estilo de vida pero que en el varón no se suelen etiquetar y en la mujer se atribuyen a la menopausia con un carácter en ocasiones despectivo. "A partir de los 50 hay que cuidarse más y asumir los cambios propios de la edad y, sobre todo, las mujeres no tenemos que sentirnos en inferioridad", señala Martín.
CUIDAR LOS HUESOS
Un síntoma común de la menopausia que las mujeres no suelen detectar es la osteopenia, una disminución en la densidad mineral ósea que puede derivar en osteoporosis y en un consecuente aumento en el riesgo de fracturas óseas.
Por eso es clave incluir más lácteos en la dieta y alimentos ricos en calcio como legumbres, frutos secos, verduras, pescado azul o mariscos como los langostinos. Además, hay que aumentar el consumo de nutrientes que ayuden a la mineralización de los huesos como fósforo, magnesio y vitamina D.
Junto a la práctica de ejercicio moderado, tomar el sol de forma segura ayudará también a promover la salud ósea. Por supuesto, Martín señala que dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol ayudarán en este propósito de llevar una vida más saludable.
REEMPLAZO HORMONAL
Aunque hace unos años se empleaba el reemplazo hormonal en muchas mujeres para el tratamiento de los síntomas de la menopausia, en la actualidad se restringen mucho estas terapias y sólo se emplean en los casos en los que la calidad de vida se ve más alterada.
Son principalmente los sofocos exacerbados, los golpes de calor repentinos e incontrolables en los que existe un nivel tan elevado de sudoración que interfiere con el desempeño de las actividades cotidianas e incluso el sueño, los que llevan a la terapia hormonal que además se realiza por periodos controlados de tiempo.
"Si no hay sofocos no es necesario el uso de terapia hormonal", señala Martín, que insiste en el cambio a unos hábitos saludables en el estilo de vida que controlen el posible aumento de peso o las alteraciones en el sueño, así como tratamientos tópicos que puedan ayudar a combatir síntomas como la sequedad vaginal que interfieren en las relaciones sexuales.
En los casos en los que los síntomas son más manejables en este centro madrileño emplean el tratamiento con un fitoestrógeno denominado genisteína procedente de la soja, un componente químico similar al estrógeno humano pero de origen vegetal.
Martín advierte que no todos los productos derivados de la soja que se encuentran en el mercado contienen este componente y aunque esté presente los niveles de concentración también varían por lo que no se pueden esperar los mismos beneficios para la salud de su consumo.
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