VALENCIA. Él mismo se autodenomina como "el otro de Pereza". Rubén Pozo (Barcelona, 1975) no titubea al reconocer que el éxito con el grupo conformado junto a su amigo Leiva (José Miguel Conejo Torres) "me hizo creer que ya lo sabía todo sobre la música, pero empecé a tocar solo. Por suerte la vida siempre está ahí dispuesta a darte una colleja", comenta en el incio de una conversación con motivo de su actuación esta noche de viernes en el Casino Cirsa Valencia.
Este "músico de banda", autodidacta, inició sus pasos en el mundo del rock and roll desde el instituto, lugar de origen de ‘Buenas Noches Rose'. De la separación de este grupo nacieron Le Punk y Pereza, banda en la que Pozo inició su andadura como voz principal para ir dejando más espacio a un Leiva que, recientemente también, ha iniciado su camino en solitario. La pausa del dúo sigue siendo temporal y no cuesta imaginarlo al escuchar hablar tan bien al uno del otro.
Un año después del lanzamiento de su primer disco en solitario (Lo que más), Pozo ha actuado casi en tantas ocasiones como lo haría Pereza en una única temporada, pero esta vez enfrentándose solo, con sus guitarras acústica y eléctrica, a un público muy reducido. Recorriendo toda España, llega a Valencia Capital días antes de marcharse a una gira con banda por Argentina.
-Un año defendiendo un proyecto ‘a pelo', tú, tus guitarras y el público. ¿por qué etapas has pasado, qué sensaciones tienes?
-En todo el tiempo que llevo en la música siempre he estado en bandas. Siempre he estado arropado con un grupo y, la verdad, he querido tener la mente abierta para abordar esta etapa. Y ha sido increíble. Estar solo con mis canciones y con el público me ha servido para darme cuenta de que la vida.
-Desde luego, ya no tienes el foco sobre ti de la misma forma que sucedía con Pereza. ¿Cómo convives con este nuevo espacio de comunicación de tu música?
-El foco es... caprichoso (risas). Uno quiere estar debajo de el, pero nunca lo consigue al 100%. Y la cosa, afortunadamente, funciona a ciclos así que el músico que lleve unos cuantos años en esto ya sabe cómo va el mundillo de verdad. Cuando las cosas están bien no hay limusinas ni putas ni cocaína. Cuando va mal, no estás enyonkao en una calle tirao comiéndote la mierda. Es mucho más gradual. Pero sí, uno intenta ir hacia el foco siempre y cuando lo que haga esté dentro del amor que tiene por su trabajo, que en este caso es la música.
-Eso incluye una nueva realidad en los espacios de radiofórmula.
-Yo respeto especialmente lo que supone crear un hit. No siento que tenga que ir vomitando sobre lo que hace alguien aunque a mí no me llegue. Hay bastante gente antes que un artista sobre el que echar pestes. Pero las FM siempre han jugado a lo mismo desde su aparición. No creo que haya cambiado. Creo que actualmente Internet ha dado la vuelta a la forma en la que se escucha la música, porque la gente lo hace de una forma muy personalizada. A mí me sigue gustando el DJ de la radio que selecciona por ti, pero Internet provoca que la gente se acerca a músicos de otra forma. Y músicos, por cierto, que gracias a la Red no tienen que ser hijos de nadie ni estar apadrinados por nadie, algo que también es una cosa propia de nuestro tiempo.
-Salas pequeñas y mucha carretera. ¿El viaje te ha servido para explorar dentro de ti, para re-descubrirte?
-He conseguido descubrir nuevas emociones, nuevas visiones sobre todo lo que podía vivir en torno a la música. El formato en solitario lo que consigue es despejar la ecuación hasta dejarla al mínimo, porque una canción nace así, con una guitarra y canturreando y con un boli en la mano. Quería que el público tuviera esa sensación de cercanía sin dejar de entender que el concierto es un show, pero en este caso al que se viene a escuchar al artista muy cerquita.
-Y ahora te marchas a Argentina donde vas a actuar con banda. ¿Se va apagando la necesidad de enfrentarte solo al público?
-No, que va, pero es que en Argentina nos han dicho que este formato no iba a funcionar bien. He insistido en que no es un concierto acústico, porque también llevo mi guitarra eléctrica, pero al final me acompañarán los miembros de una banda de allí, Siete Abriles. Ellos son seguidores de mi trabajo y para ellos es un honor igual que para mí dejar que me acompañen en estos seis conciertos. Eso sí, un par de canciones asolas no me las quitará nadie.
-¿Así que no te ves parando la dinámica del concierto asolas?
-No me veo dejándolo, la verdad. Me gustaría seguir haciendo estos conciertos para sitios canijillos, en pequeños teatros. De hecho es una experiencia que le recomiendo a cualquier músico de banda que no se haya atrevido. A parte de lo que uno hace con su grupo, si eres compositor y cantas tus canciones, enfrentarte asolas al público es una asignatura pendiente que te va a hacer crecer mucho.
-De los muchos amigos que tienes en el mundillo, ¿alguno te animó a dar el paso?
-No, fue cosa mía. Pero recuerdo que el primer día fui al local de ensayo a por la acústica para llevármela a casa y me crucé con Ariel Roth. Total, nos paramos a charlar un momento y le dije lo que iba a hacer y me dio un consejo: "llévate también la eléctrica". Le dije que no, que quería buscar el rollo acústico, pero acertó de pleno y lo recuerdo. Al final la eléctrica está en el set con todo su protagonismo.
-Por cierto, hablábamos de tu pequeña gira en Argentina. Ahora que aquí hay menos oportunidades para los artistas, ¿queda claro que el mercado latinoamericano está desaprovechado por los españoles?
-Creo que últimamente se está abriendo más el abanico de artistas que saltan el charco, pero aun así no son mayoría. Es un territorio vasto en el que tenemos un eje de comunicación brutal con la lengua, pero quizá solo ahora se ve cómo lo intentan muchos espoleados por la crisis.
-¿Cómo fue tu experiencia allí?
-Pues tiene un poco de empezar de cero otra vez, porque la gente ha escuchado tu música pero no te conoce bien. Así que te enfrentas a nuevos públicos, con sensaciones totalmente distintas. Significa pode hacer más música, que eso es lo más importante desde mi punto de vista.
-Tú también estás haciendo más música. ¿En qué punto del proceso creativo se encuentra el segundo disco de Rubén Pozo en solitario?
-En el punto en el que ya no voy a componer más canciones... (risas). Tengo unas 20 seleccionadas y no quiero seguir componiendo más porque ya tengo claro por dónde va a ir.
-¿Te apetece repetir el modelo de Lo que más y grabar de nuevo con Juan de Dios como productor y en directo?
-No sé si grabaré en directo y si me apetecerá de nuevo buscar un sonido ‘vivo', por llamarlo así. Reconozco que con Lo que más no me apetecía hacer un disco muy arreglado. Cuando vuelva de Argentina empezaré ya con todo el proceso del nuevo álbum y veré en qué quiero convertir esas canciones. Aun así sigo pensando que una canción se debe sostener sola sobre un instrumento y una voz, ya sea una guitarra o un piano.
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