MADRID (EP). Muchos de los padres que lidian con esta enfermedad en los primeros años de vida de sus hijos desconocen en gran medida aquello a lo que se enfrentan. Conocer mejor la dolencia y cómo evitar sus manifestaciones habituales permite eliminar los miedos en los progenitores y ayuda a los hijos a ser más autónomos en el reconocimiento de los síntomas.
La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que causa inflamación y picor y que se manifiesta con eccemas en zonas concretas del cuerpo. Para su diagnóstico la enfermedad debe presentarse de forma crónica y recurrente con brotes en la piel caracterizados por los eccemas y deben de tenerse en cuenta la ocurrencia de otras dolencias como alergias alimentarias, rinitis y asma, lo que se denomina 'marcha atópica'.
Desde hace cinco años el hospital madrileño realiza una actividad para pacientes y familiares de dermatitis atópica que consiste en una sesión formativa y participativa con las familias y un taller lúdico-educativo para los niños. Gracias al dermatólogo infantil del Hospital Universitario La Paz de Madrid, Raúl de Lucas, Infosalus presenta los conocimientos básicos sobre esta enfermedad de la piel:
#1 Cada paciente es un individuo distinto y con unas características diferentes de la enfermedad. Por regla general, los niños que padecen de forma activa la dermatitis atópica presentan más de 3 o 4 brotes al año y pasan por la consulta al menos cada tres meses.
#2 Lo más importante es que tanto padres como hijos aprendan a reconocer los brotes y puedan poner en marcha un tratamiento precoz que evite el deterioro de su calidad de vida debido a los picores, la irritabilidad, el estrés y las alteraciones del sueño en los niños y sus familias.
#3 La educación y el conocimiento inciden de forma positiva en la evolución de la enfermedad y se ha comprobado que los pacientes que acuden a la escuela de dermatitis atópica del hospital controlan mejor su enfermedad. El objetivo es conseguir, mediante la educación, que el paciente aprenda a ser autónomo en el control de su enfermedad.
#4 El tratamiento de la dermatitis atópica pasa por el uso tópico de antiinflamatorios, como corticoides y otras cremas, durante los brotes y entre brotes se emplean cremas hidratantes emolientes cuya principal característica es que aportan a los pacientes los lípidos que están alterados en las células de su piel. En el caso de los brotes mantenidos también se pueden utilizar fármacos inmunomoduladores que activan el sistema inmune y ayudan a reducir la recurrencia.
#5 No se debe temer el uso de corticoides ya que son fármacos que utilizados siguiendo las directrices médicas tratan con éxito y sin efectos secundarios los eccemas.
#6 Los principales errores entre los padres se encuentran en no tratar la enfermedad y en el miedo a los corticoides. "Es importante un cambio de actitud con respecto a una enfermedad que afecta a la calidad de vida de nuestros pacientes", acentúa De Lucas, que añade que en ocasiones no se presta la importancia que se debiera a la dolencia sobre todo por falta de información.
#7 En su evolución, 8 de cada 10 niños mejoran con la edad y la enfermedad puede llegar a desaparecer o convertirse en anecdótica a partir de la pubertad. En el 90% de los casos la dermatitis atópica aparece en la infancia aunque puede aparecer en la edad adulta.
#8 Las recomendaciones del especialista pasan por evitar los irritantes, como los perfumes en los productos aplicados a la piel, utilizar jabones con un pH neutro (5 ó 5,5), emplear crema hidratante a diario y tratar de forma precoz los brotes. De Lucas aconseja a los niños que eviten el rascado, emplear cremas emolientes y no sentir vergüenza por padecer la enfermedad.
#9 Hay que evitar los riesgos de estigmatización, para ello hay que explicar al niño y a sus compañeros cuando pregunten sobre los eccemas que la piel es más débil y delicada y que por ello se inflama más a menudo.
#10 Condicionantes genéticos: aunque su origen no está en un solo gen, se sabe que si uno de los padres padece la enfermedad sus hijos tienen entre un 20% y un 30% de riesgo de padecerla y si son los dos padres los que la sufren o la sufrieron los riesgos se elevan hasta el 60% en sus descendientes.
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