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VALENCIA. Continúan publicándose críticas muy positivas sobre la nueva película del realizador estadounidense Wes Anderson titulada El Gran Hotel Budapest, Gran Premio del Jurado en la pasada Berlinale. El director de películas tan icónicas como Academia Rushmore, Life Aquatic o Moonrise Kingdom es habitualmente retratado como un auténtico maníaco del diseño de la producción y la dirección de arte. Buena prueba de ello es este extenso artículo en el que Robert L. Miller, encargado del atrezo en este último film y colaborador habitual de Anderson, revela los extremos a los que lleva el perfeccionismo y realismo sobre los objetos que a la postre caracterizan su marcado estilo visual.

Este rasgo le une a uno de los grandes directores de la historia del cine, el también estadounidense Stanley Kubrick. Tras cada rodaje del neoyorkino se destapaban las voces de todos aquellos que habían ‘sufrido' la intensidad de sus producciones, especialmente de los actores que no ocultaban el intenso y tedioso trabajo junto al director de Senderos de Gloria o La naranja mecánica. Jack Nicholson (El resplandor), Ryan O'Neal (Barry Lyndon) o la pareja conformada por Nicole Kidman y Tom Cruise (Eyes Wide Shut) no dudaron en mostrar su desesperación por la cantidad de tomas y tiempo empleados en la realización de sus correspondientes films.

LA SIMETRÍA, UN RASGO DISTINTITVO INUSUAL

Sin embargo, hay un rasgo distintivo en el cine de ambos directores que es poco común en la cinematografía convencional: la obsesión por la simetría. Así lo ha puesto de manifiesto el trabajo del también realizador Kogonada. Este coreano ha colgado en Vimeo dos montajes en los que se muestra con suma precisión esta disposición de planos simétricos o con un marcado eje central en las filmografías ambos directores. 

"Basta tener mínimas nociones de composición visual para saber que la simetría es la enemiga de la armonía. Las imágenes simétricas tienden a una retórica del vacío, la inquietud o la abierta angustia. Rara vez encontraremos encuadres simétricos en películas que no sean de terror. O composiciones que, más allá del interés científico o la ingenuidad del artista, no pretendan llevarnos a oscuros rincones de la naturaleza humana", escribió Nacho Vigalondo en su extinto blog dentro de la edición digital de El País.

No obstante, ambos realizadores lo utilizan reiteradamente, a menudo disponiendo al protagonista en el centro de la visión para el espectador, en el equidistante a los puntos de fuga. En otras ocasiones, como un mensaje abierto en el cual la referencia visual acaba siendo toda la pantalla.

Es una elección de plano que, curiosamente, amplía la dimensión del mensaje a todo un entorno de equilibrio visual y en ocasiones lo reduce a un único objeto en una situación muy concreta y clara para el espectador. Estos son los dos montajes en los que Kogonada hace un extenso recorrido a ambos casos.

LA SIMETRÍA EN EL CINE DE STANLEY KUBRICK

LA SIMETRÍA EN EL CINE DE WES ANDERSON