VALENCIA. Egipcios y sumerios dieron rienda suelta al relato corto escrito. En gran medida, por una cuestión de viabilidad técnica a la hora plasmar las historias con lenguajes mucho menos ágiles que los que ahora leemos en Twitter.
Precisamente en esta red social de microblogging se sucede el último fenómeno en cuanto a la literatura de extensión limitada. Si Herodoto o Luciano de Samotracia iniciaron al mundo en el consumo del relato corto a lo largo de sus generaciones predecesoras, las tendencias a la proliferación del cuento, el relato corto y el microrelato se han encontrado ahora con el siguiente escalón del descenso por número de caracteres: la twitteratura.
En Nueva York ha concluido hace tan solo unos días la segunda edición del #TwitterFiction, un festival organizado por la propia compañía y la Asociación de Editores Estadounidenses. En este certamen, escritores de todo el mundo se han dividido en un concurso con géneros como el romántico, terror, misterio, drama, ciencia ficción, poesía y en idiomas que no eran el inglés, original de los creadores de la plataforma de microblogging.
Los dos representantes de la lengua castellana del festival han sido la española Rosa del Blanco y el mexicano Alberto Chimal (a través de su cuenta seudónimo Horacio Kustos). Estirando el concepto social de la celeridad de los hábitos de vida como reflejo en la literatura, ambos participaron en este festival cuyo reflejo está presente en los timelines de Twitter diariamente a través de hashtags como #microcuento (en castellano) o #micropoetry (en inglés), posiblemente las dos etiquetas con más uso dentro del fenómeno de la twitteratura.
No he seguido mucho el festival #twitterfiction, pero para flipar con los aforismos y microcuentos que se pueden hacer en 140 caracteres, nadie como el genial @odradek1.
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