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VALENCIA. Jesús López Cobos (Toro, 1940), ahora desvinculado de titularidad alguna después de haber dejado el Teatro Real en 2010, y con una amblia trayectoria al frente de las orquestas de Cincinnati, Lausana y Nacional de España y la Ópera de Berlín, ofreció un bello viaje sinfónico a Viena el viernes 15 de marzo en el Palau de la Música al frente de la Orquesta de Valencia. Intervino como solista Arabella Steinbacher (Múnich, 1981) que toca el Stradivarius Booth, de 1716, propiedad de la Nippon Music Foundation, con deslumbrante técnica.

El programa estaba lleno de referencias a Viena, la primera por Joseph Haydn, el padre del Clasicismo Vienés y la llamada Primera Escuela de Viena, autor del tema que escoge Brahms para las Variaciones op. 56a. La segunda por el Concierto número 5 para violín y orquesta de Mozart, otro de los grandes representantes de esta escuela.

El propio Brahms, importante exponente del Romanticismo tardío, aunque nacido en Hamburgo, residió en Viena los 35 últimos años de su vida, durante los que compuso la parte más importante de su obra. Y si la obra que abría el programa tenía referencias a Haydn, la que lo cerró evocaba a Arnold Schoenberg, autor de la fastuosa transcripción para orquesta del Cuarteto con piano en sol menor, p. 25 de Brahms, y él mismo fundador de la Segunda Escuela de Viena y autor de la técnica dodecafónica de composición.

López Cobos, siempre con gesto comedido y elegante, desgranó las variaciones que abrían el programa ofreciendo un sonido orquestal redondo. El conjunto valenciano sonó ajustado, con una cuerda empastada y bello sonido en madera y metal. López Cobos subrayó los contrastes de tempo entre los movimientos, con especial fortuna en el Grazioso y el final.

MOZART Y 'BIS' DE YSŸE

Arabella Steinbacher, visitante frecuente del Palau de la Música, donde ya ha tocado en cuatro ocasiones, ofreció una versión fogosa y al tiempo sensible del último de los conciertos de violín de Mozart, que subrayó la desbordante alegría que respira la obra y en el que lo mejor fue el espléndido primer movimiento. Steinbacher, que posee una espléndida figura escénica, subraya los finales de frase previos a los silencios con rápidos movimientos el brazo al separar el arco de las cuerdas, lo que incrementa la imagen de dominio técnico. López Cobos acompañó con mesura y acierto al frente de una orquesta de proporciones clásicas.

Los repetidos aplausos hicieron que la violinista alemana tocase fuera de programa el Preludio, Obsession, de la Segunda sonata para violín solo que Ysaÿe dedicó al violinista Jacques Thibaud, que se abre con el inicio de la Tercera sonata para violín solo de Bach, en el que Steinbacher hizo gala de su apabullante técnica.

LA "QUINTA" de BRAHMS

Con todo, el plato fuerte estaba por venir en la segunda parte. La transcripción de Schoenberg del cuarteto de Brahms, que el compositor vienés denominó Quinta sinfonía de Brahms, como destacaba Alfredo Brotons en las notas al programa, es realmente una sinfonía. Tiene mucho de Brahms, pero también una orquestación singularmente rica e innovadora, impensable en el músico de Hamburgo, especialmente con la riqueza de timbres en la percusión que ofrece el último movimiento, Rondo alla zingarese.

Ya con una formación amplia, la orquesta de Valencia sonó especialmente bella, con una cuerda carnosa y delicada, contundente sin estridencias y muy ajustada en los pasajes rápidos. Metales y maderas, con sus frecuentes partes solistas, sonaron perfectamente integrados en un conjunto que López Cobos dirigió con expresión en ocasiones desbordante. Una espectadora espontánea regaló al final entre los insistentes aplausos un ramo de rosas rojas al maestro, que prefirió en esta ocasión ahorrarse lo que en el argot se denomina prosaicamente propina.

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Viernes, 15 de marzo.

Obras de Brahms y Mozart.

Orquesta de Valencia.

Arabella Steinbacher, violín.

Jesús López Cobos, director.

Palau de la Música, Valencia.