VALENCIA. El propio Javier Capitán reconoce que fue una casualidad la que le apartó de su trabajo como economista en 1993. Abandonó el área de marketing de Repsol para iniciar un camino en torno a la comunicación y al humor. Cadena SER, Radio Nacional de España (adonde ha vuelto recientemente) y más tarde el salto a la televisión.
Sin negar el impacto en el imaginario colectivo de ‘El informal' (en Telecinco entre 1998 y 2002), ha ido combinando diferentes espacios televisivos con actuaciones por el camino del monólogo puntualmente. Este mismo sábado actúa en el Casino Cirsa Valencia en un espectáculo en el que presenta a una serie de personajes políticos y da pie a que el público reclame su presencia e interactúe con ellos.
-¿Cómo te ha influido el hecho de ser un economista reconvertido a la hora de afrontar la actualidad a través del humor y la imitación?
-Ha sido importante. Me ha permitido que, tras la decisión meditada de abandonar mi profesión y dedicarme a algo que me gustaba tanto, podía estar en la radio imitando a un personaje, hacer una broma, y entender el calado político y económico del asunto.
-Y desde que iniciaste tu andadura en los medios has visto, también como economista, contracciones de los mercados, ciclos ascendentes, crisis...
-Había economistas que en 2007 ya advertían lo que se avecinaba, para el que lo quisiera escuchar. La crisis nos hubiera llegado igual, antes o después, porque es una crisis global, de Europa en mayor medida. Sin embargo tuvimos el factor diferencial del ‘pecado español': la burbuja inmobiliaria. Este sufrimiento económico tiene mucho que ver con eso y con un concepto de administración pública insoportable que todavía dudo que podamos pagar. Ya no lo podíamos pagar ni en los tiempos de bonanza...
-Para hablar de política y de economía, ¿qué bisagra supone el humor?
-El humor es la única herramienta capaz de subrayar las contradicciones y los absurdos. Vivimos una alegría en otro sentido durante unos años porque las cosas funcionaban y porque, realmente, se recaudaba mucho más para las arcas públicas. El humor es una buena forma de reflexionar sobre ello, de hablar de ello.
-Diferentes caídas y ciclos, pero distintos personajes. ¿La baja altura política es un hándicap a la hora de representar a nuevos personajes?
-Lo es. La talla política actual ofrece personajes mucho más pobres que los de la anterior generación. Con sus valores y sus defectos, personajes como Felipe González, Manuel Fraga o Alfonso Guerra tenía una gran riqueza para ser imitados y eran fuentes inagotables para hacer un humor distinto e inteligente. Sin embargo, si se miran los últimos consejos de ministros... hay pocos personajes a los que se les pueda sonsacar algo.
-¿Por qué?
-Creo que tiene mucho que ver con la profesionalización de la política, que es algo de lo más polémico. Muchos de ellos llegan a la política sin haber sido profesionales de nada antes. Hace unos años, los políticos que llegaban a representar un cargo público venían de alguna profesión y entraban en política de forma permanente o temporal, pero cono un bagaje y unos conocimientos vitales que ahora son difíciles de reconocer en la nueva hornada.
-¿Qué solución tiene esa encrucijada?
-Es difícil saberlo. Sería genial que gente válida de un paso al frente, pero la política se ha desprestigiado tanto que parece imposible que ese cambio necesario pueda suceder.
-¿Por qué hay tan poco espacio en prime time para el humor como ‘El Informal'?
-Creo que hay poco espacio, sí. Lo que más me preocupa es que los espacios que hay tinene una determinada ideología política. El humor sobre la actualidad, desde mi punto de vista, no puede tener el sesgo político fuerte que tiene ahora. El humor, tal y como yo lo veo, no está al servicio de una ideología y ha de llevar al espectador a que saque sus propias conclusiones. Cuando encaminas de una forma tan decidida a la gente...
-Lo que parece es que la TDT no ha venido precisamente a ofrecer una mayor calidad en los contenidos televisivos.
-La TDT es un experimento fallido, y a los hechos me remito. Ha servido para generar un duopolio que no creo que beneficie al espectador. Dos grandes cadenas con dos grandes cadenas por detrás y una concentración de la producción en dos grupos. Así lo veo, como un cóctel explosivo y que unido a la crisis estructural hace entender el lamentable estado del audiovisual. Y, bueno, el caso más extremo es el del cierre de Radiotelevisión Valenciana...
-Por el camino de la radio, finalmente has conseguido reencontrarte con el medio. Supongo que estarás viviendo con especial intensidad.
-La oportunidad que me ha brindado Radio Nacional de España ha llegado en un momento clave. Llevaba tres años totalmente fuera de los medios y reincorporarte en estos momentos de crisis es muy difícil. RNE me ha incorporado a su equipo y la verdad es que lo estoy disfrutando mucho, pero con la misma ilusión con la que lo he hecho siempre, porque la verdad es que me gusta mucho a lo que me dedico.
-Tu salida de la televisión (también pasó por Antena3 y Telemadrid) y la radio tuvo mucho que ver con la aparición de Internet, donde fuiste uno de los pioneros en algunos campos de la información. ¿Cómo vives todas estas microrevoluciones que cada año cambian el escenario de la comunicación en el entorno online?
-Creo que, tanto en Internet como fuera, el nuevo mundo va a ser convulso constantemente. Creo que nos debemos acostumbrar a vivir en un mundo menos estable y profesionalmente cambiante. Los mercados y los negocios son menos estables y vemos como Nokia pasa de liderar el negocio más pujante del mundo para terminar siendo absorbida y sobrevivir a duras penas en poquísimos años. En el nuevo entorno conviven consumidores distintos y en la comunicación no es diferente. Son consumidores de contenidos muy diversos y que llegan a ellos a través de múltiples canales. Es una generación que entiende la vida y la información de otra forma y hacer una hipótesis de hacia donde vamos es un poco absurdo en términos concretos. Lo que sé es que en Internet queda probado que nada, ninguna plataforma o modelo, dura mucho. Y es a lo que hay que acostumbrarse. Hay que estar probando y reinventándose constantemente, en un mundo en el que la información, de base, ha de ser muy accesible.
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