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Alternativa en las Fallas: así son los jóvenes de la renovación fallera

VICENT MOLINS. 01/03/2014 Desde hace unos años varios personajes tratan de remover el océano estancado de las fallas, comenzando por la propia construcción del monumento ("que a la falla se le llame monumento es una perversión lingüística", dirá uno de ellos)

VALENCIA. Sus nombres han llegado hasta nuestros oídos varias veces. "Están intentando renovar las Fallas", se escucha. "Quieren aportar una nueva visión, hacerlas más plurales". "Menos rancias". Para quien, como es el caso, apenas tiene relación con las Fallas más allá de la cohabitación anual (¡y qué cohabitación!), aproximarse a distintas células falleras supone una aventura cargada de prejuicios.

Para descargarlos vamos a hablar con miembros falleros que huyen del tipismo y tienen hechuras renovadoras; son unos opositores al régimen. No sabemos si terminaremos todavía más distanciados o si, he aquí el peligro, nos convencerán para unirnos a sus filas. A ver.

En Pinedo, que es por donde Valencia humedece sus yemas, tiene su taller Giovanni Nardin. Es una de las caras más antioxidantes del cosmos fallero. Sus fallas son hits novedosos que arriesgan y se arriman a la crítica desde la encriptación. Opositó este año en la terna final para construir la de la Plaza del Ayuntamiento, y si algún día lo consigue asistiremos a un cambio bien brusco. Sus últimas actuaciones tienen sede en la de Lepanto-Guillem de Castro.

La primera respuesta que precipita Nardin, desarma: "defino mis fallas como un barco que viene de un país lejano, tú estás en el puerto mirando a ese barco que llega y te preguntas qué traerá. Veo necesario generar esa sorpresa y decir, ey, mirad, hay otras cosas".

Quien habla es un italiano de Rimini ("como Fellini") que en 2002 llegó a Valencia de Erasmus estudiando Bellas Artes. Se enamoró de Ana, la hija de uno de los artistas falleros tradicionalmente más rompedores, Alfredo Ruiz ("que levantó en la falla Corona una cuña roja de 14 metros tumbada en el suelo. Mucha gente no lo entendió, pero te desviaba del camino y de la costumbre", comentará posteriormente el periodista Fernando Morales).

Nardin acabó prendado. "Tengo la cultura del fuego adquirida, porque en Rimini el día 19 de marzo también se queman catafalcos. De hecho la película Amarcord (Federico Fellini, 1973) comienza con la quema de una hoguera".

–¿Qué pensaste, Giovanni, cuando llegaste y viste las fallas?

–Pensé, caray, lo que hay aquí. Y para un escultor no puede pasar desapercibido. Pero rápidamente te das cuentas que hay una estética imperante en casi las 800 fallas. Después te das cuenta que quieres más, te das cuenta que el mundo de las bellas artes tiene una opinión casi peyorativa sobre las fallas, y te das cuenta de que puede haber un puente entre disciplinas artística y fallas.

En esas anda, fortaleciendo el puente.

El estudio de diseño Ibán+Dídac lo atravesó cuando hace dos años aceptó levantar la falla de Mossén Sorell-Corona. Han repetido este año. Tejen un espacio de diferencia que se consolida poco a poco en un rincón, lejos del mainstream fallero. "Año tras año se plantan cientos de fallas que varían muy poco unas de otras, nuestro referentes vienen de otros ámbitos y nuestro método es diferente, con lo que los resultados son muy distintos", comentan Ibán Ramón y Dídac Ballester, responsables de la identidad del Bioparc.

–¿Qué cambia de vuestras fallas respecto a las habituales?

–Nos gusta que la propuesta sea estimulante para el espectador, que le haga pensar. La interpretación de la gente es, de alguna manera, un modo de participación y por lo tanto es más interesante para todos. En realidad lo que no hacemos es dejarnos llevar por lo que, a priori, se supone que habría que hacer. Y desde luego no mirar a lo que se premia y se aplaude, nos gusta arriesgar y no ir a lo seguro.

Ibán y Dídac despeñan una afirmación que será definitiva: "a la creación de las fallas se le supone un carácter artístico, pero si no hay riesgo y se hace una vez tras otra algo muy parecido, este carácter artístico es totalmente cuestionable".

La falla Mossén Sorell-Corona se ha convertido en una demarcación-aldea combativa, que aporrea los parámetros estéticos de siempre. Forma parte de la órbita que ambiciona transmitir por convección valores transgresores al resto: "En Corona jugamos al nunca se ha hecho", anuncia uno de sus miembros, Fernando Morales, periodista especializado en Fallas.

Y sigue: "por el fenómeno Nou Campanar se querían fallas megalomaníacas, que buscaban atraer al público mayoritario y en las que el trasfondo quedaba diluido a nada; crítica y sátira de nivel muy básico y poco local para que lo entendiera cualquier persona. Ese modelo se extendió desde entonces y todos quieren agradar con la bonicor, la dulzura. Ya es hora de cambiar y no ver lo mismo todo el tiempo".

Este año la falla de Corona, obra de Ibán+Dídac, se plantará cuatro veces porque estará formada por elementos geométricos de distribución variable. Entonces volverán a llegar las agrias reacciones. "Es desde el mundo de las Fallas desde donde recibimos las críticas más viscerales. Gente normalmente más alejada es la que más se acerca", apunta Morales. "A mí", desenfundó previamente Giovanni Nardin, "me dicen que lo que hago no es una falla, que es una mierda... Eso significa que voy por el buen camino, que está surgiendo efecto. También hay mucha gente que me dice: eh, estamos contigo".

En el intento de reconciliación entre valencianos y fallas, Xavier Serra se ha convertido en el principal divulgador desde su identidad virtual Malalt de falles. Remover el anquilosamiento, devolver la acidez e implantarle pluralidad son algunas de sus misiones de paz: "Se está viendo que el fallero es más plural de lo que parecía. Hay una entrada de nuevas generaciones, sin prejuicios ni complejos. Un nuevo modelo en gestación".

Serra se puso a divulgar fallas hace ocho años porque, dice, "quería que se vieran las fallas desde otra perspectiva, también en valenciano, y sin dar sólo la versión oficial y hablar todo el tiempo de la fallera mayor".

Al empezar le hemos preguntado por el rol que ocupan los monumentos falleros dentro de la fiesta. Pero a Xavier Serra ‘monumento' es un término que no emplea: "a una falla no me gusta llamarle así. Un monumento es algo rígido, estético, sin interacción".

–Entonces, Xavi, ¿las fallas son cada vez más monumento?

–Es verdad que la Junta Central Fallera se ha dedicado a desplazar a la falla de la centralidad de la fiesta. Han destacado más a la fallera mayor, al folclorismo mal entendido, al Sálvame fallero. Lo que nos distingue de San Fermín o de la Tomatina es la falla, y todo tiene que girar en tono a ello.

–¿Y por qué las fallas son cada vez menos críticas?

- El modelo de gestión es perverso. Que el ayuntamiento sea el que gestione la fiesta, los premios, las subvenciones, los permisos... eso condiciona la libertad. Si tú me das dinero será más difícil que te critique. Aunque cada vez más una base social muy estable se le está yendo de las manos.

–¿Las fallas experimentales, más innovadoras, son una tendencia creciente?

–Hay menos reticencias de las que había, se acepta más. Es como un espacio dentro del macroespacio. Consiguen que personajes (ilustradores, arquitectos, diseñadores) que no se interesaban, se interesen, entren, y vean que ya no son sólo las típicas fallas de la mamelluda. Te daré una información: la última falla de Castielfabib-Marqués de San Juan, obra de Miguel Arraiz y David Moreno, muy rompedora estéticamente, ha sido la más vista internacionalmente de la historia de las Fallas. Esa falla ha interesado más que ninguna otra fuera de Valencia.

FOTO: JAIME TORRECILLAS

Visitamos al arquitecto Miguel Arraiz en el estudio de arquitectura Bipolaire. Desde los ventanales se ve el jardín de Turia, en plena vida. Sus fallas experimentales, antes y después de la llamas, han tronado más allá de Orión. Nunca nadie en su familia había sido fallero hasta que llegó Arraiz y rompió la venerable tradición. "Además mi hija nació un 19 de marzo, y es justo a partir de ese momento que he estado desarrollando proyectos falleros. Es una fiesta con un potencial cultural muy grande".

Miguel Arraiz es letal en cada respuesta.

–¿Por qué momento pasan las fallas?

–Se está modificando poco a poco cierto "pensamiento único" dentro de la fiesta. Cada vez aparecen más sensibilidades y formas diferentes de entenderla y a medida que vayan ocupando su espacio natural, la relación entre ciudadano-fallero tenderá a mejorar.

–¿Entiendes que muchos valencianos se exilien a mitad de marzo?

–Los que se van de la ciudad en el fondo dejan de intentar aportar su granito de arena a una mejor convivencia y en cierto modo se han rendido sin intentar cambiar lo que no les gusta. Y quizás por eso algunos falleros también se creen los amos de la ciudad. Tanto unos como otros creo que optan por la vía fácil.

–La falla, como tal, como obra, ¿ha perdido su función?

–Su función principal es la crítica, la sátira, aunque lleva un tiempo en el que lo importante parece ser la función estética. Pienso que las fallas han de ser incómodas, incómodas para el poder, sea quien sea el que mande. Deberían tener año tras año la tentación hasta de censurarlas, aunque evidentemente no les dejaríamos. Pero esa crítica en mi opinión la hemos vendido, está comprada. Nos dejamos subvencionar por los poderes públicos. La crítica ha de ser mordaz y aunque con menor presupuesto yo personalmente preferiría que las fallas tuvieran libertad.

–¿Cómo le explicas tus fallas a quien sólo está acostumbrado a ver las tradicionales?

–Más que yo explicarles cómo son mis fallas les preguntaría que me explicaran a mí que es una falla, porque yo aún no lo sé. Cada 20 de marzo tenemos la capacidad de convertir las fallas en algo totalmente distinto, las fallas podrían cambiar en tan solo un año. Otra cosa es que no queramos o no sepamos aprovechar esa oportunidad única. Tenemos la fiesta tradicional con la mayor capacidad de evolución del mundo.

Tras un día entre ellos, estos hombres de fallas no sé si consiguieron enrolar a un nuevo tripulante, pero sí al menos despertaron la curiosidad por una visión habitualmente clandestina entre la oficialidad fallera.

Antes de terminar la jornada, Giovanni Nardin se había despedido susurrando el lema de su falla de 2014: "son las cosas que no conocéis las que cambiarán vuestra vida".

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1 comentario

03/03/2014 13:15

A més d'estos casos hi ha tota una generació d'artistes fallers que des de les Falles infantils estan renovant l'estètica de la Falla. Entre altres: David Moreno, Miguel Hernández, Òscar Villada, Iván Tortajada, Sergio Amar, Marina Puche, Ceballos & Sanabria... i un llarg etcètera

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