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VALENCIA/MADRID. Esta semana les hablaré de un evento del que casi habla mejor la extraordinaria fotogalería publicada por este diario y que tanto ha dado que hablar (si no la han visto no se la pierdan: veanla aquí. Se trata de la Cena Anual de la Fundación Conexus con entrega incluida de premio a Empresario del Año. La cena tuvo lugar el martes en el Real Casino de Madrid, en la calle Alcalá, casi en la Puerta del Siol.

La organización del evento deberá esforzarse en su trabajo organizador... o pedir refuerzos. Por ejemplo, la distribución de mesas fue un poco de aquella manera. Hubo fugas de comensales y gente que quedó aislada en una enorme mesa medio desangelada, con lo que se aburrieron sobremanera. Esto en un evento así no puede pasar. Y la cena comenzó supertarde: las once y pico.

Cuando tienes al público hambriento y cansado, es evidente que nadie escucha los discursitos y lo único que deseamos los invitados es que terminen de hablar de una vez y empiecen las tertulias y la cena. La cena: también me dicen que fue flojita. Paco Roncero parece que intentó algo con el cubalibre de foie de Quique Dacosta, pero los experimentos más vale hacerlos con gaseosa...

Y bueno, paso a los invitados, que seguro que lo están deseando ya. Por supuesto, nuestro Molt Honorable Alberto Fabra (con corbata beige horrorosa), estuvo apadrinando el evento. Ya sabemos que cada día en esta nuestra Comunitat mandan cada vez más los empresarios... más le vale estar a buenas con ellos. Por supuestísimo que esuvo acompañado por la bella Esther Pastor, guapísima como siempre con un traje gris y chaquetita negra estilo Channel y unos pendientes muy favorecedores. Y también por Lola Johnson, que llevaba un traje de seda verde no tan favorecedor.

Del lado de los empresarios, asistieron Salvador Navarro, Carlos Bertomeu (Air Nostrum), Kiko Gómez Trénor (ya me he perdido de en qué banco trabaja ahora), Rosá Lladró (de los Lladró de toda la vida), Dolores Cortés (la de los trajes de baño pero me abstendré de comentar su vestido), el señor Chocolates Valor (nadie se acuerda de su nombre, pero como soy muy aplicado lo he mirado por internet y se llama Pedro López Mayor), José Vicente Morata, mi adorado Carlos Pascual (el más elegante, como siempre), Manuel Broseta y Javier Serratosa, que hicieron de anfitriones, también muy elegante Enrique Lucas (le tengo que hacer la pelota, que es el presidente de Valencia Plaza), Salvador de Pablo, Jesús Gil, Javier Martínez Ochoa y el señor Ford (al que le dieron el premio y que se llama José Manuel Machado).

Y paso a los empresarios madrileños: Carlos Mas, presidente de Price, Rafael Ansón, José Ignacio Goirigolzarri (que fue uno de los que habló y además presidente de Bankia, patrocinadora del sarao). Además, estuvo ex Molt Honorable Joan Lerma, Rafael Aznar, Vicente Garrido, Inés Ballester (que actuó de presentadora del evento y lució un vestido negro bastante aceptable pero unas medias rojas para matarla... ya no tiene edad), nuestro otro ex Molt Honorable Eduardo Zaplana ('el morenet', como coloquialmente se le conoce), la exministra Cristina Garmendia (super estilosa con traje gris estampado y chaqueta vaporosa blanca), la omnipresente Cuchita Lluch -¿tendrá un doble?-, con un traje rojo vino espectacular (últimamente tiene un no sé qué en la mirada.. mmm), Fernando Villalonga (que ya se podría volver a la terreta de una vez; siempre era todo más divertido cuando estaba él) y muchos más que no me sé los nombres, pero todos vestidos aburridamente de traje de chaqueta y corbata... como yo mismo, snif.

Pasada la resaca de Conexus, cuando volvía a Valencia estuve en la ópera con mi señora madre, que para eso solo hay una (y a vosotros os encontré en la web). Al fin se ha reanudado la temporada. Allí me encontré con un compañero de VP, Sergio Adelantado, acompañado por su adorable hija. Otro que asistió con su hija fue el conseller 'happy', Máximo Buch.

No me voy a alargar mucho ya que yo mismo estoy ya mareado con tanto nombre. Pero no dejaré de citar a mi querida, queridísima, Mairen Beneyto, acompañada por su Ramón del alma. Lo que no me puedo callar es la desolación al ver el Palau de les Arts sin el trencadís, como si le hubiera caído una bomba atómica encima. Absolutamente postnuclear... Qué pena, sobre todo después de lo que nos ha costado a todos los valencianos.

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