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MÚSICOS DE AQUÍ

Hermanos Junquera,
rock y desayunos
a pensión completa

QUIQUE MEDINA. 27/02/2014 Músicos de referencia en toda España, la historia de los hermanos Junquera corre pareja a la del underground en Valencia desde los años 90

VALENCIA. Zaragoza. Año 1995. En el salón de los Junquera gira un disco de la Creedence. Ese tocadiscos es lo primero que Julio y Montse compraron al casarse. Aunque no imaginaban que tanto, tenían claro que la música iba a ser muy importante en su familia. A pocos metros, sus hijos, Marcos y Fernando (16 y 14 años respectivamente), destripan, en el cuarto que comparten, una canción de Nirvana. Marcos se ha construido una batería con cubos de fregona y botes de detergente vacíos. Fernando ha introducido un pincel entre las cuerdas de la guitarra española que había por casa y exprime nuevos sonidos al instrumento. El vecino cree que alguien está asesinando al gato.

Valencia. Año 2014. En el salón de los Junquera gira un disco de la Creedence. El tocadiscos, pese a algún achaque, sigue activo. Julio está trabajando y Montse guisa en la cocina. Marcos es uno de los baterías más sólidos de España y formaciones como Betunizer, Alberto Montero o A veces ciclón dan fe de ello. Se le ha acabado el paro y hace poco acaba de llegar de girar por toda Europa con Dorian Wood. El año pasado hizo lo propio con Daniel Johnston. Fernando compagina su trabajo de profesor de secundaria en un centro escolar de Picanya con una portentosa e iconoclasta forma de tocar la guitarra eléctrica. En 2013 publicó Formación del Espíritu Nacional, su segundo LP bajo el nombre de Negro. En el mismo año ha participado en todas las manifestaciones que ha habido en favor de una educación pública y digna.

Marcos Junquera (Pamplona, 1979) y Fernando Junquera (Zaragoza, 1981) bien merecerían reportajes por separado. Pero la historia de estos dos genios es en el fondo la misma y se escribe pareja a la evolución del underground en Valencia a partir de los 90. Ellos estaban allí. Y, además, son hermanos.

ZARAGOZA, COMO EN SEATTLE

Cuando todavía no había noticias de Internet ni de la música digital (no digamos de IKEA), Plasticland (la tienda que por aquel entonces regentaba Pedro Vizcaíno, hoy cabeza visible del sello Grabaciones en el Mar) era el centro del universo para Marcos y Fernando. El trabajo de su padre les había llevado hasta la capital maña y Vizcaíno sufrió en sus carnes como aquellos dos críos de menos de 15 años rebuscaban durante horas en los cajones de segunda mano. "Nos tirábamos dos horas revolviendo todo y luego Estrategia Lo Captonos íbamos de vacío porque no teníamos dinero", recuerda Marcos que tampoco puede olvidar como flipaban en el Fantasma de los Ojos Azules escuchando a Pavement, Sonic Youth o El Niño Gusano.

En realidad, según cuenta Fernando, y a pesar de su corta edad, toda esa música llegó a ellos de manera bastante natural. "Nosotros también escuchábamos Roxette y el Boom 4, que era lo que sonaba por la radio del coche. Lo que nos cambió la cabeza fue Nirvana. Recuerdo que en el verano que salió el Nevermind tuvimos la suerte de que uno de nuestros vecinos era más mayor y nos lo pasó. A partir de ahí lo vimos bastante claro".

Ninguno de los dos ha dado clases de música. Mentira: "mi hermano Fernando dio dos clases de guitarra y lo dejó porque el profesor le dijo que lo que tocaba era disonante", cuenta Marcos. Ahora es Marcos el que no se acuerda, pero Fernando sí: "Nuestro primer concierto fue en un garito de Zaragoza en el año 97. Era un local de blues donde se invitaba al público a subir al escenario. Los colegas nos animaron y tocamos una movida, podría decirse que post-rock, solo que no habíamos escuchado post-rock. La verdad es la cara de la peña era de horror".

VALENCIA, LA EXPLOSIÓN

Valencia. Año 1998. La denominada Explosión Naranja (aquella amalgama de formaciones valencianas que algunos medios intentaron aglutinar en torno al indie y al pop) está en su apogeo y los hermanos Junquera aterrizan, de nuevo por exigencias del guión labora paterno, en la ciudad. "Me entraba un poco la risa con todo aquello. Eran grupos que no nos disgustaban, pero ya habíamos escuchado mucho ese tipo de música en Zaragoza", apunta Marcos. "Nos vendieron aquello como que era la bomba y, bueno, estaba bien, pero no habían descubierto la Coca-Cola", dice Fernando.

Por entonces, colgaron un anuncio en Discos Amsterdam y fcomenzaron a reclutar acólitos para los grupos que tenían en mente. Balano fue el primero y para el recuerdo también quedan Salchicha, Estrategia Lo Capto (primera vez que editaban bajo el sello BCore) o aquel maravilloso invento denominado La Orquesta del Caballo Ganador. No han vuelto a tocar juntos y ven complicado volver a hacerlo, por agenda, a corto plazo. Marcos, por su parte, también fue batería de Ciudadano.

Betunizer (Foto de David Tombilla)

Entre todo esto, y por necesidad propia, ya habían empezado su primigenia labor como promotores de rock. Sucedió, en los primeros 2000, en un bar minúsculo del Barrio del Carmen: el So What? (hoy el Turmix), y se convirtió en foco de referencia para todos aquellos que querían degustar estilos sonoros que no encajaban en el resto de salas. Aina (germen de Nueva Vulcano), los comienzos No More Lies o Unfinished Sympathy, los primeros conciertos de Madee.

"Fueron unos años muy buenos. Mi hermano y yo éramos el enlace de todos esos grupos en Valencia", dice Marcos. "Nos hemos ido nevando en diciembre a poner carteles de Aina. No tenía ninguna duda de que lo que había que hacer era lo que Marcos decía", apunta el pequeño de los Junquera. Para dejar constancia de ello, existe hasta un grupo de Facebook que se llama "Yo viví la época del pub So What?". "Si lo pienso -dice Marcos- todo el mundo que pasó por el So Waht? sigue haciendo música o siendo público muy fiel".

Todo aquello es, sin duda, el germen de lo que es la fogosa y consistente escena underground que se amamanta hoy de los conciertos en La Residencia o el Magazine. "Cuando se acabó el So What? fueron años malos. En esos momentos estábamos en Estrategia Lo Capto y en Valencia se veía todo chungo". Hasta que no recogió el testigo, hará unos cuatro años, La Resi. Para los hermanos Junquera (siempre en primera fila de concierto) este tipo de espacios "son fundamentales y tienen que existir. Se necesitan lugares accesibles para bandas menos comercMarcos Junqueraiales y para el público que las demanda. Este tipo de bolos o se hacen así o no se harían. Son grupos que salen de casa para tocar, no existe la intención de ganar dinero". Bandas que en la mayoría de los casos había (y hay) que alojar en casa de los promotores. Es aquí donde vuelve a escena el calor de la familia Junquera.

AMOR PURO Y EN LOOP

"Son muchos los amigos de mis hijos que han pasado por nuestra casa", dice Montse Ruíz, madre de Marcos y Fernando. "Mi marido se ha levantado más de una sábado temprano a hacer bicicleta, y me ha dicho: tienes las habitaciones de tus hijos llenas".

"Mi madre -cuenta Marcos- ha preparado desayunos para los muchos grupos que han pasado por casa". Montse derriba de un plumazo la fama de los jóvenes músicos de rock: "nunca he tenido ningún problema con ninguno de los invitados de mis hijos, son todos muy formales. Hasta para fumar mNegroe piden permiso". Los invitados (habla de Edu Pou de Za!) parecen más que satisfechos: "siempre nos han acogido en su casa cuando hemos tocado en Valencia, y su madre nos ha dado los buenos días con un zumo recién exprimido, unas madalenas y buena conversación. Hay amor sincero y llano en esta casa. Lo sabemos nosotros, pero ya lo sabían los Aina, y lo acaban de saber los Unicornibot. Los padres de Fer y Marcos son amor puro y en loop".

Al preguntarles a cada uno de ellos por su hermano, la admiración mutua ha quedado patente. Mejor, y de manera más objetiva, los define Edu Pou. "Marquitos siempre lo trae caliente, siempre va quemando rueda. Antes podías medir su nivel de megaflow con lo bajadas que estaban sus gafas, pero ahora se ha puesto una goma por detrás y nos lo ha puesto más difícil a todos. Derrocha talento, se adapta a cualquier estilo y la noche le confunde". "Fer tiene su idioma propio, campanón, medio guay, Fantas y cacaos. Tiene opiniones firmes, te asegura debates suculentos. Su forma única de tocar la guitarra es una muestra de su brillante pensamiento lateral. Fer es Minutemen y Marquitos es Black Flag".

Los Junquera aún no son del todo conscientes de lo que han hecho por el rock estatal y, más en concreto, por el de esta ciudad. No es que hubiera dejado de existir, pero, sin duda, sería de otra manera. Sería peor.

Hoy. Julio y Montse están partiendo hacia Chile; de nuevo un cambio de destino laboral. Marcos y Fernando esta vez no harán el viaje con ellos, se quedan en Valencia. Alguien tiene que hacer que siga girando el disco de la Creedence.

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