VALENCIA. Eugeni Alemany y Xavi Castillo son una suerte de sociólogos que emplatan con extra de picante los pecados y las virtudes de nosotros, los valencianos, y los sirven ante el público. También se les llama humoristas. Aunque viven en una suerte de indefinición sobre la catalogación de su oficio.
–Xavi Castillo: No sé cuántas obras llevo escritas, pero nunca se me considerará un escritor de teatro. Para la crème de la crème de la cultura valenciana se me considera el bufón, el 'xé, Xavi, qué caña', pero no un actor, ni un escritor, ni un director, aunque haga todas esas tareas habitualmente.
–Eugeni Alemany: ¿A ti te han dado algún premio como actor alguna vez?
–XC: Hostia, pues hubo un año, en Alicante, que nos censuraron un cartel de Zaplana, y ese año, para hacer el paripé y callar a quienes estaban indignados por aquella censura, me nominaron como mejor actor en los premios de Teatres de la Generalitat.
–EA: ¿Vale la pena federarse como actor, es como los colombaires?
–XC: Yo estaba federado en la Associació Valenciana d'Empreses de Teatre i Circ, pero me salí porque sólo se hablaba de subvenciones, ayudas, y de mantener el estatus de esas compañías. No me interesaba estar hablando de ayudas, ayudas y ayudas, y me fui.
Ambos han acudido a la cita a las 11, cuando habíamos quedado a tomar un café. El café con leche de Eugeni Alemany está demasiado caliente. Xavi Castillo, criado en Alcoi, lleva una prolongada trayectoria al mando de la compañía teatral Pot de Plom, siendo la gran bestia irreverente de las dos últimas décadas, el doble oficial de Rita Barberá. Alemany, de Sueca, rostro televisivo, gira desde hace un año de pueblo en pueblo, ciudad a ciudad, con su espectáculo T'ho dic sense acritud. De cerca el primero es sosegado y contundente; el segundo tiene un verbo rapidísimo y gestualiza como aleteando, abarca mucho espacio con sus brazos. Eugeni Alemany anda entusiasmado con el diccionario de la Acadèmia Valenciana de la Llengua y la incorporación de expresiones como "llençolada". "Aunque según la Generalitat parece que el valenciano lo ha inventado Tolkien", refleja.
Buscamos pizcas que identifiquen, de haberlo, al humor valenciano. Aunque la búsqueda acaba casi en fiasco.
–XC: Yo soy de una forma de hacer humor a saco, y ya está.
–EA: Aquí tal vez se junta el rollo fallero, la irreverencia, el transformismo, el anticlericalismo de Blasco Ibáñez... Parece que hacer sátira política es algo anormal, cuando las fallas lo han hecho durante 150 años, aunque ahora sean más autocomplacientes. El drama es que no haya mucha más sátira.
–XC: Hemos estado y estamos instalados en la comodidad. ¿Por qué el humor de las fallas era tan cañero y ahora ya no lo es? Hay que analizar lo blando que está todo, incluida la izquierda. En el teatro, por ejemplo, hay miedo. Dicen: vamos a hacer una metáfora sobre el poder. No hijo mío, no crees una metáfora, dilo claro. Dicen: ay, es que nos hemos inspirado en la inmigración del siglo XV para... No, hombre, no, que lo tienes en la calle, que se acaban de cargar a no sé cuántos subsaharianos. Que se vea claro que hablas de Fernández Díaz, o de Blasco, de González Pons. Yo tenía la sensación de que con todo lo que pasaba en Valencia, la gente tendría que hablar de eso, que el teatro reflejaría eso, pero no ha pasado. Lo que hay en la actualidad es muy potente. Yo hago teatro y no acabo de entender que todo el material que hay en la actualidad no se use. Hemos heredado unas claves cómicas que están ya muy enlatadas, el estilo Club de la Comedia. Es que lleváis diez años hablando de cómo ligar y de lo que pasa cuando viene mi novia a casa. Cambiemos un poco el rollo, chicos.
–EA: Es el humor del lugar común: el porqué las mujeres acuden de dos en dos al baño. Son espectáculos donde van a piñón e igual le podría entrar a uno un infarto de miocardio y seguirían sin parar con que las mujeres acuden de dos en dos al baño.
Xavi Castillo, cuando escucha, está dibujando un monigote sobre un folio. Ahora deja el folio y toma la palabra para hablar de la interrelación entre falta de espíritu crítico y la dependencia económica de las instituciones:
–XC: Tengo 46 años. Comencé a hacer teatro de forma más profesional, en el 88 o el 89. Desde entonces he visto cómo se iba creando un sistema de compañías que recibían subvenciones, que marcaban la pauta artística, que no dejaban entrar a compañías más pequeñas. Pero no cuajaron en el público, no ofrecieron un teatro popular ni más arriesgado. Se ha chupado mucho de la teta. Lo puedo decir porque desde el principio me negué. No es que esté en contra de las subvenciones, porque hay cierta cultura que hay que cuidar, pero no sistematizándose. En una ocasión me invitaron a una mesa redonda a hablar del teatro como arma contra el poder. Y no acabamos bien. Yo atacaba la comodidad, no entendía a cierta gente hablando del teatro en contra del poder cuando es una gente que no quiere estar a malas con las instituciones, no quiere mojarse. Y ellos se creían que estaban haciendo teatro crítico. Lo que queda guay es decir fuera Wert, pero luego hay mucho carca. Ahora es un lugar común meterse con la monarquía, pero había un momento en el que nadie quería decir ciertas cosas.
–EA: De hecho cuando me pongo a decir en el escenario que a Urdangarin lo han engañado, pobre xic, que él no lo sabía, la gente se pone a gritar que son unos ladrones. Hace un tiempo me hubieran cortado los huevos".
Los dos salen a la terraza a posar ante la cámara y contornearse alrededor de una pared. Al regreso, uno le preguntará al otro sobre el atorado humor crítico en las pantallas valencianas.
–XC: Me flipa, Eugeni, que de series como Autoindefinits, Socarrats, no haya quedado nada, que haya desaparecido fulminantemente y no pudieran seguir existiendo sin Canal Nou.
–EA: Porque era un boom, una forma de especular. Unas productoras que se lo llevaban muerto. Algunas han cambiado incluso de nombre para no pagar. Se estaba creando un starsystem que estaba bien, con programas que estaban bien, aunque la mayoría de humor blanco. En Autoindefinits comenzaron a hacer algún sketch de falleras, pero les dijeron "falleras fueras", y claro, al final se diluye todo. Es que en Canal Nou no ha habido en 24 años un programa de sátira política, hostia.
–XC: Fue significativo cuando compraron los muñecos de los guiñoles de Canal+... pero para utilizarlos en un programa del corazón.
–EA: ¡Es verdad!
–XC: Yo estoy donde estoy porque he ido haciendo lo que me ha rotado a pesar de los problemas. Hay un momento en el que tienes que tomar una decisión: o nómina o dignidad. Porque si no al final te quedas sin nómina y sin dignidad. Esa opción, la de tomar una decisión, existe, quiero decirlo aquí. Si llevas cuarenta capítulos de Autoindefinits intentando clavar cosas y te dicen que no, pues dices, a la puta mierda. Tantos buenos guionista, actores, directores, tenían que haber cuajado en algo más, independientemente de la teta de canal Nou. No podía estar toda la profesión dependiendo de ese presupuesto, de esa teta.
–EA: Es un riesgo no diversificar. Cuando se ha ido la teta a tomar por culo, se ha ido todo.
Aprovechando que comenzamos a hablar de la metodología de cada cual ante sus espectáculos, Castillo amarra una carpeta repleta de titulares y de hojas de periódicos, casi celebrando un síndrome de Diógenes de la actualidad. "Mira estas hojas, estos titulares; estos titulares hacen risa. Desde que comencé en Pot de Plom marcábamos lo que hacia risa, ésa es la metodología. A mí El Mundo Today no me hace risa porque no puedo evitar que los titulares reales me hagan más risa".
Y entonces, una pregunta: ¿vuestro público os sería igual de fiel si, elecciones mediante, cambiara el partido en el poder?
–XC: Creo que no hay un perfil tan definido. Siempre hago broma con que si mi público sólo fueran los cuatro rojos, los cuatro rojos del edificio Octubre, las actuaciones se me acabarían enseguida. En Alcoi critiqué al Bloc por abstenerse en la votación para reducir los privilegios de la Iglesia. A mis espectáculos viene todo el pueblo, y vienen también los de derechas, por morbo.
–EA: Es que el PP de las comarcas se ríe más.
–XC: Sí, no hay sólo un perfil en el público.
–EA: Mucha gente se cree que soy la Leticia Sabater de Compromís, con un ojo mirando al Bloc y con otro a Iniciativa. A mí me da igual si mi público es derechas o de izquierdas, me da igual. Cuando haces humor se puede ser muy impertinente y muy irreverente con mucha gente diferente, eso sí, no con toda al mismo tiempo. Si voy a Benimodo, me clavo con los de Alfarp, y puedo hacer alguna broma de los bakalaeros, lo que no puedo hacer es cagarme en todos los que están ahí porque entonces me los pondré a todos en contra.
–XC: Es muy delicado porque has de resultar simpático aunque te estés metiendo con ellos en su cara. El esfuerzo es porque la gente se descojone.
Aunque a veces –intervenimos– no lo consigan. Se refieren a sus gatillazos: "a mí el humor surrealista me funciona peor, resulta como los bombones de praliné", explica Alemany. "El otro día –relata Castillo– me invitaron a un acto donde hacia un monologuito ante rectores de universidad con el culo muy apretado, que no querían reírse. Y no se reían de ningún modo. Tú reaccionas intentando a hacer tu trabajo, y entonces por rabia lo haces todavía con más mala leche. Y se acaba y ellos se van al cocktail y tú dices, ¿qué he hecho aquí?".
I que me dius de " he ido haciendo lo que me ha rotado" ?
Ostres, quin esforç intentant imaginar les seues veus en castellà! I el 'yo me clavo con los de Alfarp', de nota!
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