Los aficionados, su gran masa social (grupos como 'The Spirit of Shankly', accionistas del 'ShareLiverpoolFC'...), ellos y solo ellos, conseguirían, después de una lucha encarnizada con los accionistas de referencia del club, Tom Hicks y George Gillett, (los Soler, Soriano, Bancaja...) que éstos no hayan tenido otra salida que vender el club y marcharse.
Digno de mención destacable es el papel jugado por el presidente del club, Martin Broughton, y varios ejecutivos (su director general y el director comercial del club) instando y cerrando la venta del equipo al margen de sus propietarios. Esta decisión les supondrá pérdidas millonarias superiores a los 140 millones de libras (recuerdo las caras de Soler y Soriano).
Bien es cierto que el contrato de financiación firmado con RBS imponía a los propietarios norteamericanos la imposibilidad de sustituir al equipo gestor sin su autorización (esto les debe sonar).
En todo caso, lo que demuestra esta venta es que todavía existe dinero para invertir en buenos proyectos deportivos y los clubes de futbol son su mayor exponente (inversores norteamericanos, dinero asiático...). En este caso un precio de venta fijado en 476 millones de dólares.
La decisión es muy aplaudida por los aficionados. El primer objetivo cumplido. Era vivir o morir. Entrada de dinero fresco para amortizar deuda sin necesidad de vender activos estratégicos. Por lo menos en un primer momento. Dadas las cifras presentadas por nuestro presidente, las propias del Liverpool se me antojan hasta fácilmente manejables.
Con ingresos anuales de 217 millones de euros y séptimo club más rico del mundo según la prestigiosa consultora Deloitte, ¿es para tanto? Señor presidente del Valencia SAD, solo hay que mirar aquí: todos los activos con valor, ya liquidados, y tan contentos.
No es de extrañar que además de presumir recientemente de gestor (vaya tela) haya deslizado la idea de que no será posible seguir este ritmo de reducción de deuda. Igual si utiliza su vademecum financiero aún pueda hacer algo más por sus acreedores (¿vender a Mata y Pablo y ampliar capital con dinero público?).
Pero con una visión a más largo plazo, la entrada en el club de gestores profesionales del entretenimiento deportivo venidos de una de las ligas más competitivas, financieramente hablado, del mundo sería el verdadero reto. Para manejar la deuda es necesario obtener mayores y mejores ingresos, y para eso es necesaria la gestión profesional a todos los niveles del club, incluido la del presidente.
Como siempre ocurre, los acontecimientos del Liverpool desembocaron gracias a un financier harto de refinanciar (aunque también son estos mismos los que provocaron los gigantescos apalancamientos de los clubes). Siempre son las entidades de crédito las que deciden cuándo dejar caer al acreditado. En este caso la decisión firme de no renovar la financiación fue de Royal Bank of Scotland.
En el Valencia SAD también tuvimos nuevo capital. El de la Fundación VCF. Bueno, el del financiador, Bancaja. Mejor dicho, el del avalista Instituto Valenciano de Finanzas. ¡Hombre!, con la Generalitat a la cabeza. ¡Va!, con todos los valencianos detrás. No hay que darles más vueltas, el dinero apareció y es lo que importaba. O no nos acordamos de los inversores de Villalonga, o los amigos de Soriano (qué momentazo, el de Inversiones Uruguayas, todavía en mi memoria aquella rueda de prensa).
Muchos dirán que este dinero tiene un plazo de caducidad de 6 años, al tipo de interés mínimo del 6%. Esto es verdad. Pero en 6 años, ¿se encontrará alguna solución a la 'recolocación' de las 477.220 acciones?, las de la primera fase, las de la tercera fase. Pero, ¿el resto de acciones? Al menos un 49,86% 'de control' servirá a buen seguro para seguir tomando decisiones estratégicas en el Consejo de Administración para seguir liquidando el patrimonio del club y liberar al acreditante.
Ah, eso sí, me encantaría que nos explicaran cómo genera la Fundación VCF el cash flow suficiente para atender respetuosamente el servicio de intereses. Igual espera dividendos de su participación accionarial en el Valencia SAD.
Pero de los nuevos gestores, ¿qué? En esto sí que estamos lejos del Liverpool FC. Acuérdense de aquel sofá de estrellas: Roig, Llorente, Subirats, Galiano, Soler, Soriano, Morera, Wollstein, Villalonga, Azkargorta, Saéz-Merino, Koeman, Gómez... y ahora, otra vez Llorente. Todos han cobrado, de una forma u otra del Valencia CF (indemnizaciones, finiquitos, venta de acciones, publicidad gratuita...). Esa es la pura e indiscutible realidad.
Quizá el momento adecuado para vender el club no ha llegado todavía. Todavía no se ha conseguido el equilibrio entre la deuda exigible y los ingresos de explotación. El nuevo comprador exigirá que la casa esté ordenada y limpia para entrar a vivir. Solo espero que los nuevos propietarios no sean los de antes, los de siempre... los mismos.
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