MADRID. El kurdo Umut Dag, alumno de Michael Haneke en la Escuela de Cine de Viena, abre una ventana a la intimidad femenina en su primer largometraje, La segunda mujer, un experimento en el que el director juega a ver qué pasa si una mujer toma un espacio sentimental normalmente reservado al hombre. Una película definida mediante palabras como "tradición", "sacrificio", "complicidad" y "celos", explica el director en una entrevista con Efe en Madrid.
"Me puse en la piel de esta mujer y la llevé al límite para ayudar a otros a entenderla", explica este joven, multipremiado por su mediometraje de debut, Papá (2011). Y aclara: "No pretendo generalizar. Esta situación no podría darse en una sociedad occidental, pero existen las amantes. Eso sí, jamás, salvo que sea una comedia, la legal instruiría como sucesora a la segunda esposa de su marido".
Dag desvela que siempre le interesó saber por qué algunas mujeres, su madre incluida, elegían sacrificar su vida al crecimiento de sus hijos y se llenó de asombro cuando se enteró de que algunas lo hacían mientras sus esposos tenían una segunda esposa. Una tradición turca, ahora ilegal, pero que Umut llega a contar con los dedos de la mano en su entorno en Viena: "Es verdaderamente raro que eso suceda, pero me servía para retratar a esta mujer y entender mejor a este tipo de mujeres que lo dejan todo para ser solo madres".
De su maestro, Dag detalla que "Haneke es adorable, pero entendemos el cine de diferente manera". "De él, aprendí que lo mas importante de una cinta es tener un buen guion y unos buenos actores, y eso, que parece que es lo más simple, no es tan fácil", sostiene.
Reconoce que, desde el principio, la película comienza "engañando" al público, aunque, "a poco que miren -señala-, enseguida notan que algo no va bien". Se refiere a la primera secuencia del film, la boda de la joven y preciosa Ayse (Begüm Akkaya) con Hasan (Murathan Muslu), un chico de su edad.
En La segunda mujer, o Kuma en su versión original, una expresión que define la figura de la segunda esposa que toman algunos turcos, sin más motivo que desearlo y sin consultarlo con nadie y menos con la primera esposa, se da la vuelta a este hábito y se cede a la primera mujer, gravemente enferma, la elección de una sustituta.
Sin que nunca se vea en qué ciudad se encuentran, ya que los distintos escenarios son reductos turcos en Viena, desde el supermercado al hogar donde todo ocurre, el drama de "el qué dirán" se aprecia desde que la familia debe convivir con la mentira de la boda del hijo mayor, cuando la realidad es muy otra.
"Quería que se viera la máscara que se ponen estas familias para aparentar que son felices", explica Dag, convencido de que "todas las mentiras eran necesarias". Pero, cuando la máscara empieza a caer, la historia da otro giro en su argumento, que vuelve a sorprender al espectador.
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