VALENCIA. El diseño entra en las casas de la forma más inesperada. A veces, por los ojos y directo al estómago. Los productos de gran consumo son también algunos de los principales agitadores de recursos creativos y Valencia, gracias a los estudios y diseñadores que durante estos días celebran su propia identidad en la Valencia Disseny Week, demuestra en la exposición colectiva ‘Yo lo compro' que tiene mucho que decir a la hora de ‘envasar' ideas.
En el MuVIM y hasta el próximo 18 de febrero se reúnen piezas impecables desde el punto de vista del diseño con firmas de clientela nacional e internacional, como son los casos de Iban+Dídac, Lavernia & Cienfuegos, CuldeSac o Estudio Menta, que desarrollaron precisamente la comunicación de la Valencia Disseny Week durante sus dos primeras ediciones.
En esta colección de gráficas aplicadas a los productos de consumo, Estudio Menta (o sea, Xavi Calvo, Elisa Gómez y Raül Climent) aporta sus diseños para los vinos Alturia y Albufera y aprovechamos su participación y su presencia en la inauguración de la muestra para abordar algunas cuestiones acerca de su empresa, el diseño, la marca Valencia en el oficio y el estado del sector en este momento.
-¿Ya no estáis detrás en la organización de la Valencia Disseny Week?
-Raül Climent: Hicimos la marca con Dídac (Ballester) y las aplicaciones, en la primera edición, y en la segunda edición toda la comunicación. Ahora somos uno más en la participación.
-Xavi Calvo: Y la verdad es que tiene una parte de alivio, aunque creo que somos bastante activos sin estar metidos en el embrollo de la organización.
-¿Envases o packaging?
-XC: El packaging aglutina otras variables del proyecto. Por ejemplo, las relacionadas con su transporte. Engloba una solución completa y por eso lo terminamos llamando proyectos de packaging, aunque lo que veamos aquí finalmente (en la exposición) sean también envases.
-En vuestro caso, el comisariado de la exposición ha seleccionado un trabajo para vino. ¿Qué peculiaridades tiene este producto a la hora de abordar un proyecto de packaging?
-RC: El vino tiene una rama poética por la que comunicar es más sencillo, en cierto sentido, porque es eminentemente alegórico. Permite licencias, hay que reconocerlo. Al menos más licencias que el packaging de un detergente [risas].
-El vino es un producto de gran consumo. Elegir el precio, por parte del fabricante, es una parte esencial del propio negocio. Sin embargo, vemos vinos ‘baratos' con un packaging impecable. ¿Cómo funciona esto?
-RC: La etiqueta ha de servir para posicionar, es cierto. El consumidor ha de ubicar el producto, por su rango de precio, pero también por su tipología de producto. Puede ser barato, pero su trabajo detrás puede ser muy interesante y esa es la clave: a lo mejor no es un vino caro, pero es francamente bueno. El diseño debe reflejar esto.
-En Menta el packaging es una de vuestras áreas de trabajo. También el editorial... ¿os habéis definido?
-XC: Nosotros no lo vemos tan claro [risas]. Si tuviésemos que dar una definición ‘pura' diríamos 'diseño gráfico', pero no está tan claro. Creo que ofrecemos una solución mucho más global que eso.
-Elisa Gómez: Cada proyecto es diferente, pero una marca te lleva a una publicación, esta te lleva a una web...
-Raül Climent: Al final, podemos decir que hacemos comunicación visual.
-Parece que los proyectos de los últimos años han convertido a estudios como Menta y otros con una estructura similar en ‘agencias' de diseño integral.
-XC: Reconozco que muchas veces somos nosotros los que propiciamos esto. El cliente te reclama un díptico, pero tú sabes que también tiene la necesidad de realizar una web. Un cosa te lleva a otra.
-RC: Lo que si ha ido primado en Menta es el cliente a largo plazo. Los clientes de soluciones puntuales nos interesan menos que los que tienen continuidad y eso nos lleva a realizar proyectos más globales.
-¿Tiene sentido pensar en una identidad visual ligada a Valencia?
-EG: Creo que ya no tiene sentido. Hace 20 años o más podía tener sentido porque había unas fronteras físicas. Actualmente hay tendencias, pero no hay grandes diferencias desde el punto de vista del diseño. Aunque sea un proyecto sobre una cerveza de horchata de chufa, aunque el estudio que lo lleve a cabo sea polaco, si es bueno, la solución final puede ser parecida porque va a investigar, se va a documentar y va a encontrar respuestas acertadas. Esto es algo que ha propiciado la aparición y explosión de Internet y la explosión también de los blogs y la comunicación entre diseñadores.
-¿Cuál es el contexto entonces de la Valencia Disseny Week? ¿Es una cita para mantener el entorno profesional y cultivar las redes entre vosotros?
-RC: Sirve para poner en valor nuestro trabajo. Durante mucho tiempo ha faltado poner en valor el diseño que se hace aquí, como oficio. Parece que encargar un diseño en Barcelona, por ejemplo, puede significar algo distinto...
-XC: Aquí trabajamos de puta madre, sinceramente, y la VDW ha de ser un trampolín para que los clientes de aquí y de fuera conozcan lo bien que trabajamos.
-¿No surgió un poco tarde la Valencia Disseny Week?
-XC: Surgió... cuando se pudo. Con la explosión de Internet, sobre todo.
-EG: La gente lo hizo cuando tuvo la necesidad de decir: vamos a hacer algo porque lo hacemos muy bien, tan bien como otros, pero la gente lo tiene que saber. Teníamos que contarlo.
-RC: Lo que creo que es una pena es que se hayan perdido las rutas [de diseño, dentro del programa de la VDW] este año. La gente iba por la calle y veía que algo se movía. Mostraba en la calle como toda la ciudad usaba productos diseñados aquí y que, aparentemente, pasaban desapercibidos.
-¿Por qué Valencia se ha convertido en un lugar interesante para diseñar?
-XC: Esto que tenemos ahora es gracias a los profesionales que en los 80 se empezaron a reunir para conseguirlo. Han convertido a Valencia en una cuna de buenos diseñadores. Solo es la continuación.
-¿Os sentís un poco responsables de prolongar ese legado?
-RC: Sí. El día que la gente no quiera, la VDW dejará de existir. Pero tenemos la inquietud de estar aquí. Sin industria es imposible que sigamos haciendo este trabajo y aun así estamos menos industrializados que otros territorios de España, algo que se nota en la tipología de nuestros proyectos. Pero en cambio nuestra relación con las pequeñas y medianas empresas es genuina y funciona perfectamente con los clientes precisamente de fuera.
-La secuencia es: la industria crea una explosión de trabajo para el diseño en los 80. La profesión se establece en Valencia y se multiplica. La escuelas crecen y crecen. De repente, desaparece la industria y os quedáis todos los demás. Dentro de esa secuencia, ¿cómo funcionáis ahora los estudios con los clientes de fuera?
-EG: Perfectamente. Nos perciben de una forma muy positiva... al menos, tal y como nos lo transmiten [risas]. En época de crisis parece como si estuvieran encantados de haberse dejado por el camino intermediarios y perfectamente adaptados a hablar directamente con la persona que, finalmente, es quien ejecuta un diseño o una aplicación. Es una relación que nos hace sentir cómodos a ambas partes.
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