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VALENCIA. "Por este proyecto sí que tenemos ofertas". El mantra lo repiten en los palacetes en el entorno del Palau de la Generalitat, en la calle Caballeros. Una máxima que apoyan los profesionales del sector audiovisual valenciano: La Ciudad de la Luz tiene novios. "Pero esto es como la Casa Real, sólo se anuncian compromisos, no noviazgos", comentan desde la Generalitat.

La privatización del complejo se ha frenado en un laberinto burocrático. Por un lado la Generalitat ha elevado al Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo una petición, a través del Gobierno de España, para que se anule la Decisión de la Comisión Europea que obliga a los estudios a devolver la Generalitat las ayudas recibidas para su construcción, 265 millones de euros. Por el otro, se ha dirigido una petición a Bruselas para que contemple la posibilidad de vender el complejo entero y no por lotes, como exige la Unión Europea.

El proyecto puede salir en las próximas semanas del embrollo en el que se haya metido. La disputa jurídica en Bruselas y Luxemburgo, dicen, ha enfilado su recta final. No va a haber más informes ni más consultorías. Sólo decisiones en firme. La previsión que maneja la Generalitat es que en el transcurso de las próximas semanas hayan pronunciamientos sobre las dos cuestiones que afectan al complejo. "Si tuviera que dar una fecha diría que en mes, mes y medio, tendremos ya alguna respuesta, pero por no pillarme los dedos diría que antes de abril se ha resuelto todo", comentan desde fuentes cercanas a la negociación. "En verano ya está vendida", anuncian desde la Generalitat.

En el Consell existe cierta tranquilidad con respecto al futuro de la Ciudad de la Luz porque, dicen fuentes consultadas por Valenciaplaza.com, "hay compradores". Una idea que corroboran fuentes de la industria audiovisual que dan por segura su venta ante el interés de inversores de todo el mundo. La Generalitat ya ha cedido y ha aceptado que la Ciudad de la Luz se venderá y será privada o no será. La gran preocupación de la administración valenciana es que la Comisión no ceda también y se mantenga en sus trece de fraccionar todo el complejo; es decir, vender por un lado el backlot, en el cual se puede edificar, y por el otro el edificio de oficinas, así como los estudios y la escuela de cine que alberga el complejo. 

Ese caballo de batalla que supone la venta en conjunto o por lotes es la única que puede condicionar el buen resultado del proceso de privatización. Para las fuentes consultadas, el terreno del backlot carece de interés urbanístico en la actualidad ante la saturación del mercado inmobiliario en la provincia de Alicante, donde diferentes estudios aseveran que están cerca del 8% de las más 583.453 viviendas excedentes. Pese al incremento de la compra de inmuebles gracias a la aparición de inversores extranjeros, desde la Generalitat consideran que el terreno urbanizable es menos atractivo independiente que como parte de los estudios.

Por contra, en el actual contexto en el que las grandes multinacionales estadounidenses no dudan en viajar para rodar por todas partes del mundo, y con directores como Ridley Scott filmando con  frecuencia en España, Ciudad de la Luz tiene todas las papeletas para convertirse en un centro de producción de gran proyección internacional. Venderse, pues, se da por vendida, pero no está tan claro que sea por las cantidades que costó construirla. Es más, las fuentes del sector consultadas dan por seguro que el Consell tendrá que conformarse con ingresar menos dinero de lo que costó construir el complejo. "Ha sido una ruina de negocio para la administración", sentencia un productor valenciano.

IMPOSIBLE EN PRIMERA PUJA; SEGURO EN SEGUNDA

Un balance de la aventura que es compartido por todas las fuentes del sector consultadas. "Es imposible que se venda por los 265 millones de euros que pide la Comisión Europea, pero en la segunda puja seguro que tendrán buenas ofertas", vaticina otro. El primer concurso público, explican, se hará tal y como exige la UE, pero "el segundo se hará libre y ahí veremos cuál es su verdadero valor de mercado, cuánto está dispuesto a pagar la gente por ella". Será en esta segunda convocatoria cuando aparezcan los candidatos que ya se han acercado a la Generalitat a preguntar.

Desde la administración valenciana son especialmente críticos con la actitud del principal partido de la oposición, el PSOE, con este proyecto ("defienden lo público en todas partes menos con estos estudios", apuntan), y muy en particular con el comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, a quien culpan de la idea de la venta por lotes y de bloquear su salida al mercado.

Consideran que el comisario socialista ha sido especialmente riguroso con el proyecto que inició Eduardo Zaplana y concluyó Francisco Camps, cuando ambos eran presidentes de la Generalitat, y creen que ha apoyado sin matices las tesis de los estudios británicos Pinewood, que fueron quienes denunciaron ante la comisión la construcción de la Ciudad de la Luz.

De igual manera que el proyecto tiene dos frentes, en la administración son dos equipos los que se encargan de intentar resolver el conflicto. La negociación con la Unión Europea la está coordinando el secretario autonómico de Cultura, Rafael Ripoll, mientras que las negociaciones para la venta son controladas directamente desde el entorno del vicepresidente José Císcar.

El aparente buen resultado conseguido con el proceso de adjudicación del Aeropuerto de Castellón, que se ha preadjudicado a la empresa canadiense SNC-Lavalin Aèroports, hace ser optimistas a los responsables públicos valencianos. Mientras, desde el sector audiovisual se observa con escepticismo el desarrollo de los acontecimientos. "Espero que esta vez [desde la Generalitat] nos hagan algo de caso y no vuelvan a cometer los mismos errores", apuntan.

Ya sea por partes, la primera opción planteada por Europa, o en su conjunto, la preferida por el Consell, el caso es que las horas de la Ciudad de la Luz como empresa pública están contadas y su venta más cerca. Sus estudios ahora vacíos podrán así abrir de nuevo sus puertas para que vuelvan los rodajes, el fin para el que fueron creados.