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LOS LIBROS DE @CORAZONRURAL

Las Pussy Riot, ejemplo del espíritu de la 'Ley Fernández'

ÁLVARO GONZÁLEZ. 27/01/2014

Malpaso publica las transcripciones del juicio al grupo punk ruso Pussy Riot, que fueron a la cárcel por rezarle a la Virgen que mandara a Putin al purgatorio

MADRID. La caída del comunismo en Rusia en 1991 y de la joven democracia en 1993 con el bombardeo de la Duma trajeron una regeneración nacionalista y religiosa. Un regreso a los valores patriarcales, que tienen su reflejo en una homofobia criminal por ejemplo, y un protagonismo recuperado de la Iglesia ortodoxa, que recomienda el voto para el presidente Putin y se ve inmersa en escándalos como el de las Pussy Riot. El presidente se apoya en el clero para desviar la atención sobre los problemas del país en la construcción de una identidad tradicional, y la Iglesia ortodoxa acapara cada vez más parcelas de poder en el trato. Putin dijo que la Iglesia era "socia natural del Estado"

Las Pussy Riot eran un grupo de punk femenino que no conocía absolutamente nadie fuera de Rusia y que un buen día, culminando una serie de apariciones públicas, se subió al altar de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú a rogarle a la Virgen que se volviera feminista y mandara a Putin al purgatorio. Fue una acción denominada "la plegaria punk" en respuesta a las declaraciones del patriarca Cirilo, elogiando la figura de Putin y disuadiendo a los feligreses de que tomaran parte en los actos de protesta contra el presidente. El Patriarca Cirilo es el mismo que ocultó con PhotoShop un reloj de 30.000 dólares en la web oficial de la Iglesia ortodoxa rusa

La actuación les costó una pena de dos años de cárcel por "vandalismo e incitación al odio religioso" a tres de ellas. Las otras dos, que no pudieron ser identificadas en el vídeo, huyeron del país. Finalmente, han salido en libertad tras una amnistía decretada por el presidente. Una de ellas, Aliójina, que cumplía su pena en Siberia, quiso rechazar la medida de gracia, pero no encontró forma legal de hacerlo. Sólo le quedaban tres meses para cumplir la condena. Declaró que Putin se estaba lavando la cara a su costa.

Coincidiendo con su salida de la cárcel, Malpaso ha publicado en España Desorden público. Una plegaria punk por la libertad, un libro recopilatorio de textos de apoyo, cartas y las intervenciones durante el hilarante proceso judicial en el que las condenaron.

Nada más empezar, sorprende el relato de Masha, que se hiela de frío en su celda junto a Nina, una mujer condenada por robo. Comenta las situaciones que han vivido sus compañeras de presidio, atropellos de toda clase, incluidas vejaciones. Además, en la cárcel sólo podía leer la Biblia y de ahí que todas sus cartas estén llenas de referencias a los Evangelios. Una paradoja, dadas las acusaciones que afrontaba.

Al Patriarca Cirilo le explica en una que ellas solo le pidieron a la Virgen que expulsara del templo a los que "profanan los ideales humanistas" como el presidente y su gobierno. Sobre el apoyo que le presta como cabeza de la Iglesia le espeta: "no podemos creer en el representante del padre celestial cuando actúa contra los valores por los que Cristo fue crucificado". 

En su alegato deja claro que lo suyo no era una blasfemia, sino lo contrario precisamente: "no somos enemigas de la cristiandad. Compartimos, por lo general, buena parte de las creencias que defienden los cristianos ortodoxos (...) luchamos contra la traición, el engaño, el soborno, la hipocresía, la avaricia y la ilegalidad que tratan de preservar las autoridades y los dirigentes actuales".

La 'plegaria punk' de las Pussy Riot

También señala que los medios de comunicación afines al poder que pusieron la voz en grito cuando hicieron su actuación "subestiman las tradiciones ortodoxas rusas si piensan que tres chicas pueden remover los cimientos espirituales del estado".

Una de las partes más interesantes son las transcripciones del juicio en la que declararon los testigos de su "plegaria punk". La vendedora de velas Lubov Sokologorskaia declaró al tribunal que trató de seguir a las chicas cuando se dirigían al altar "pero Dios la detuvo":

"Iban con unos vestidos que les dejaban los hombros al descubierto, de colores muy vivos ¡y sin conjuntar nada! Y llevaban gorros de colores distintos también. ¡Y las medidas eran de colores distintos! Fue una blasfemia, un sacrilegio y un insulto a mis sentimientos, y a mi fe y a mis ideales ¡y una profanación de mi persona y mis creencias! El dolor sigue ahí"

Luego a esta señora le preguntaron si decir "feminista" es un insulto. "Lo es si se dice en la Iglesia", contestó. A continuación, Vasili Tsiganiuk, guarda del altar, explicó que según él los bailes y los gritos de las chicas se debían a que estaban poseídas. Otro que sufrió lo suyo fue Serguei Beloglazov "Me quedé traumatizado y fui incapaz de ir a trabajar durante dos meses". A la pregunta de si la palabra "feminista" es un insulto, replicó: "Sí, para un creyente ortodoxo es un insulto, una obscenidad".

La abogada defensora, Violeta Volkova, dijo que le costaba pensar que estaba en la Rusia del siglo XXI y no en un cuento como Alicia en el País de las maravillas. Para ella, las burlas eran las que se estaban produciendo en ese tribunal, mofas de la Constitución, la justicia y los derechos humanos.

El abogado de Nadezhda, por su parte, denunció que nada ha cambiado en Rusia desde la época de los soviets. "La gente sólo puede aspirar a recibir un trato humano tras haber aniquilado por completo su propia identidad", señaló. Y otro abogado defensor argumentó que a diez metros de ese altar había actuado nada menos que Boney M y nadie se había sentido ofendido con sus "contorneos diabólicos".

En las últimas páginas del libro, Bianca Jagger, que aparte de ex del cantante de Rolling Stones es activista pro derechos humanos, las compara con el cineasta tibetano Dhondup Wangchen, detenido por criticar al gobierno chino con un documental rodado poco antes de los Juegos Olímpicos de Pekín, y con el iraní Jafar Panahi, otro cineasta  condenado a no poder ejercer su profesión, ni viajar al extranjero ni hablar con la prensa durante veinte años.

La lectura de Desorden público es escalofriante. Detalla el funcionamiento de los engranajes represivos del estado y lo preocupante es que aquí no estamos tan lejos. Podría dar la impresión de que un suceso así es algo impensable por estas latitudes, Rusia, Irán o China todavía parecen otros mundos, sin embargo, hace poco el ministro del Interior anunció una Ley de Seguridad Ciudadana que contemplaba el engendro de las "ofensas a España". Las sanciones son de 30.000 euros, todavía lejos de que te manden a Siberia, pero es un paso adelante intolerable en contra de los derechos fundamentales. El encarcelamiento de estas chicas tiene exactamente el mismo espíritu que nuestra nueva Ley de Seguridad Ciudadana, la Ley Fernández, impedir que la gente proteste mientras se la roba a manos llenas. Sin más historia.

Desorden púbico. Una plegaria punk por la libertad de expresión

Autor: Pussy Riot

Núm. de páginas: 168

Editorial Malpaso

Precio 19,50€

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2 comentarios

fabricio escribió
06/02/2014 17:41

Hace un tiempo me pregunto que significa el puño en alto con el brazo extendido como la del nazismo , este es un símbolo comunista alemán a imitación del de símbolo nazi, es también considerado antidemocratico y simbologia neonazi.Me parecen unas taradas ante que un grupo que pide libertad para su país aunque este sea inicialmente motivación de estas.

paco escribió
28/01/2014 15:19

Tu tambien estas preocupados por los gays... al final la novela Guerra Interminable nos habra adelantado el futuro.

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