VALENCIA. No es la primera vez que la alcaldesa de Valencia Rita Barberá, hace pública su intención de potenciar la figura del Santo Cáliz que se guarda en la capilla de la Catedral de Valencia, sin duda una de las reliquias más importantes del imaginario cristiano. La idea en sí no es descabellada, lo complicado es saber cuánto invertir y cuánto se espera recaudar. Esta semana, la primer edil se refirió incluso a una posible ruta que una Valencia y Jerusalén tras pasar por Italia y Francia aunque el proyecto está en su fase inicial. Sin embargo, lo más sensato (y barato) puede ser apostar por que la Unesco la declare bien de interés cultural. Méritos no le faltan. Esta fórmula, además, permitiría evitar la polémica religiosa.
- ¿Qué es el Santo Cáliz?: Se supone que es la copa a la que aluden los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas cuando hablan del brindis que ofreció Jesús en la Última Cena y por la que instauró la liturgia se repite en todas las misas. En realidad, el Santo Cáliz es sólo la taza de ágata pulida que corona el objeto. Las asas y el pie de oro que completan la reliquia son de origen incierto, pero se supone que datan de entre los siglos X y XII y salió de un taller de Córdoba (su origen es árabe) y más tarde (antes del siglo XIV) se añadieron las piedras y joyas que sirven de adorno. Probablemente desde entonces ha mantenido su aspecto actual. A Valencia llegó en 1437 de la mano de Alfonso V El Magnánimo.
-La cuestión de la autenticidad: Aunque Barberá insiste en el tema, es una cuestión absolutamente secundaria por no decir irrelevante. El valor de las reliquias no depende de su autenticidad histórica, sino de la Fe que depositan en ellas los creyentes, y la de Valencia es la más venerada. Técnicamente, para no caer en la idolatría, no se adora el objeto, sino lo que representa. Desde este punto de vista, es tan válido rendirle culto al cáliz de Antioquía (que es del siglo VI y está en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York) que a la copa de Hawstone Park, al Sacro Cantino de Génova o a cualquier otra. Pero hay una diferencia sustancial sobre el valor simbólico: el de Valencia es el único que ha sido utilizado por un Papa en un acto litúrgico (Benedicto XVI, en su visita de 2006). Juan Pablo II, en 1982, acudió a visitarlo. Eso lo convierte en único y lo sitúa por encima del resto.
-Pero, ¿es el auténtico? Si por auténtico se entiende que fue el que usó Jesús en la Última Cena, hay dos respuestas posibles. La más radical es que no, que si ese objeto existió realmente (algo que no se puede asegurar) no hay nada que indique que el de Valencia sea el real. La otra, más conciliadora, es que es imposible saberlo pero que si hay uno verdadero, el que más posibilidades tiene es el de Valencia. En todo caso, que no sea ‘el auténtico' no es un obstáculo para que sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, otra de las propuestas que baraja el Ayuntamiento de Valencia.
-¿Es lo mismo que el Santo Grial? Sí y no. En realidad son dos tradiciones diferentes que se acabaron uniendo. La del Santo Cáliz es una tradición religiosa, la del Grial es literaria (las leyendas artúricas). Éste último nace en el libro Perceval del poeta Chrétien de Troyes (s. XII), aunque no aclara a qué se refiere. Pero fue Robert de Boron (a principios del XIII) el que primero que dijo que eran lo mismo en su obra José de Arimatea. Otros autores siguieron su senda. El último ejemplo de esa asimilación podría ser la película Indiana Jones y la última cruzada.
-¿Cómo llegó a Valencia? La primera referencia histórica, a partir de la que se establece la presunta autenticidad, data del 26 de septiembre de 1399. Es una carta que remite el Rey Martín el Humano a los monjes de San Juan de la Peña (Huesca) en la que el monarca les pide "el cáliz que usan en la misa" a cambio de otro de oro. Sin embargo, no es hasta su testamento (31 de mayo de 1421) cuando se afirma que podría ser el auténtico. En el inventario de sus bienes se alude al "Cáliz hecho de calcedonia y oro, y que según la tradición fue el utilizado por Jesucristo". En ese momento, la tradición se convierte en Historia.
-¿Y antes? Ese es el problema. Según el poeta Robert de Boron, José de Arimatea (propietario del sepulcro en el que se guardó el cuerpo de Jesús; otras fuentes dicen que también de la posada donde tuvo lugar la Última Cena), la llenó con la sangre del crucificado. Luego la trasladó a Inglaterra (hay quien dice que a Francia). Una versión alternativa apunta que el apóstol Pedro, que luego se convertiría en el primer Papa de Roma, fue quien se encargó del traslado. Con el tiempo cayó en manos de San Lorenzo que la llevó a Huesca antes de recalar en Valencia. Lo cierto es que ni siquiera se sabe si la Última Cena es un hecho histórico.
-¿Qué dicen los estudios? La referencia es el trabajo de Antonio Beltrán El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia de 1960. Este catedrático de arqueología y asesor de la Unesco concluyó que "Con respecto a su autenticidad histórica, que nada prueba la arqueología en contra, sino que, por el contrario, la apoya y confirma, puesto que conduce a la siguiente afirmación: La copa se remonta a la época comprendida entre los siglos IV a.c. y I de nuestra Era, y más concretamente, en los siglos II-I a.c., y que fue labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena y pudo ser la que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas". El problema es que hay demasiados condicionales.
-¿Una ruta del Santo Cáliz? Esto parece un exceso de entusiasmo por parte de la alcaldesa y no tiene mucho sentido crear de manera artificial un recorrido que parta de Jerusalén y llegue a Valencia tras recalar en Roma y Francia (no dice donde). Aunque no se conoce el origen exacto del Camino de Santiago, este lleva funcionando -con altibajos- desde el siglo IX por lo que a la tradición cristiana se refiere. Llegar a la Catedral de Santiago es importante, pero la experiencia es recorrer alguno de sus muchos itinerarios y dejarse llevar por la naturaleza, la cultura, los amigos que van apareciendo... Hacer lo mismo con el Santo Cáliz es, como mínimo, complicado. Tiene más sentido promocionarlo por si mismo como argumento para visitar Valencia.
-¿Qué tiene que ver con la Sábana Santa? Nada, pero la alcaldesa leyó un día artículo sobre el éxito de la última exhibición pública de la Sábana Santa (el más que dudoso sudario de Jesús) y desde entonces insiste en compararla con el Santo Cáliz para destacar la importancia de la reliquia valenciana. Es absurdo, esta tiene suficiente entidad por si misma para no necesitar comparaciones.
Gran article, Javier! Només discrepe en el tema del llançol de Torí: si ací a València tenim els millors experts en sindologia del món mundial!!!!
Destroy, se llamaba Ruta destroy, no del bakalao.
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