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VALENCIA. Cuenta Julie Gavras que durante el rodaje de su película Tres veces 20 años, su protagonista, Isabella Rosellini le preguntó por qué la había ambientado en Londres. "Le dije que la estructura de la familia de ficción era similar a la mía, así que rodar en Inglaterra me hacía sentir más libre. A lo que ella contestó: "Oh, sí, nuestros padres". Su afirmación espontánea me hizo pensar, esta mujer tiene 58 años y todavía siente el peso de sus padres. Dios mío, esto va a durar toda mi vida".

No es fácil vivir a la sombra de unos progenitores reputados en su oficio, pero hay profesionales que toman el testigo familiar con orgullo y con tino. En los escenarios españoles, son varias las estirpes teatrales en activo. Sin ir más lejos, estos días en el Teatre Talia, Natalia Dicenta representa la obra de suspense sobre investigación periodística Última edición y promociona su disco Colors, mientras su madre, Lola Herrera, se halla de gira por España con En el estanque dorado.

La actriz y cantante se muestra molesta al ser interpelada por su herencia: "Cada persona tiene un don para dedicar a los demás, el mío es el de la comunicación. Mi familia no tiene que ver, porque hay muchísimos compañeros cuyos padres no se dedican a ello. No es una cuestión genética, sino de profesionalidad en escena: son muchos años de estudio, disciplina, soledad y una gran cantidad de trabajo y de reciclaje profesional".

La semana pasada coincidió en la cartelera teatral de Valencia con su gran amiga de la infancia Amparo Larrañaga, que estuvo representando la comedia familiar Hermanas en el Teatro Olympia. Juntas crecieron mirando las tablas, sintiendo el escenario como un ambiente natural, "de estar por casa".

Natalia habla de esa coincidencia en la vocación entre padres e hijos como "un tesorete" que le ha ayudado a superar los momentos de dudas y de frustración profesional. "Tanto Amparo como yo hemos mantenido conversaciones en casa que el resto, quizás no. Hemos vivido sobremesas en las que nos hemos reído y nos hemos aprendido mutuamente. Cuando estás creciendo y surgen momentos de crisis, haces mesa camilla con la familia y hallas un lugar común donde entienden ese punto de agobio y te ayudan a buscar vías de escape".

Durante la conversación evita en todo el momento la palabra madre y la sustituye por "compañera" o "colega de profesión" para referirse a la actriz que muchos asocian a la Carmen de Cinco horas con Mario, papel que Lola Herrera interpretó durante 25 años.

Ahora triunfa junto a Héctor Alterio en la adaptación teatral de la película ganadora de tres Oscar, que a finales de 2014 visitará Valencia. La pequeña del actor argentino, Malena, ni se había planteado participar en este montaje emulando a Henry Fonda y a su hija Jane en su versión cinematográfica.

En la actualidad, representa en Madrid Emilia, del dramaturgo porteño Claudio Tolcachir, en los Teatros del Canal de Madrid. "La posibilidad de trabajar en familia está ahí, pero siempre que se gestione de manera natural, no de forma compulsiva", subraya la actriz que se dio a conocer entre la gran audiencia con la serie Aquí no hay quien viva.

Al contrario que su hermano, Malena Alterio no ha trabajado mano a mano con su padre. "Una vez hicimos un corto con Ernesto y papá, Entre nosotros. Era una situación en la que había que estar serios, pero nos daba la risa. Luego ya nos calmamos y salió todo bien", recuerda.

MUCHO MÁS QUE DOS

Marina Sanjosé sí ha compartido escenario con sus progenitores, Ana Belén y Víctor Manuel. Durante su estancia la semana pasada en el Teatro Olympia, donde compartió con Amparo Larrañaga y María Pujalte las funciones de Hermanas, nos confiaba que su primera experiencia profesional fue como corista de sus padres en la gira Una canción me trajo a ti, para pasar luego al teatro.

De hecho, descubrió su vocación entre las bambalinas de una obra protagonizada por su madre, La bella Helena. "Me pasaba todo el día metida en el teatro, me ponía todos los vestidos, me sabía todos los diálogos, se me empezó a ver el plumero", se ríe.

Su hermano, David San José, se decantó por la música. Cuenta con estudios de piano y composición para películas en el Berklee College of Music de Boston, y en los últimos años ha trabajado como arreglista para sus padres y compuesto las bandas sonoras de varias obras dirigidas por Magüi Mira. La última, Kathie y el hipopótamo, que hasta el 2 de febrero se representa en las madrileñas Naves del Español, está protagonizada por Ana Belén.

Durante la representación de la pieza, basada en un texto de Mario Vargas Llosa, el multiinstrumentista toca en directo el piano sobre el escenario. En la rueda de prensa de presentación, Magüi Mira destacó que su trabajo aporta "un plus de emoción" al argumento y resalta su carácter de viaje lírico y emocional.

CRECER ENTRE PREMIOS NACIONALES

La valenciana Magüi Mira también tiene una hija que ha seguido sus pasos, Clara Sanchis, cuyo padre es el Premio Nacional de Teatro 1990, José Sanchis Sinisterra, autor de, entre otras, ¡Ay, Carmela!

En abril vuelve al Teatro Fernán Gómez con la obra La lengua en pedazos, combate dialéctico entre un representante de la Inquisición y una monja díscola que responde al nombre de Teresa de Jesús. Precisamente, su propia madre encarnó a Guiomar de Ulloa, gran amiga y colaboradora de la Santa, en la serie protagonizada por Concha Velasco para TVE.

Clara ha actuado bajo las órdenes de la que considera su maestra en El perro del hortelano, y protagonizado diversas obras escritas por su padre, Próspero sueña Julieta, Dos delirios sobre Shakespeare y El lector por horas.

Ha habido dos colaboraciones de Rebeca Valls con su madre, la coreógrafa Rosángeles Valls, y el que es su pareja desde que la actriz contaba seis años de edad, Rodolf Sirera, que le han hecho sentir que, en pequeña medida, por fin podía devolverles lo mucho que le han enseñado. En 2011, Rebeca ayudó en la interpretación de los textos a los bailarines de Desalmados, la pieza con la que la compañía de su madre y su tío Edison, Ananda Dansa, Premion Nacional de Danza 2006, celebraba sus 30 años de trayectoria, y en diciembre de este año pasado, la actriz dirigía en la SGAE de Valencia la lectura dramatizada de Trío, de Sirera, que previamente había traducido al castellano.

Si bien ha dirigido sus pasos hacia el teatro, al principio fue la danza: "Con cuatro años me veía todos los ensayos de mamá y luego iba a las funciones, así que mientras recogían el escenario, yo me bailaba la coreografía entera. A veces mi tío o mi madre me levantaban la mano, porque si no me caía", recuerda la actriz.

Durante un tiempo estudió danza en una de las escuelas de Rosángeles, L'Arabesque. Del clásico pasó al contemporáneo, después al jazz y al hip hop, y fue el claqué, con su proximidad con el teatro musical, y la entrada de Rodolf en su vida los que le hicieron conectar con la interpretación. "Los padres marcan mucho, ellos me hicieron aprender la sensibilidad de este oficio, pero uno empieza a buscarse a uno mismo y me entraron ganas de tener mi propio lenguaje", argumenta.

Cuando Rosángeles o Rodolf se encuentran en el patio de butacas, su interpretación se vuelve más afilada. Siempre trata de que ambos vengan al ensayo general o al estreno. "Voy a estar sin norte hasta que vengan y me den su aprobación".

En estos momentos compagina los ensayos de M'esperarás?, de Albena Teatre, programada del 21 de marzo al 13 de abril en el Teatro Talía, con la gira de Casa de muñecas, que visita el Teatro Principal de Castellón los días 14 y 15 de febrero, y el Teatro Arniches de Alicante el 28 de febrero y el 1 de marzo.

Curiosamente, en la preparación de Nora, a la que Rebeca considera "el gran personaje femenino de la Historia del teatro", la actriz llevaba la foto de su madre en el libreto.

Miranda Gas, quien en estos momentos se encuentra de gira con la obra de Woody Allen Maridos y mujeres, también sabe lo que es contar con un Premio Nacional en la familia, su madre, Vicky Peña, fue merecedora del de Teatro en 2009.

Su primer recuerdo teatral son las representaciones de Dancing, montaje dirigido por Hendel Costa, donde participaban su padre, el dramaturgo, actor y director de cine y teatro Mario Gas y Vicky Peña.

Su debut se produjo a los 15 años en A Little Night Music, musical de Stephen Sondheim, que fue dirigido por Mario Gas y que contaba con Vicky Peña entre el elenco. "A pesar de la seriedad y la severidad en los ensayos, estaba en casa. Ellos saben qué es trabajar en familia, sea sanguínea o no", matiza.

Ni Mario ni Vicky han opinado sobre su decisión vocacional, "pero me han permitido entrar como espectadora, vivir un ambiente, ver cómo se trabaja un proceso desde que se empieza a ensayar hasta que se estrena. Estar fin de semana tras fin de semana entre cajas. Es muy difícil vivir eso y que no te atraiga de una manera magnética"