VALENCIA. Si pudiese rebobinar hacia delante, Joaquín Ruiz tendría muy claro lo que sucedería: "Por fortuna, mucho trabajo". Responsable de la productora Montaña Estudio, este apasionado contador de historias, gratamente machacado a encargos como freelance desde que acabó la carrera decidió montarse su propia empresa como un paso natural.
"Era lo más sensato para seguir ofreciendo un buen servicio a los clientes y no morir en el intento. Además, estar empleado en una productora o en un canal de televisión era algo que no me apetecía nada, me parecía muy aburrido", apunta. Tal cual. Desde luego, una visión edulcorada la de Joaquín en una época en la que elegir dónde cotizar es hoy en día un lujo divino.
Elevado ante mi ojos en un pedestal de quimera laboral, Joaquín disfruta de un momento privilegiado con vistas panorámicas. Y es que, el nombre del estudio además de venirle como anillo al dedo en estos dorados y poblados picos de trabajo, también es una extensión de sus valores, gustos y aficiones.
Cántabro y amante de la naturaleza, para Joaquín "las montañas son lugares donde el hombre se mide a sí mismo para conseguir llegar a la cima, donde se escriben historias increíbles de superación o de reencuentro personal." "Todo esto", añade, le "pareció muy apropiado para una empresa que se dedica a contar historias y a emocionar con ellas".
Y bajo esta premisa, Montaña Estudio lleva funcionando fluidamente de sol a sol y de lunes a domingo produciendo videoclips, documentales, eventos en directo y publicidad en su más amplio sentido: "En Montaña Studio actualmente trabajamos tres personas, pero subcontratamos mucho dependiendo de cada proyecto. Estamos en contacto con una amplia red de freelances que son de lo mejorcito en su campo y sobre todo muy majetes. Hay piezas para las que acabamos contratando a un equipo de 15 personas y otras para las que solo uno de nosotros es necesario. De esta forma optimizamos recursos, hacemos presupuestos ajustados a cada proyecto y evitamos tener gastos fijos demasiado comprometidos que nos obliguen a elevar nuestras tarifas innecesariamente".
Además, aunque el grueso de sus clientes se encuentra en Valencia, no existen fronteras para las cámaras de esta bienaventurada productora cuyos objetivos han tenido el placer de deleitarse rodando en enclaves como México, Cuba, República Dominicana, Suiza o Alemania.
Un salto mortal de cresta en cresta y tira porque a Joaquín siempre le toca. "Empecé subiendo montañas de 1000 metros cerca de casa, luego de 2.000 en los Pirineos y más tarde de 3.000 metros en los Alpes. Ahora el cuerpo me pide hacerme himalayista y atacar montañas de 8.000 metros". Un apasionante reto que, por su inherente y creciente altitud, necesita, además del arnés, casco y pies de gato, una mayor y mejorada infraestructura.
Por ello, desde que abandonó su solitaria labor como freelance, para este escalador de oportunidades lo más importante ya no sólo consiste en pensar en él mismo sino en esas personas que trabajan con él, "que tanto Montaña como ellas se aporten de igual modo para crecer como profesionales y que estén a gusto". Y que no quepa duda, pues la reciente incorporación de un par de sofás, una tele y una Play Station no tiene otro fin más que convertir un espacio de trabajo donde además de parir interesantes proyectos reine el compañerismo, buen rollito y un sentimiento de amor por el riesgo común.
Por su parte, conocedor del funcionamiento de el ya desaparecido Canal 9 durante una estancia temporal en informativos, Joaquín explica que "su cierre no afecta a Montaña para nada. La forma de producir, los referentes e incluso la manera de entender el audiovisual poco tiene que ver con lo que allí se hacía. Aún así, creo que es muy triste ver a todos esos profesionales perder su trabajo", explica.
En cuanto a la posibilidad de un canal autonómico alternativo, Joaquín no se anda por las ramas y piensa que "las premisas serían utópicas e imposibles." A él le gustaría "ver una tele produciendo piezas de calidad en contenido y forma, con tecnología puntera, pendiente de las tendencias formales que puedan llegar de todas partes: New York, Noruega o Albacete. Con espacios para formatos experimentales, con informativos independientes y serios, así como para la autocrítica, humor, arte, cultura y entretenimiento y un respaldo en una plataforma digital de lo que se cuece en la web".
Aunque aclara que, como ya casi todo hijo de vecino, está acostumbrado a buscar los contenidos que más le gustan en Internet "donde la producción y la oferta audiovisual es brutal".
Y aunque dice que "de teles ya no entiende", no duda en opinar sesuda y fervientemente, como adivino en casi toda su apasionada y comprometida oratoria, sobre el tocado sector audiovisual valenciano. Cree que "la situación es extraña pero buena".
"Nunca antes hemos tenido tantos canales para la distribución audiovisual; hace unos años solo teníamos la televisión y poco más, así que pocas empresas necesitaban videos porque no tenían acceso a la tele. En el siglo XXI, por el contrario, si el lenguaje no es el audiovisual no sé cuál va a ser. Es cierto que conviven dos realidades, las grandes estructuras que están cayendo desde que comenzó la crisis y los pequeños estudios que vamos sobreviviendo. Todo el sector está cambiando, pero no a peor, simplemente está cambiando y a partir de ahora estará en constante cambio, sobrevivirán los que mejor sepan reinventarse continuamente", subraya.
En este sentido, además de no sufrir miedo a las alturas, a nuestro temerario protagonista tampoco le asusta la creciente competencia: "No creo en ella, sino en la meritocracia, es decir yo tengo los clientes que me merezco y si otro tiene mejores clientes es porque hace las cosas mejor que yo, lo que me sirve de inspiración y motivación".
Así, a pesar de que Joaquín disfruta de los "magníficos atardeceres, la luz y el clima de Valencia para sus rodajes" como agradecidas estampas de una ciudad costera de relieve rocoso generalmente llano, no duda en subirse a atracciones de altura tales como la montaña rusa de su estudio aunque siempre en fase de subida.
Una aventura sibarita y de amenaza constante a caer precipitadamente al vacío en la que sólo aquellos sin vértigo saben mantener el equilibrio. Especies como Joaquín, cuyo prisma de cada secuencia o escena sólo tiene sentido estando en la cumbre.
Gracias por el artículo, como siempre retratando a personas creativas, curiosas y llenas de atractivos. Un saludo.
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