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Los nuevos realizadores vuelcan su vocación artística y los vastos conocimientos adquiridos en los vídeos de bodas con resultados más próximos al cine que al obsoleto 'vídeo social'

VALENCIA. Kenny G es un saxofonista estadounidense cuyo dudoso prestigio en España se encuentra lapidado por musicar los vídeos de bodas, bautizos y comuniones durante la década de los 90. A buen seguro que, de haber cobrado todos los derechos de autor correspondientes, estaríamos hablando de un señor ‘top' en la lista Forbes de las fortunas globales.

El llamado ‘vídeo social' ha evolucionado en torno a las posibiliades tecnológicas, aunque sin olvidar cómo ha influido la apertura del mercado y ese invento llamado Internet. "Antes la gente acudía al fotógrafo de su barrio o de su pueblo. En Madrid trabajé para una empresa que tenía exclusivas con las iglesias y los salones; hacíamos los mismos planos en todas las bodas. El resultado era marciano, pero los novios quedaban aparentemente satisfechos", apunta Ezequiel Giménez, responsable de EzePs - Cinematografía de Bodas.

El realizador de origen argentino llegó a Valencia a mitad de la pasada década y trabajó sobre todo para televisiones locales y productoras. Sin embargo, poco a poco fue volviendo a tomar contacto con lo que la mayoría de los contactados por CulturPlaza.com llama ‘cinematografía de boda'. Para los sorprendidos o no iniciados, el pasado mes de noviembre se celebró en Madrid el I Festival Nacional de Cine de Bodas organizado por la web de referencia videografosdebodas.com.

Por supuesto que no es academicsita aceptarlo como género. Ni siquiera es digerible para todos los ámbitos críticos considerarlo como una producción audiovisual a reseñar. No obstante, la realidad nos muestra un ramillete de nuevos realizadores, vinculados a bastos conocimientos universitarios o al trabajo en cine y televisión. Uno de los casos más notables es el de Alejandro Huyro, con base en Valencia, del que podemos ver una muestra sobre este párrafo. El también realizador argentino fue ayudante de cátedra de Liliana Nadal, que trabajó en la edición de películas como Los inmortales (Highlanders, 1986) o Tapas (2005). Él es ahora el profesor de unos cursos intensivos de montaje, algo que compagina con la realización de su proyecto 'memorias'.

Y es que la forma de trabajar de Huyro (con una marcada visión artística) es una de las más emocionales dentro de este género al que podemos llamar 'nupcial'. "Cuando llega el día de la boda no quiero que nadie de la familia se altere con mi presencia. Ya he conocido a todos; a los sobrinos, a los abuelos y a los amigos, y me ven como a uno más porque para mí lo más importante es poder captar la espontaneidad". Con este método de trabajo, una preproducción humanística en cierto sentido, y desde hace unos siete años Huyro se adentra en la realización de 'memorias' que en este contexto se ligan a las bodas, pero que también encuentran clientes en un grupo de amigos, en el nacimiento de un bebé o en torno a la familia. Su obsesión, confiesa, "es captar la cotidianeidad sin el menor artificio, sin interrupciones". 

Laia Lluch y Borja Soler son dos realizadores valencianos. Ambos trabajan, respectivamente, en la televisión y el cine, pero su evolución en la realización de bodas ha dejado ya muestras de ese nuevo aire de género en vídeos como el superior a este párrafo. "Llegamos a esto de casualidad, por probar. Los primeros vídeos fueron de conocidos, pero el boca a boca y cómo se comparten estos vídeos en las redes sociales ha hecho mucho. Ya estamos sorprendidos por el volumen de trabajo...".

Ezequiel Giménez, responsable de EzePs que también se encuentra en Valencia (con una clara tendencia documental), asegura que "Internet ha sido una herramienta fundamental para que se haya evolucionado rápidamente en el género. Vimeo, por ejemplo, es una plataforma en la que los realizadores captan incontables ideas cada día y evolucionamos de forma conjunta, muy rápido". Lluch cree por su parte que los clientes se dirigen directamente a ellos tras ver sus vídeos "y nos dan total libertad a la hora de realizarlos". Giménez y Huyro apuntan a que también gozan de ese margen para la creatividad, aunque todos finalmente aportan formatos parecidos: clips de unos 5 minutos como previa del vídeo total y un máster de entre 20 y 40 minutos.

Lluch, que como Soler compagina su trabajo con estas realizaciones, asegura que su objetivo en Lluch&Soler (con un estilo especialmente cinematográfico) es "hacer un vídeo de bodas que los invitados quieran ir a ver. Antes era un problema y ahora, poco a poco, la gente está encantado de verlo y compartirlo con sus amigos". Huyro y Giménez destacan el feedback de los clientes: "son muy agradecidos y la relación se extiende mucho más allá del día de la boda", apunta Giménez. Él mismo asegura que "lo que ahora vemos como muy actual volverá a parecernos viejo dentro de unos años. Lo que sí ha cambiado es la marca personal".

Giménez recogió el dinero de su despido en 2009 y lo invirtió con sus ahorros en un equipo completo, incluyendo las herramientas informáticas. "Arriesgué todo y por eso tuve que dar la cara ante mis clientes, pero necesitaba hacerlo así. Por mi implicación saben que todos los proyectos tienen mucho de personal. De hecho, necesito estar inspirado para montar y cuando acabo una boda dejo de hacer vídeo durante unos días".

En todos los testimonios, más allá de las cuestiones de negocio y mercado -que obviamente las hay- surgen conceptos como "inspiración", "empatía", "tratamientos", "técnicas", "orden de los planos", "la intención del sonido del directo" y demás ideas alejadas de lo que, a priori, parecía el viejo video kitsch de bodas que guarda silencio en tantas estanterías.

El estilo de muchos de estos nuevos referentes en la llamada 'cinematografía de bodas' también está presentes ya en las empresas que acaparan buena parte de la cuota de negocio en el área de Valencia. Un claro ejemplo es el de Sanchermés, en el que la empresa ha ido dando paso al vídeo desde hace año y medio tras una década vinculada a la fotografía de boda. Una empresa que, entre otros muchos, adquirió el encargo de realizar el enlace de Juana Roig, hija de Juan Roig, este pasado 2013.

"Nuestra principal influencia ha sido nuestro propio trabajo fotográfico, con unas imágenes muy naturales, buscando las emociones humanas, captando esos momentos emotivos que marcan la diferencia", apunta Ana Sanchermés, una de las responsables de la empresa. Reconoce que desde que han incluido este nuevo formato de vídeo en el que "las ópticas y la calidad de las cámaras con las que trabajamos han mejorado mucho lo que otros hacían antes, pudiendo hacer fotos y vídeo en nuevas situaciones, con nuevas perspectivas gracias a la manejabilidad de los equipos".

Como curiosidad, la mayoría de ellos utiliza una Canon 5D Mark II como cámara principal, con opciones de segunda cámara de la misma marca y en rangos inferiores de gama. El objetivo fijo de 50mm f1.4 es el más utilizado (en el caso de Huyro en exclusiva y para Giménez como referente) y todos ellos llevan en su equipo base un silder o travelling para desplazamientos puntuales de la cámara.