VALENCIA. Carlos Pérez (Valencia, 1942) ha fallecido en su ciudad natal después de una larga enfermedad. Lo hizo en Navidad, en su casa de la Finca Roja, rodeado de los suyos. Este viernes a las 11.00 horas se llevó a cabo el último adiós en el tanatorio municipal de Valencia, donde se procedió a la incineración de sus restos mortales.
Con su muerte la cultura valenciana pierde una de las personalidades más significativas de los últimos años, discreta, cuya presencia se devino siempre fundamental allá donde estuvo. En el IVAM, donde se encargó del departamento de Comunicación y Didáctica, en el Museo Reina Sofía de Madrid y, finalmente, en el MuVIM, dejó siempre su impronta y buen hacer.
Licenciado en Ciencias de la Educación, hombre afable y dispuesto, tras una primera etapa en el centro valenciano acudió al Reina Sofía llamado por Tomás Llorens. Su regreso a Valencia, posteriormente, con Román de la Calle, le situó como responsable del programa expositivo del MuVIM.
Su trabajo permitió impulsar este centro y convertirlo en uno de los más dinámicos de la ciudad, con tres grandes líneas de carácter internacional: el arte gráfico (el cartel, la tipografía y el diseño actual), la fotografía y el libro ilustrado.
El expresidente de la Unió de Periodistes Ximo Clemente recordó ayer cómo Pérez hizo una gran labor desde el MuVIM por difundir la labor de los fotoperiodistas y fue gracias a él que el centro comenzó a albergar la exposición Fragments d´un any.
Clemente destacó igualmente su actitud y su valentía "admirables" durante el triste episodio de la censura ordenada por Máximo Caturla y que acabó provocando la dimisión de Román de la Calle.
CABALLERO DE LAS ARTES Y LAS LETRAS DE FRANCIA
Amante de la música, buen pianista según sus amigos, divertido y ocurrente, Pérez miraba el mundo desde detrás de sus gafas levemente caídas con la dosis justa de escepticismo y una inteligencia y agudeza inusuales.
El año pasado recibió la insignia de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia como reconocimiento a su labor de promoción de la cultura gala en las instituciones españolas y, también, por su "pasión erudita por el arte popular".
En aquel acto, Carlos Pérez recordó la influencia que lo francés, como símbolo de libertad y modernidad, tenía en Velluters, el barrio valenciano donde se crió, que estaba "lleno de republicanos seguidores de Blasco Ibáñez que hicieron de la Marsellesa su himno".
Pérez manifestó también que cuando viajó a Francia en su juventud, sus expectativas culturales sobre ese país, no solo no quedaron defraudadas, sino que fueron "superadas". Por ese motivo, en su extensa carrera en diferentes centros culturales, intentó trasladar ese enorme "repertorio cultural".
Su última aparición pública se produjo el pasado mes de noviembre en el Colegio Mayor Rector Peset de Valencia con motivo de la presentación de un libro, Buffalo Bill romance, editado por Media Vaca y en el que había contado con la colaboración de Daniel Sanchis.
REACCIONES A SU FALLECIMIENTO
La Associació Valenciana de Crítics d'Art lamentó en un comunicado la pérdida de Carlos Pérez, a quien calificó de "erudito" y de "referencia inigualable". En este sentido recordaron que fue "destacado" miembro de esta asociación, conservador en el IVAM "en los tiempos en los que ese centro fue digno de mención" y del Museo Reina Sofía.
"En esta Valencia, capital de la tierra de la modernidad imposible, no olvidaremos su ejemplo de integridad y su disposición a la travesura intelectual", resaltaron desde la asociación, que a su vez destacaron que "su vitalidad y su combatividad resultaban estimulantes en un lugar y en un tiempo en el que los perfiles monodimensionales abundaban y abundan entre los trabajadores públicos de la cultura y los museos valencianos".
Por su parte, De La Calle, desde su muro de Facebook recordó su figura en un emotivo post en el que hizo mención a su laboriosidad y buen hacer. "Cuantos hemos estado cerca de él, durante años en el trabajo, sabemos de sus rápidas decisiones y de sus oportunos planteamientos, de su fino humor y de su entrega constante, de su entusiasmo en desarrollar proyectos y de sus agudas ocurrencias..."
"Recordamos asimismo", añadía, "su constancia y su capacidad de contagio en la realización de los programas culturales compartidos. En ese sentido, nuestro ex-Muvim no hubiera sido el mismo sin él. Aquellos seis años de intenso trabajo en grupo, en los que no faltaron dificultades, pero se lograron destacados logros, merecen recordar sus encadenadas estrategias y su amistad siempre generosa".
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