VALENCIA. "Es muy triste para mi comunicar el fallecimiento de una gran persona, cantante y amigo, German Coppini. D.E.P." Un mensaje escrito a toda prisa a las nueve de la noche del 24 de diciembre en el muro de Facebook de Miguel Costas fue la primera noticia, el telegrama del adiós.
Coppini, Costas y el batería Julián Hernández formaron a principios de los años ochenta el Grupo Coco y los del 1.500, en el que el primero era el cantante. Querían cambiar el mundo a base de guitarras rabiosas, bajos intensos y golpes de batería. En agosto de 1981 se rebautizaron Siniestro Total y así nació todo.
Juntos conmocionaron la España de los ochenta con un disco, ¿Cuándo se come aquí?, que grabaron en octubre de 1982 en el Estudio Colores, en Mejorada del Campo, y que incluía clásicos del punk patrio como ‘Todos los ahorcados mueren empalmados', ‘Fuera las manos chinas del Vietnam socialista', ‘Las tetas de mi novia', ‘Matar jipis en las Cíes', ‘Los esqueletos no tienen pilila' y, sobre todo, ‘Ayatollah!'. Juntos vivieron peleas, enfrentamientos, e incluso llegaron a distanciarse durante un tiempo. Juntos le dieron una patada a una sociedad dormida y la despertaron con su inteligente irreverencia.
32 años después, Costas era el que comunicaba el fallecimiento de una figura clave en la música española de los ochenta, un hombre independiente, libre, republicano, contrario a una sociedad que veía anquilosada, un nuevo nombre que unir a la lista de Enrique Sierra, Carlos Berlanga, Bernardo Bonezzi...
Así se completaba el círculo y el amigo que le había introducido en la escena punk, el que le había descubierto como voz, era el que anunciaba su silencio, casi repentino, sorprendente por la juventud de Coppini, sólo 52 años.
El lamento de Costas se difundió por las redes sociales. El Facebook oficial del cantante, su canal de Youtube, el de compañeros de la escena musical de aquella década prodigiosa, se convirtieron en muros de lamentaciones en un día extraño, en Navidad. Personas anónimas y profesionales se sucedían en sus condolencias.
Ana Curra le deseaba desde su Facebook "el mejor último vuelo" y aseguraba no tener palabras. Jesús Arias, guitarrista de la banda punk granadina TNT, lamentaba su adiós y recordaba anécdotas de aquellos años en los que la música se convirtió en un arma contra el inmovilismo de un país recién nacido a la democracia.
"En Puertollano (Ciudad Real)", relataba, "los dos grupos [Siniestro Total y TNT] montamos un buen pollo con el público. Aquello terminó como el rosario de la aurora, con lanzamiento de sillas y botellas sobre el escenario mientras hacíamos una versión conjunta del ‘Ayatollah'. Era el Johnny Rotten español", sentenciaba Arias.
"Tío de la hostia, delicado, susurrante, reflexivo", "gran persona", los elogios se sucedían para una personalidad única que se marcha con un legado de coherencia artística e inquietud creativa. Una actitud que le llevó a, en medio del éxito de Siniestro Total, abandonar el grupo y centrarse en un proyecto que llevaba en paralelo con su amigo del colegio Teo Cardalda.
Un botellazo en la pierna mientras actuaba en la sala Zeleste de Barcelona y que le obligó a estar ingresado en el hospital varias semanas, le hizo recapacitar sobre cómo se estaba desarrollando su carrera y optó por dedicarse sólo a Golpes Bajos, que se convertiría en uno de los grupos más importantes de los ochenta con apenas una veintena de canciones.
Junto a Pablo Novoa y Luis García, Cardalda y Coppini revolucionaron la escena nacional con himnos como ‘Malos tiempos para la lírica', ‘Fiesta de los maniquíes' o ‘Cena recalentada'. Premios, fama, el EP Devocionario (entonces se les llamaba Mini-LP), supuso el adiós a una formación que había cruzado la escena nacional como el cometa más brillante, con tres discos y una genialidad irrepetible.
PRIMER DISCO EN SOLITARIO
Tras colaborar con Nacho Cano en 1986 sería en 1987 cuando grabó su primer disco en solitario, El ladrón de Bagdad, en el que volcaba algunas de sus obsesiones cinéfilas. Se trata de una de las obras cumbres de la música pop nacional con singles como 'Alien divino' (número 1 en los 40 Principales cuando eso significaba algo) y temas tan áridos y precisos como 'Despierta, escuela', cuyo maxi single fue ilustrado con una fotografía de Alberto García-Alix. El disco, que fue reeditado el año pasado por su nuevo sello, Lemuria Music, permanece hoy día vigente.
En 1988 colaboró con Alaska y Dinarama en un rap para la revisión del tema ‘Bailando' y ya en 1989 grabó su segundo álbum en solitario, Flechas negras, en el que realizaba revisiones de temas de soul de los 70 o canciones contemporáneas como el ‘Cuatro Rosas' de Gabinete Caligari.
Tras eso, (más) colaboraciones muy esporádicas con grupos como Las manos de Orlac, donde se hallaba su hermano Ernesto Coppini y un primerizo Nacho Mastretta. Capaz de cantar con Paco Clavel o de participar en un homenaje a Antonio Vega, Coppini se introdujo en un largo silencio que no rompió hasta que en 1996 editó su tercer disco en solitario, Carabás, esta vez con la discográfica Nuevos Medios. La misma que había lanzado en su día a Golpes Bajos.
EL REGRESO FALLIDO DE GOLPES BAJOS
Tras el nuevo álbum, en 1997 Teo Cardalda y él se replantearon reeditar Golpes Bajos. La iniciativa la llevaba Cardalda y él nunca se acabó de sentir a gusto. En Valencia, en una pequeña actuación que ofrecieron en el Palau de la Música con motivo de la visita del programa Gomaespuma, Cardalda hablaba y Coppini se limitaba a secundarle. Realizaron una gira a nivel nacional pero fueron tan discretos los resultados que aquel revival sólo sirvió para alegrar a sus irredentos fans.
El disco que editaron con motivo de su regreso, Vivo, sólo llegó a alcanzar el puesto 43 de ventas y estuvo tan sólo tres semanas en la lista de los 100 más vendidos. Cardalda regresó junto a su mujer María Monsonís y reinició una segunda etapa con Cómplices, con cambio de discográfica incluido, mientras que Coppini se quedaba solo en Nuevos Medios, que tuvo que asumir el gasto de la gira y la grabación del vídeo con Juanma Bajo Ulloa.
Coppini quedó desilusionado pero quienes trabajaron con él se quedaron con la huella del artista, su semilla. Vicente Mañó, quien le representó en ese regreso, le despedía emocionado desde Facebook y decía de él que era "un gran músico y una de las piedras angulares del movimiento musical de los 80 en España".
Centrado en actividades paralelas como la pintura, tardó cinco años en volver a formar un grupo, Anónimos, con el que llegó a actuar en la fiesta por el 20 aniversario de la revista Rockdelux, la biblia de la música independiente en España. Y en junio 2006 apareció Las Canciones Del Limbo, el disco que recuperaba todo lo que había grabado esos años y nadie había escuchado, incluida su versión del ‘Centro de Gravedad' de Franco Battiato, a quien siempre hacía "mención especial".
Ha sido en estos últimos años cuando el apellido Coppini ha vuelto a escucharse en las radios de música independiente (ahora Los 40 Principales no cuentan). Jugó a ser crooner en el concierto sinfónico que ofrecieron varios cantantes de la Movida el 30 de septiembre de 2006 en el Teatro Monumental de Madrid, junto a la Orquesta de RTVE, reinterpretando ‘Malos Tiempos Para La Lírica' con arreglos de Joan Albert Amargós y ‘No Mires A Los Ojos De La Gente' con arreglos de Javier Losada.
Su invento de Cocoma con Maga, una excusa como otra para recuperar el repertorio de Golpes Bajos y algunos temas de Siniestro Total, antecedió a su proyecto Lemuripop junto con el artista multimedia Alex Brujas, con el que editó el año pasado su segundo disco, Todas las pérdidas crean nudos.
En plena forma, más creativo que nunca, este verano publicó su primer disco en solitario después de 17 años de silencio, América Herida, que se preveía el anticipo de más horas de creatividad y talento, y donde reinterpretaba temas de Víctor Jara a Atahualpa Yupanqui. Al mismo tiempo se había embarcado en un nuevo proyecto, Néctar, en el que se sumaba a Andrés González y compañía como cantante.
En su última entrevista, concedida a Chema Domínguez para Efe Eme decía que a él lo que le interesaba era "seguir aprendiendo a cantar". "(...) No tengo ninguna prisa". Ya entonces la enfermedad le había trastocado la presentación de su nuevo grupo. La Parca se sentó a esperar a los pies de su cama en el hospital Gómez Ulla, donde trabaja su pareja, según relataba el periodista Diego A. Manrique en El País. Él sólo pensaba en Néctar, en su concierto de presentación. "No llegó a enterarse de que sufría una dolencia mortal".
Esta Nochebuena falleció, "peleando hasta el último momento contra su hígado", según contaba su jefe de prensa en su página oficial. Se apagaba "un artista único e irrepetible" cuya música "estará siempre viva". "Estos días muchos le recordarán, cuando pase todo, volveremos para que su voz y su recuerdo nunca se apaguen", anunciaba. Quizá ahora tenga por fin el lugar que siempre mereció en la música española.
german nunca te olvidaremos estas en nuestros corazones,mi mas sentido pesame a su familia,era unico,irrepetible,un genio,el mejor,ponia mucho sentimiento en lo que hacia,su musica me acompaño a lo largo de mi vida,todos le devemos mucho.
"Puedes llevarme al Irán y presentarme al Imán pasearme por Teherán y mandarme al frente de Iraq. Puedes colgarme de los pies y fusilarme también cortarme las manos sin piedad y llevarte a mi chica ye-yé. Ayatollah, no me toques la pirola (MAAAAS). Sabes que no soy el Sha pero, en el nombre de Alá te lo pido una vez más no me toques la pirola jamás. En el desierto me verás bailando el cha-cha-cha (sha-sha-sha) soy un enemigo de Alá no me gusta la rumba ni el jazz. Ayatollah, no me toques la pirola. Sólo vine a comprar pan y a mí todo me sale mal sólo vine a comprar pan y me enseñasteis el Corán". Letra de Ayatolah (Siniestro Total). ¿Quién quiere ver el coñazo de La Voz?... Los 80's dejaron el listón muy alto.
Una gran perdida, es como perder parte de los recuerdos de nuestra juventud. Cena recalentada, mi preferida. DEP Germán.
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