VALENCIA. Puede que tan solo sea el inevitable efecto de la nostalgia post mortem que una vez más nubla nuestro criterio. Pero incluso asumiendo esta distorsión hay que reconocer que Sobran las palabras es una de esas pequeñas películas que dejan un gran sabor de boca y una sonrisa en los labios.
Dirigida y escrita por Nicole Holofcener (Nadie es perfecto, Amigos con dinero) Sobran las palabras llega a los cines españoles al abrigo de la alargada y también gruesa sombra del enorme James Gandolfini. La penúltima película del desaparecido actor cuenta además con un nada despreciable recorrido en la ya iniciada temporada de premios: Una nominación a los Globos de Oro, dos a los Satellite Awards, otras dos a los Spirit...
Pero lo que esconde todo este envoltorio, ideal para llenar los carteles que adornan las marquesinas, es una de esas pequeñas historias mínimas dotadas de un alcance universal.
Esta comedia romántica, una etiqueta maltratada (y con bastante justificación) en los últimos años a pesar de los esfuerzos de Richard Curtis o Woody Allen, sigue los pasos de Eva (Julia Louis-Dreyfus), una madre divorciada que trabaja como masajista y que vive días turbulentos: su hija se marcha a la universidad y ella se quedará totalmente sola. Su vida social es casi nula... y ni siquiera tiene gatos.
En estos trances se encuentra Eva cuando un buen día conoce a Albert (Gandolfini), otro divorciado con una hija preuniversitaria. Su nuevo amigo no responde exactamente a sus cánones de belleza, pero a pesar de sus recelos iniciales no puede evitar conectar con él de forma casi instantánea.
Al mismo tiempo que Albert y Eva comienzan a salir, la masajista entabla amistad con Marianne (Catherine Keener), una sofisticada clienta que se dedica a escribir poesía y a despotricar sobre su exmarido.
Sus opiniones irán influyendo poco a poco en Eva creando un caldo de cultivo que no se antoja del todo ideal para comenzar una relación. Pero sí para que Holofcener trace, en el que es ya su quinto largometraje, una historia realista, divertida y muy disfrutable. Y todo eso en tan solo hora y media. Un gran punto a su favor en una época de aparatosos y mastodónticos estrenos.
QUÍMICA EN ESTADO PURO
Pero las dos grandes razones por las que Sobran las palabras pasa de ser otra amable película de corte independiente a convertirse en un título notable son los soberbios trabajos de Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini. La tierna y a la vez socarrona complicidad que logran en cada uno de los planos que comparten es deliciosa.
Ella, que ha tardado más de 15 años en salir de su exclusivo y exitoso exilio televisivo y regresar a la gran pantalla, clava el retrato de esta madre solterona que sufre el síndrome del nido vacío. Un papel por el que está nominada al Globo de Oro a la mejor actriz de comedia. Una gala en la que, por cierto, puede hacer doblete ya que también opta al premio por la comedia de la HBO Veep.
Y para hablar a él, del gran Gandolfini, basta citar el título de la película y subrayar que Tony Soprano nunca fue tan "abrazable". Los fans irredentos de la serie de la HBO todavía tenemos otra cita con el grandullón el próximo año en los cines. Será con el drama criminal Animal Rescue. Y por muy bien que James vuelva a estar... seguro que nos sabrá a poco.
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