VALENCIA. Dice Sígfrid Monleón que Isabelle Stoffel es capaz de interpretar mostrando a una mujer especialmente fuerte, con arrojo, y diluirse por un momento hasta transmitir auténtica fragilidad. Del poder a lo vulnerable, de lo volátil hasta lo trascendental, esta actriz suiza era conocida por el gran público gracias a su participación en las películas de Carlos Iglesias (Un franco catorce pesetas, Ispansi). No ha sido su único contacto con España, un país al que llegó huyendo del estricto orden suizo de las cosas [y las personas].
Monleón y Stoffel pusieron en marcha su primer montaje teatral hace casi tres años: La rendición. Lo hicieron en el contexto del 'Microteatro por dinero', pero la obra -unas memorias muy íntimas de la polifacética pero sobre todo bailarina Toni Bentley- conquistó al Centro Dramático Nacional para más tarde permanecer en ciudades como Edimburgo, Barcelona y Buenos Aires.
De Madrid al mundo -porque fue en el Teatro María Guerrero de la capital donde explotaron este monólogo-, la historia de la trascendencia casi mística a través del sexo llega ahora a Valencia por primera vez. Estará en el Espai Rambleta los días 27 y 28 de diciembre y, aprovechando la cita, dejamos que Stoffell nos cuente su experiencia a través de todo este recorrido. 150 representaciones de una obra que, por si fuera poco, ella misma ha adaptado al castellano y al alemán.
LA EXCUSA DEL SEXO
"Si hemos conseguido atraer la atención de la gente durante tanto tiempo en ciudades distintas, diría que es porque lo que trata la obra es una cuestión universal. Además, el sexo es una gran excusa para hablar de muchos otros temas. También es un vehículo para hablar de la persona. Cuando lei el libro lo que más me gustó fue precisamente esto: el camino de autoconocimiento que es para ella [Toni Bentley] y por eso me puse en contacto con ella y le dije que yo ahí veía un monólogo genial".
"Para todos creo que es muy difícil ponerle palabras al sexo, pero Bentley lo consigue. Ella quiere saber qué está pasando con ella misma y se eleva a través del sexo en un sentido trascendente. A algunos nos ha pasado, esta sensación de trascender, de llegar a algún sitio del cual es difícil hablar y todo a través del sexo. El público se identifica con este proceso, aunque no es fácil identificarse plenamente con el personaje".
"Bentley fue muy generosa porque cuando le propuse adaptarlo me dijo: 'hazlo tuyo'. Me desfondé en la adaptación. Me concenré en el hilo narrador de la historia que, aunque con mucho sexo, no deja de ser una historia de amor".
SIN AGOTAMIENTO
"Sigo disfrutando plenamente de la obra. Sigo notando como transmite al público y eso es lo más importante para mí. Durante estos años sólo he compaginado este personaje con la dirección teatral de otro monólogo que nada tenía que ver y en Suiza. Aun así, creo que La rendición está vigente y no dejará de estarlo mientras la gente siga reclamándola".
"El texto es el que hace que la obra se eleve a otro nivel. Es muy rico, casi poético y para mí un campo de trabajo infinito sobre el que encuentro muchas formas de darle matiz a todas las partes. En este sentido, con las pequeñas variaciones, el público parece insaciable. Personalmente creo que, además, la gente quiere saber más de sexo porque quiere reconocer experiencias y acercarse a nuevas situaciones".
"A todo esto ayuda el trabajo de Sigrid, que tiene un gran talento para transmitir calidez a los personajes. Los llena de alma y de amor y a la vez es capaz de mantener esta virtud con el trabajo en equipo. Es fácil de entender porque el llega del cine, de manejar equipos de hasta 90 personas, en el que es muy importante delegar. También es muy imporante aquí la tercera pata de la compañía, David Rico, el productor. Al fin y al cabo estamos los tres al frente de este proyecto".
"Cuando actúo doy la obra al público y estoy muy tranquila. Por eso no me pesa cuando acaba y no siento agotamiento. Mi agotamiento fue durante la adaptación del texto porque escribir es un proceso largo en el cual vas cocinando diferentes sentimientos durante un tiempo. En el escenario, gracias al texto, me convierto en una especie de medium entre Bentley y el espectador".
"A Valencia vamos con el montaje escenográfico que coprodujo el Centro Nacional de Arte Dramático. No es el mismo que ha viajado a Edimburgo o Buenos Aires, mucho más ligero. Es un espacio que me trae muy buenos recuerdos y que cuenta también con un vestuario precioso de Cristína Rdríguez".
LA RENDICIÓN INTERNACIONAL
"Las experiencias han sido increibles y distintas en las ciudades en las que hemos estado. En Madrid, quizá porque la gente todavía muy bien a qué se efrentaba, el humor era muy natural. La reacción era muy espontánea. En Barcelona más tarde fue parecido. En Edimburgo quedó marcado el carácter protestante de los espectadores porque, aunque funcionaba perfectamente la obra y su humor, el hecho de la trascendencia a través del sexo... precisamente la trascendencia era algo que se entendía de forma distinta allí".
"En Buenos Aires la obra ha funcionado perfectamente y esto ya es un logro. Es una ciudad con una tradición brutal de teatro. Van casi con la naturalidad con la que en España se puede ver la tele. Tienen 380 teatros y, aun así, ha funcionado. Destaco que siendo un país con una gran cantidad de terapeutas por metro cuadrado, hemos encontrado mucho público por ahí... la obra es casi un tratado de autoanálisis".
"Es cierto que salí de Suiza en busca de cierto caos social, pero ahora en España hay un exceso de esto. Lejos de mi país, pasado un tiempo, el de la novedad y los estimulos, cada vez valoro más mi lugar de origen. Empiezo a re-estimar a Suiza, aunque lo que más me gusta es el equilibrio entre el orden de la manera de trabajar y la espontáneaidad. No quiero ninguna de estas dos posibilidades en exceso".
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