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El cierre de RTVV y la frustrada difusión de la música valenciana

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 14/12/2013 El fin del ente público de comunicación supone un nuevo golpe para una escena acostumbrada al ninguneo por parte de nuestras instituciones

Primera incursión en el ámbito de la legalidad estéril: el preámbulo de la Ley de Creación de RTTV establece, desde 1984, que "la creación de unos medios de comunicación social valencianos son contemplados, entre otras cosas, como uno de los soportes precisos e inequívocos de nuestro desarrollo cultural propio". ¿Les suena?

Nuestra Comunidad debe ser el territorio autonómico con más bandas de música por habitante. Detenta también una larga tradición de música popular, cifrada en géneros autóctonos como el cant d'estil. Y goza desde hace décadas de una pléyade de bandas de música pop rock de todo pelaje, que no siempre obtiene la visibilidad que debería. Todo eso también debería figurar en el cómputo cultural de un territorio, si hemos de ser medianamente rigurosos.  Mejor, a todo esto, no entrar en comparaciones con nuestros vecinos del norte.

En este punto, cabría preguntarse si la recién finiquitada RTVV ha servido alguna vez de plataforma para la creación musical autóctona, más allá de honrosas excepciones. "Me aventuraría a decir que la música pop valenciana así como la no valenciana, le daba bastante igual al ente. En la etapa socialista fue porque ellos eran así, lo pop les parecía cosa del demonio, una frivolidad que queda bien pero que luego les parece indefendible. Y en la etapa del PP, como todo fue a peor, esto en concreto también, e imagino que lo que a unos les parecía una tontería, a estos el pop valenciano les parecía directamente un horror, una ordinariez o el caballo de Troya de unos cuantos rojillos". Quien afirma esto es Rafa Cervera, periodista que ejerció de guionista de Graffiti, el programa que entre 1990 y 1993 presentaban Ramón Palomar y Mar Adrián en Canal 9.

En su momento quizá contemplado con cierta condescendencia, lo cierto es que aquel espacio se vislumbra hoy en día como un extraño oasis en la trayectoria de nuestra liquidada televisión pública. En él podían incluso verse actuaciones en directo (bueno, en playback, pero al menos in situ) de bandas valencianas del momento, como Banderas de Mayo, Los Fartones o Los Romeos, que aún pueden consultarse en Youtube. Desde entonces, el panorama no ha sido especialmente halagüeño en aquella casa ni para la producción local ni para la foránea, con guadianescos espacios de tan escaso rigor como Música i punt o Sona. Y en los últimos años, Sona la banda, dedicado a las bandas musicales de nuestro entorno (heredero de aquel Una música, un pueblo, así, en castellano) o el talent show Cantem de Cor, con diversos coros concursando. Es lo que había.

Por suerte, también hubo algún rastro de brillo entre la atonía general, como fue el caso de Colp D'ull desde 1995, un programa cultural al que el propio Rafa Cervera, también colaborador suyo, recuerda como "implicado en ciertas manifestaciones culturales gracias a un equipo de profesionales que era estupendo de principio a fin, productor, realizadores, redactores", hasta el punto de que "si en algún momento se potenció la música valenciana (que no fuese Paquito el Chocolatero) desde alguna tribuna de esa casa, puede decirse que fue allí. Una especie de milagro: Colp d'Ull y Zaplana, todo un oxímoron".

Ni siquiera los conciertos del multitudinario FIB, durante años emitidos por la televisión autonómica, lograron escapar al mismo cariz de semiclandestinidad con el que eran despachados sus amañados debates electorales: todos programados sin previo aviso sobre su contenido en las carteleras y en el mismo horario intempestivo que las pantomimas partidarias a las que se prestaban nuestros representantes políticos. Como decía el ex diputado Andrés Perelló en una memorable intervención en uno de ellos, "a la misma hora en que otras cadenas ponen porno y en otras El alma se serena".

Segunda (y última, no harán falta más) incursión en el ámbito de la legalidad estéril: dentro de ese desarrollo cultural al que aludía el preámbulo de la Ley de Creación de RTVV, cabe también invocar sus principios rectores, entre los cuales habría que mencionar aquel por el que "la actividad de los medios de comunicación social de la Generalitat se inspirará, entre otros, en el principio de la promoción y protección de la lengua propia de la Comunidad Valenciana".

La lengua propia de la Comunidad Valenciana, mientras no se demuestre lo contrario, es el valenciano. O para ser más exactos, tal y como precisó el periodista  Frederic  Ferri en uno de los últimos informativos de Canal 9 antes del fundido a negro del 29 de noviembre, en un acceso de lucidez inédito en aquella casa: "el valenciano, que es como nosotros llamamos al catalán".

Tan valenciana es la música de La Habitación Roja como la de Obrint Pas, pongamos por caso. Pero llamaría poderosamente la atención, a ojos de un supervisor imparcial llegado desde más allá de nuestros confines, que hasta ahora haya sido mucho más fácil disfrutar de actuaciones en vivo de artistas que se expresan en valenciano en la televisión de una Comunidad vecina que en la propia. Tan aparentemente surrealista que, en los últimos años, era mucho más fácil ver a Pep Gimeno el Botifarra o a Senior i El Cor Brutal en el Canal 33 de la corporación catalana de Radiotelevisión que en el propio Canal 9. Ya que el pop no les interesaba una higa podían haberlo hecho en nombre de la lengua propia. Pero ni por esas.

En Ràdio 9, es indiscutible el trabajo que Amàlia Garrigós desarrolló en un espacio como el matinal El jardí de les delícies. Por allí pasaron, desde 2003 a 2009, cerca de 350 bandas y solistas valencianos. Labor continuada más tarde en el vespertino Alta Fidelitat. La suya es, en cierto modo, la voz de la conciencia del ente radiofónico por lo que a música se refiere: "se podría hablar incluso de una etapa dorada en los primerísimos años 90 con el programa Producte Nacional Brut de Fermín Larrondo y Eduardo Guillot; De la nit al día de Raúl Torralba; Pop Nou con Carles Sanchis y sobre todo, Directe al Nou donde se realizaban directos de bandas como Doctor Divago, Vitamina Vil, Las Máquinas o Los Flacos. Despúes de 1994, vino el vacío. A excepción  de los comienzos de Sí Ràdio, a principios de este siglo, con  Sona V de Vicent Xavier Contrí, el espacio de folk con Mara Aranda y Para l'orella de Rubén Penyalba".

Huelga decir que su opinión abunda en el hecho de que "RTVV ha mirado hacia las cadenas generalistas comerciales de Madrid y no ha apostado, como criterio global, por un modelo comunicativo propio. Los músicos también lo han sufrido. Además, la mayor parte de los directivos de RTVV no tenían cultura musical". Llega a calificar de "veto político" el sufrido en ocasiones por los músicos. Y aún recuerda con cierto asombro el cinismo de quien era director general del ente en 2008, Pedro García, quien no tuvo el menor reparo en "utilizar la lista de músicos que habían pasado por mi programa de radio para justificar la cuota de pantalla cuando los músicos se encerraron en el Palau de la Música para reivindicar su legítima presencia en los medios públicos".

Pese a todo, Garrigós se sorprende de que, en los últimos dos años "compañeros con sensibilidad musical incorporaran música valenciana ilustrando programas como Societat AnònimaEl poble del costatTrau la llengua o Gormandia. No dábamos crédito".

La última oportunidad perdida se llamaba Club de So. Llegó, como el resto de la nueva programación, quizá demasiado tarde como para pulverizar casi dos décadas (o más) de inercia, en las que la manipulación, la desgana y el sectarismo habían logrado que la mayoría de su audiencia potencial le diera la espalda en masa al canal autonómico. De hecho, el programa en el que se presentaba esta nueva etapa, emitido el pasado 9 de octubre, apenas contó con un 6% de audiencia, en sintonía con el promedio anual de 2013.

En él, este espacio musical se presentaba como uno de los tres pilares novedosos de la parrilla del nuevo equipo rector. Su responsable, María Iranzo, asegura que su propósito era "servir de plataforma a los grupos y solistas valencianos, con al menos dos o tres músicos que se expresaran en valenciano (de un total de seis o siete que aparecían en cada programa)". Apenas tuvieron tiempo de emitir cuatro entregas. Poco ha importado que el equipo humano que le daba forma fuera irrisorio para los estándares pantagruélicos de la cadena, emblema durante años del derroche y la ineficiencia de recursos humanos: tan solo cuatro personas.

El espacio no había hecho más que comenzar a rodar, pero proyectaba, al margen de los clips que ya emitía grabados ex profeso para las bandas, "haberlos  llevado al plató para actuar en directo, también para para evitar la monotonía de entradilla-vídeo". La recepción por parte de los músicos habíaFeliu Ventura sido muy buena, asevera Iranzo, "desde las bandas nuevas como The System Failure hasta gente muy consolidada como Feliu Ventura, Al Tall o Carraixet. De hecho, teníamos agenda hasta junio. Y hay videos que se han quedado en la nevera, sin emitir". A ese material inédito, secuestrado de facto, hay que añadir el espacio Ara Sona, "una serie de  10 programas grabados en el teatro Tívoli de Burjassot con conciertos de intérpretes veteranos de la talla de Pep Gimeno Botifarra, Miquel Gil, Feliu Ventura o Aspencat", tal y como también nos cuenta Amàlia Garrigós, quien ha colaborado en su factura, aunque tampoco se atreviera  a poner la mano en el fuego por la nueva etapa de Nou "porque el contrato programa se adjudicaba generosamente a una productora de Madrid, próxima a la cúpula del PP en Génova".

Esos videos, junto a todo el patrimonio visual de 24 años de RTVV, permanecen ahora cerrados a cal y canto, a la espera de un futuro incierto. Como testigos mudos del fracaso colectivo de un pueblo que ni siquiera ha sabido dotarse de unos mecanismos de difusión de la cultura propia medianamente solventes. Su música no ha sido más que otro de los muchos sectores damnificados. Y aunque la responsabilidad civil de todos y cada uno de nosotros tenga carácter subsidiario, convendría que nadie olvide que los ejecutantes tienen nombre, apellidos y siglas muy reconocibles.

En la foto superior, Gatomidi que apareció en el segundo programa de Club de So

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1 comentario

Antonio Arnal escribió
14/12/2013 11:20

A ver, hay algunas inexactitudes en este artículo. Club de so es simplemente el cambio de nombre de Els Nostres Musics, programa que nació a finales del 2011 para dar cabida a grupos valencianos de todo tipo. La presentadora era Silvia Tomás. Además, tenía un espacio reservado los jueves en el informativo de mediodía. Silvia Tomás fue afectada con el ERE y salió en agosto de la tele, la sustituyó Maria Iranzo en 2013. http://youtu.be/O8LlPGPsc8Q

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