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LA RESIDENCIA, MAGAZINE, LA LLIMERA

La escena musical 'underground' cotiza al alza en la ciudad de Valencia

QUIQUE MEDINA. 12/12/2013 La brillante escena de rock underground valenciana se ha convertido en una de las potentes de España. Damos una vuelta por sus lugares, sus grupos y sus particularidades
Foto: David Tombilla

VALENCIA. Debajo de la superficie, si rascas, encontrarás mundos maravillosos. A no muchos metros de donde yace el blanco e inmenso esqueleto de la Ciudad de las Ciencias, hay un lugar en el que el rock es la Ley. CSA La Residencia encarna, desde hace cuatro años a esta parte, un particular y paradigmático reducto del chisporroteante movimiento underground que se cuece en Valencia. Un oasis de curioso funcionamiento asambleario que no busca el negocio, sino el cultivo artesano de experiencias musicales de riesgo y valor artístico.

"La sala de conciertos es mágica. Es una caja insonorizada, bajita y muy oscura donde puedes levitar a tu antojo; no hay otra igual en Valencia. He visto conciertos allí totalmente a oscuras que invitan a soñar con los ojos abiertos", cuenta Ferran Toledo, un asiduo. "Ver un concierto en La Residencia son muchas cosas, y todas buenas. El ambiente musical que se respira por allí es más que saludable", señala Sergio Devece (productor y músico valenciano). Ignasi Reixach (bajista de los catalanes Aliment) atestigua que desde fuera lo ven igual: "La Residencia es el local que todas la ciudades querrían. Para tocar solo se necesita un sitio en el que quieran la música, y allí eso ocurre".

La Resi (como se conoce popularmente al emplazamiento) alberga en sus tripas una regular y sugestiva programación adobada de excitantes bandas nacionales e internacionales. Derivados del rock y el punk más afilado, con escasa o nula presencia en el resto de salas de la urbe, encuentran allí cobijo. Sergio Devece, así lo ratifica: "En La Resi se ven conciertos que en ninguna otra sala de Valencia se pueden disfrutar. Música experimental, psicodelia, hardcore, punk... Ni mejores ni peores, en definitiva músicas que en el circuito independiente más estándar no tienen cabida".

El funcionamiento a la hora de programar es otra de las características que confieren a La Resi un carácter propio. Los gestores (ahora mismo unos diez) tienen que dar luz verde y consensuar en asamblea a los bolos que proponen las promotoras, así como su ajustado precio final. Sus premisas, las mismas que ya promulgó en su día Ian MacKaye (ideólogo, muy a su pesar, de las consignas del hardcore y miembro de los míticos Minor Threat o Fugazi): espíritu insobornable y ética anticomercial. La Cúpula del Trueno, Orxata Negra o Noisse Armada son algunos de los colectivos activos a la hora de optar a diseñar la nutrida (hay que reservar con meses de antelación) agenda del espacio. Eso sí, las promotoras no pagan alquiler alguno y son las beneficiarias finales del sistema junto a los grupos. La idea es no lucrarse y que las bandas puedan sufragar sus gastos de viaje y comida (lo de pernoctar, probablemente, lo harán en casa de algún amigo o de un miembro de la propia Residencia).

Foto: Alberto Polo

En cierto modo, el sitio es envidiado por el resto de salas y promotores de la ciudad, ya que lo que allí se programa va a misa y sus feligreses saben, a ojos cerrados, que allí encontrarán las dosis de estímulos sónicos que requieren. Pocos, y menos en Valencia, pueden asegurar llenos cada fin de semana y más de 100 personas un martes. Para más inri, La Residencia ni necesita ni recela publicidad, pues a través  de sus redes sociales llegan, de sobra, a sus seguidores. Este artículo, pese a hablar de sus bondades y de su capital importancia en la oferta artística a este lado del Mediterráneo, no es santo de su devoción. Me consta y, amablemente, off the record, así me lo han hecho saber sus responsables. Y claro está, la gracia de todo esto reside en que el lugar sea conocido por un público finito y apasionado por la música que allí se cocina. Ferran Toledo lo explica de forma meridiana: "Amo tanto este lugar que no me gustaría que muriera de éxito. Y últimamente ya hemos asistido a algunos conciertos masivos que no me acaban de gustar. Sé que esto resultará un poco pedante y contradictorio pero no lo puedo evitar".

Lo de Nueva Vulcano es sintomático de todo lo expuesto. Tras cuatro años de parón, el conjunto catalán vuelve con una esperada y demandada gira. Podrían haber elegido, qué duda cabe, un lugar de mayor aforo para la presentación de las nuevas canciones. Y claro, bien lo saben los que a estas horas maldicen no haberse espabilado con las anticipadas, el reducido número de entradas que oferta La Resi ha volado. "La idea es, como ya nos ha ocurrido cuando hemos ido por allí, pasar una velada muy bonita rodeado de muchos amigos. Al final, la clave de ver un concierto en La Resi, seguramente sea esa: ver las actuaciones con los amigos en un ambiente especialmente agradable", afirma Albert Guàrdia (batería de Nueva Vulcano y uno de los responsables del recomendable sello La Castanya).

GRUPOS COMO PARA SACAR PECHO

Cada movimiento (y cada momento) tiene sus bandas, y actualmente Valencia también puede sacar pecho en cuanto a la fauna sonora que engrosa su currículum en pos de la lucha contra el mainstream. Betunizer, Caballo Trípode, Wauh y los Arrrgs!, Carmonas, Telexto, Lefty Wankers, Negro, Siesta!, Jupiter Lion, Derrota, Cuello, Los Glurps!, Cigüeña, Perro Grande, Antiguo Régimen, Las Rodilleras o Mexican Moustache son vivaces ejemplos, tan ricos y variados, como el cajón de sastre de estilos que los contiene y hace interactuar.

Marcos Junquera (batería de Betunizer o Alberto Montero), además de estar calificado, con razón, como uno de los mejores percusionistas del país, fue componente de extintas formaciones como Estrategia Lo Capto!, Balano o La Orquesta del Caballo Ganador, grupos que, junto a otros como Le Jonathan Reilly o Venereans, abrieron de algún modo esta profunda brecha. Por ello Junquera es voz acreditada para asegurar que "en Valencia está todo muy bien, comparado con hace 5 ó 6 años. Ahora  hay gente joven haciendo música, conviviendo con los más mayorcitos; mezcla y movimiento de bandas de fuera que vienen a tocar. Todo muy sano". Para el baterista,  "en todo este proceso ha sido clave La Residencia, un sitio abierto a todo el mundo y que ha generado una acercamiento entre diferentes escenas que había en la ciudad. Es un sitio maravilloso, muy particular y que permite que la gente se conozca, vea cosas nuevas y pueda tocar".  Y apostilla: "Por cierto,  La Resi no es un bar, no es un garito... allí nadie se lucra".

Foto: David Tombilla

OTROS LUGARES, NADA QUE ENVIDIAR

La Residencia es quizá el lugar más paradigmático de la música underground pero ni mucho menos el único en el que poder disfrutar de buena música, ni primigenio en Valencia. Capítulo aparte merecen los colindantes Magazine Club y La Llimera. Complementarios y de barroca y jugosa programación, son, cada fin de semana, hervidero de memorables fiestas; no hay más que recordar, el pasado mes de octubre, el contubernio de presentación del último álbum de Betunizer que focalizó al Magazine, por un día, como epicentro de la música alternativa a nivel nacional. Variantes más aguerridas y espídicas del rock como el garaje, el punk, el kraut o el hardcore tienen aquí su hogar. La Llimera es su hermana pequeña y tranquila, lugar asociativo de referencia y vanguardia en la ciudad.

Lugares de barra y baile como el Calypso, la curva hacia el pop de Electropura (ambos en Russafa), la oscura Caverna en Extramurs, el longevo PinBall en el Carmen, así como tiendas de discos verbigracia Flexidiscos, Oldies, Amsterdam o Monterey, amamantan (desde un punto de vista más comercial, eso sí) este excitante capítulo de la ciudad y cuidan, muy mucho, lo que suena en sus dependencias.

Es por ello que hoy Valencia no tiene nada que envidiar a otras escenas estatales, otrora muy superiores, como la robusta barcelonesa, la chispeante gallega, la fogosa asturiana, la opaca vasca o la muy a tener en cuenta y recién germinada en Alicante.  "Creo que la escena de Valencia es de las más activas últimamente y de la que van saliendo proyectos nuevos muy buenos", señala Ignasi Reixach. Para Pol Rodellar (bajista de los Mujeres): "Está claro que Valencia es un punto neurálgico de la escena underground. La conexión con Barcelona, además, es muy prolífica".  Aunque para acabar, qué mejor que las palabras de Isa de Triángulo de Amor Bizarro al concluir su concierto en el pasado Deleste Festival: "Valencia es la polla. ¡Viva Valencia!". O al menos su subsuelo.

La Llimera

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4 comentarios

Irene escribió
15/12/2013 03:36

Genial el artículo, que Valencia no son todo "tetes" y "tetas"!! Pero corregid una cosa, Noise Armada no es un colectivo!!

Guillermo escribió
13/12/2013 14:49

Van a sepultar La Residencia. Parece que estos artículos puedan reivindicar lo que se hace allí, pero como mucho ponen otro granito de arena sobre su tumba. Esperemos que no todo quede en un comentario agorero de un servidor y nada más.

Quique Medina escribió
13/12/2013 13:41

Lo importante, amigo anónimo, es que el punk no muera.

Punksnotdeath escribió
12/12/2013 13:15

Que triste leer esto tras 4 años de existencia. Esta claro que el periodismo siempre llega tarde, si llega.

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