VALENCIA. México crea extrañas relaciones de afinidad. Que se lo pregunten a Morrissey, quien saca pecho en su reciente autobiografía para contar que en una de sus primeras giras en el país azteca se sorprendió al ver que podía llenar recintos para más de 12.000 personas, justo el doble que unos Oasis que gozaban de un aparato promocional y una cobertura mediática enormemente mayores. A quien esto escribe casi le da vergüenza consultarle a Pau Roca, guitarrista de La Habitación Roja, si esta es la segunda o la tercera gira que completan en el país más sureño de Norteamérica: "No, es la séptima ya, desde 2004 hemos ido casi todos los años". La primera en la frente.
La banda de L'Eliana regresó el pasado 25 de noviembre de un periplo que les llevó a recorrer México durante un mes. Coincidieron allí en el aeropuerto con Obrint Pas, otro grupo que sabe muy bien lo que significa exportar su propuesta más allá de nuestras fronteras. Y continúan, con cada una de sus giras, la relación de estima con aquel público. Una feedback que en su momento ya cultivaron bandas como Seguridad Social, Revólver, Los Girasoules (quienes en su momento actuaron en Puerto Rico ante miles de personas) o Presuntos Implicados, quienes han llegado a actuar en el DF hace meses con la formación de los últimos años, en un concierto que aprovecharon para registrar su última grabación en vivo.
A diferencia de todos estos últimos (incluso de Obrint Pas, en cierto modo), en su música no hay rastro de giros mestizos, conexiones folk, modismos latinizantes ni invocaciones abiertas a la comercialidad más esterilizada, lo que podría hacer más sorprendente la excepcional acogida que se les dispensa: "nos sorprendió mucho la primera vez que fuimos, no solo por eso, sino porque allí hay gente que te pide caras B o temas muy poco difíciles de localizar. Y lo que se nota, a todos los niveles musicales, es que hay muchos menos complejos a la hora de que te puedan gustar La Habitación Roja, Metallica o cualquier banda de música oscura u otra muy comercial. Como ocurre en Estados Unidos, el rock de toda la vida o el hard rock están mucho más integrados. Por ejemplo, a casi todo el mundo le gusta AC/DC, sin que eso implique que seas poco menos que un aficionado al heavy, como suele ocurrir aquí. Hay un mejunje que a mí me gusta".
Cabe colegir que el fan mexicano, por lo que se desprende, no solo es mucho más fan, sino que exhibe unos rasgos identificativos que lo diferencian del público español. Pau Roca no tiene el mínimo reparo en reconocerlo, ya que "es un público muy apasionado, que te lo hace saber y que cuando le gusta un grupo, pues les gustan muchas canciones de ese grupo. Allí el abanico de temas que te pueden pedir en un concierto es enorme, y aquí suelen ser las mismas. Bucean más en tu discografía, y son más exagerados. Y te lo hacen saber. Es un público más fan, más expresivo. Te lo dirá casi todo el mundo que haya tocado allí".
Y con un zurrón de prejuicios muy inferior al hispano, ya que "mucha gente en la web nos decía que estaban apenados de que uno de nuestros conciertos coincidiera con otro de Los Fabulosos Cadillacs en la misma noche, y eso en España es imposible que te pase. A nuestro público aquí le daría exactamente igual que actuasen Los Fabulosos Cadillacs a la misma hora que nosotros".
Si por algo se distingue en las últimas tres décadas la escena rock mexicana es no solo por haber generado una pléyade de bandas con mucha proyección exterior y unos rasgos comunes pese a la disparidad de estilos (Maldita Vecindad, Titán, Molotov, Julieta Venegas, Café Tacvba, Lost Acapulco, Los Explosivos), sino también por haberse dotado de un circuito de festivales cada vez más completo, con carteles que podrían competir con los de cualquier cita europea o estadounidense. De hecho, La Habitación Roja han podido participar en alguno de ellos. Roca lo atribuye a que "hay un efecto de cercanía con EEUU y al ser un país bastante potente, también organiza festivales de mucho poderío, con bandas que pasan por México, a diferencia de lo que ocurría hace años. Como el Corona Festival, por ejemplo, al que van 80.000 personas y no tiene nada que envidiar a cualquier otro festival de los que todos conocemos".
El recinto más grande en el que han podido tocar, al margen de los grandes festivales, es "el del Plaza Condesa, donde caben algo más de 1.000 personas, y vinieron a vernos algo más de 700. Lo curioso es que puedes tocar en el DF tres veces en menos de un mes, y tener público en cualquiera de ellas, ya que la gente se distribuye por zonas y por poder adquisitivo. Por ejemplo, tocamos en un sitio como el Doberman, al que acudió mucha gente que no tiene tanto dinero como para permitirse ir a los demás conciertos". Como es fácil deducir, la consolidación de un público fiel y estable en un país como México pasa necesariamente por el trabajo, por ir cultivando una base de fans que vaya más allá de la audiencia coyuntural que deparan los grandes festivales al aire libre. Y en esa tarea, La Habitación Roja van camino de doctorarse.
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