VALENCIA. Podría haberse titulado Los mercenarios 3, porque Plan de escape, la nueva película de Sylvester Stallone, repite prácticamente paso por paso la fórmula de aquella franquicia empleando las mismas añagazas para hacerla atractiva. Podría haberse titulado Rambo fuga de Alcatraz, porque ésa es la base de su argumento. Podría tantas cosas...
Las similitudes con Los mercenarios son muchas. A saber, primero: Sly al frente del reparto, compuesto por un tropel de secundarios espectacular entre los que destacan el exgobernador de California Arnold Schwarzenegger, el Jesucristo de Mel Gibson Jim Caviezel, el inefable Vinnie Jones, el gran Vincent D'Onofrio, la cuota femenina Amy Ryan, la cuota afroamericana Curtis "50 Cent" Jackson y el señor Sam Neill.
Segundo: Un argumento manido, reconocible, en este caso un hombre, Stallone, especialista en diseñar cárceles de máxima seguridad que es encerrado en una de sus prisiones y quiere escapar (¿de qué me suena esto?), filmado con solvencia por un buen artesano. Porque Mikael Håfström (El rito) dirige con pulso firme esta cinta, eso hay que reconocerlo.
Y tercero: Mucha acción. El personaje de Stallone quiere escapar y para ello encuentra la colaboración de un preso muy particular (Schwarzenegger, claro está) que parece guardar muchos secretos. El conflicto se desata y enfrenta, se lo pueden imaginar, a los buenos buenos buenísimos que son tíos duros pero que en el fondo son buena gente, y sus antagonistas, malos muy malos, encabezados por un alcaide malvado que permite que sus sádicos guardias asesinen brutalmente a los presos. Cine de arte y ensayo, ya se sabe, con profundidad y matices.
Sinceramente, Plan de escape podría haber sido una obra maestra del cine de acción en los años ochenta pero ahora, en pleno siglo XXI, es un sucedáneo de palomitas con sabor a dinosaurio. No tiene el alegre devenir de los filmes de Tony Scott, ni la pirotecnia del mejor John McTiernan, ni la brillantez artesanal de Richard Donner.
Su principal valor es la evocación nostálgica de aquellos filmes de hace tres décadas que, sin ser gran cosa a nivel de argumentos, implantaron una forma de trabajo y de rodar que revolucionaron la narrativa audiovisual con sus ritmos acelerados, sus explosiones continuadas y sus réplicas graciosas.
Plan de Escape podría haber sido muchas cosas y al final es sólo una anécdota recomendable únicamente para treintañeros y, sobre todo, cuarentones, que podrán revivir cuando eran adolescentes y salir al cine era una de las mejores maneras de pasar una tarde. Tal y como están las cosas, puede ser hasta una buena opción porque, como bien dice Michael Phillips, crítico del Chicago Tribune, es una película "estúpida, pero divertida".
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