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Crítica de 'El consejero': "Abogado, no hay camino..."

ISRAEL ARIAS. 02/12/2013 Lo nuevo de Scott sigue los pasos de un abogado que, cansado de ver cómo algunos de clientes se llenan los bolsillos con negocios turbios, decide dar el salto al lado oscuro

MADRID (EP/CP). Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Diaz y Penélope Cruz. Este es el mediático repóker de estrellas que protagoniza El consejero (The Counselor), un thriller con excesivas aspiraciones filosóficas y alguna secuencia brillante que dirige Ridley Scott.

El consejero es el primer guión cinematográfico del novelista Cormac McCarthy, ganador del Premio Pulitzer por la novela La carretera y autor de otras obras que dieron el salto a la gran pantalla como No es país para viejos, The Sunset Limited, Hijo de Dios o Todos los caballos bellos. Un dato, el del escritor debutando como guionista, fundamental para lo que está por venir.

Lo nuevo de Scott sigue los pasos de un abogado que, cansado de ver cómo algunos de clientes se llenan los bolsillos con negocios turbios, decide dar el salto al otro lado y meterse en el mundo del tráfico de drogas.

Él, ese letrado y narco novel, es el consejero, el protagonista sin nombre al que da vida Michael Fassbender. Un hombre de éxito profesional, con una cómoda situación financiera y una envidable situación personal. Está a punto de casarse con Laura (Penélope Cruz), una mujer bella e inocente que lo ama con locura.

Pero todo eso, que tal y como está la cosa no parece poco, no es suficiente para el consejero. Quiere más. Aliado con Reiner (otro extravagante personaje para la colección de Javier Bardem) y Westray (un cowboy con mucha clase y dejes filosóficos al que da vida Brad Pitt) y haciendo oídos sordos a las advertencias de sus socios, ha puesto en marcha el que pretende ser su primer gran negocio en el mundo de la droga.

 

No hay vuelta atrás y, si algo sale mal -que saldrá porque la ley de Murphy es universal y por tanto infalible aquí y también en Nuevo México- tendrá que asumir las reglas del brutal submundo criminal en el que se ha sumergido y afrontar las consecuencias.

EXCESOS LITERARIOS

Tras recuperar el universo de Alien con la insatisfactoria -o estimulante, según se mire- precuela Prometheus, Scott vuelve al terreno del thriller con esta historia fronteriza que, en su afán por ofrecer algo más que una cinta de drogas al uso, se enmaraña en interminables y redundantes conversaciones cargadas de presunta profundidad.

Entre las reflexiones sobre el bien y el mal, la ambición y las consecuencias de McCarthy, la cinta de Scott, la película, el thriller, va perdiendo músculo e interés. Lo que podría haber sido una manida pero resultona y eficaz historia de intrigas, traiciones y muerte al servicio de un potente reparto, se pierde en esa artificial y pretenciosa verborrea que busca ser compleja y solo consigue ser tediosa y por momentos caótica.

 

Los personajes sueltan a borbotones sentencias con poso filosófico y metáforas imposibles sobre los peligros que se ciernen sobre el pecado y pecador. Los excesos literarios estrangulan la historia y a sus personajes asesinando por asfixia la atracción que podría haber generado el descenso a los infiernos criminales del abogado.

Pero no todo es decepcionante en El consejero. La dirección de Ridley Scott es cumplidora, cuenta con una buena ambientación -ni siquiera nosotros nos percatamos de que Ciudad Juárez es Jumilla-, con otro gran trabajo de Michael Fassbender y con una Cameron Diaz genial como la depredadora novia de Bardem. Su femme fatale es de lo poco que logra sacar cabeza en el tedio general.

 

CAMERON Y EL SEXO

Además, lo nuevo de Scott atesora algunos momentos notables. Especialmente la escena de sexo más heterodoxa del año, que hará las delicias de los fans del tunning y de Cameron Diaz, y un par de asesinatos rodados con el músculo que las páginas y páginas de diálogos kafkianos del libreto de McCarthy ha negado al resto de la película.

El consejero es la última prueba -The Canyons y Bret Easton Ellis es otra reciente- de que ser un buen novelista, uno de los grandes en el caso de McCarthy, no garantiza estar en posesión de las claves que exige una historia para cobrar vida con fuerza y gancho a 24 fotogramas por segundo.

Y antes de cerrar, un apunte nostálgico: A lo nuevo de Scott tampoco le ayuda en nada la fugaz aparición de Dean Norris, el cuñado de Mr. White y agente de la DEA en Breaking Bad. Aunque esté del otro lado de la ley, su cameo -con un barril de por medio para más inri- solo consigue recordarnos que en estas lides del narcotráfico fronterizo cualquier tiempo pasado -y televisivo- fue mejor.

La sombra de Heisenberg es muy alargada. Además, él no necesitaba mancillar versos de Machado para darse solemnidad.

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